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Pop art estadounidense

Por Julio Sánchez Baroni(*)

Especial para El Litoral

A la seriedad del expresionismo abstracto, los artistas del pop le opondrán objetos banales de la sociedad de consumo. En 1961 Claes Oldenburg (1929-) transformó su estudio en un negocio, lo llenó de comida y ropa, que eran en realidad objetos hechos con estructuras de metal, yeso y tela, pintados con esmaltes a la manera de los expresionistas abstractos: fue un happening que realizó con el seudónimo de Ray Gun y lo denominó The Store (La Tienda), el público compraba los objetos y se los llevaba a su casa. Al año siguiente hizo lo mismo, pero con objetos cosidos en tela: cucuruchos de helado, porciones de torta y hamburguesas; la pintura ya no estaba chorreada, el objeto era mucho más limpio y de alguna forma más conservador. Según el crítico Sam Hunter, el énfasis de Oldenburg sobre los comestibles llamaba la atención sobre la obsesión infantil oral de los americanos.

El pop se reconoció como movimiento en los Estados Unidos a principios de 1960. Roy Lichtenstein (1923-1997), Andy Warhol  (1928-1987), Claes Oldenburg, Tom Wesselmann (1931-2004) y James Rosenquist (1933-2017) compartían la misma sensibilidad, eran atraídos por temas de la banalidad urbana y reaccionaron contra la carga emocional de los expresionistas abstractos. Lichtenstein, por ejemplo, pintaba simulando la técnica de la impresión en offset (Ben-day dots) para obtener un resultado seco y nada sensible; aunque también había cierta ironía sobre la idea del arte emocional, tal como en “I know how you must feel”, Brad (Sé cómo te debes sentir, Brad) una obra de 1964 que muestra una compungida rubia de historieta pensando en su enamorado.

La euforia económica del momento y la ostentación de abundancia de productos por medio de una publicidad muy inventiva y de gran colorido generó un nuevo modo de vida. Las imágenes de los supermercados, de las historietas, de las señales de tránsito, de la televisión, el cine y otras fuentes populares fueron tomadas por los artistas del pop. De ahí que las revistas Life y Ladies Home Journal hayan absorbido el pop mucho más rápido que los críticos y los museos. Por otro lado, desde los años 50 el arte había sufrido una serie de transformaciones que fertilizaron el terreno para el pop: los artistas eran noticia en las revistas y diarios, las obras de arte se habían convertido en un negocio rentable, proliferaron las galerías y el museo dejó de ser un santuario para incorporar cursos, conferencias, grandes exhibiciones, restaurante, tienda y librería.

Las obras de Andy Warhol reiteran una y otra vez el mismo motivo: botellas de Coca Cola, billetes, latas de sopa o retratos de estrellas de cine. La repetición es como una secuencia numérica que empieza arriba a la derecha y termina abajo a la izquierda; el artista les da igual jerarquía a todos los elementos y abandona el centro donde el motivo principal tendría lugar. El multifacético Warhol hizo su primera muestra individual en 1962, en Los Ángeles, con 32 pinturas de sopas de tomate Campbell’s. Warhol acentúa la idea de la obra de arte como mercancía cuando mostró sus cubos de madera pintados como si fueran cajas de polvo de lavar Brillo en la galería de Leo Castelli. A partir de 1963, el artista incursionó en el cine, usaba cámara fija, evitaba la estructura narrativa y sus películas eran excesivamente largas, como “Sleep” (1964, un hombre durmiendo) o “Empire” (1964, una filmación estática del Empire State Building). Con el cine buscaba restablecer una relación nueva entre el tiempo real y el tiempo de filmación mientras se estudiaba la calidad de atención que presta la audiencia. En el mismo año Warhol comentó su preocupación por imágenes asociadas con la muerte y en su obra empezaron a aparecer escenas de desastres que aparecen en los tabloides, accidente de autos, la silla eléctrica, revueltas raciales, los criminales más buscados de América, el suicidio reciente de Marilyn Monroe y el luto de Jackie Kennedy. En una entrevista declaró: “Fue en una Navidad o en un Labor Day, cada vez que encendía la radio decían algo como “cuatro millones van a morir”. Ahí comenzó todo. Cuando ves una imagen horripilante una y otra vez deja de tener efecto”. Así, la reiteración de imágenes trágicas en los medios de comunicación incidía sobre el hombre alterando su capacidad de asombro y su sensibilidad ante el dolor de los otros, situación que fue rápidamente denunciada por Warhol. Otro de sus aportes tiene que ver con el concepto de creación de la obra de arte. Bautizó a su estudio con el nombre de The Factory (La Fábrica) donde sus ayudantes trabajaban las serigrafías como en una línea de producción. Pero el carácter aparentemente anónimo de la producción era solo una actuación más de Warhol; sus decisiones sobre los colores, la selección de imágenes y la precisión para introducir errores en el proceso serigráfico era cruciales. Warhol afirmaba que el arte transformaba las cosas que la vida ya había brindado. Lichtenstein decía que el arte no tenía ninguna función de transformación: “La transformación es una extraña palabra. Pero el arte no transforma, sólo aplana formas”.

Campbell

Joseph Campbell fundó en 1869 una empresa que vendía alimentos envasados (frutas, verduras, condimentos, carne picada) y a partir de 1897, sopas condensadas. Los primeros envases se vendieron a 10 centavos la lata y se mantuvieron a menos de un dólar por lata hasta el 2012. En 1962 Wahrol hizo 32 lienzos de 50 x 40 c,. con la serigrafía de una lata de sopa Campbell’s, se expusieron en la galería Feurus de Los Ángeles y marcó el inicio del pop art en la costa oeste de los EE. UU., y Warhol pasó de ser un ilustrador comercial a un líder del pop art. Las etiquetas de las latas eran de color rojo y blanco y los nombres indicaban el sabor de cada una, cada pintura fue colocada en una sola fila en la pared como si fueran productos de supermercado ubicados en una estantería. Hubo pocos espectadores y mucha controversia ya que el tema no se consideraba muy digno de entrar al Parnaso de las bellas artes. Warhol decía que las sopas y la Coca Cola fueron su almuerzo cotidiano durante más de veinte años y que prefería pintar lo que tenía más cerca y más a mano.

(*)

Nació en Villa Ángela, Chaco, es licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Buenos Aires, ha sido docente de la Universidad de Nueva York y actualmente de la Universidad Nacional del Nordeste. Escribe crítica de arte en diferentes medios (La Maga, La Nación, Clarín) y es director de la revista digital NAÉ, Nuestro Arte de Enfrente, editada por la FADYCC (UNNE)

Especial para El Litoral

Serie de notas sobre diferentes movimientos del arte contemporáneo con conceptos claros para todos.. Publicada originalmente en revista La Maga. Nota revisada y ampliada para El Litoral. 

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Julio Sánchez Baroni nació en Villa Ángela, Chaco, es licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Buenos Aires, ha sido docente de la Universidad de Nueva York y actualmente de la Universidad Nacional del Nordeste. Escribe crítica de arte en diferentes medios (La Maga, La Nación, Clarín) y es director de la revista digital NAÉ, Nuestro Arte de Enfrente, editada por la Fadycc (Unne)