Los trabajadores del sector de kinesiología cumplen un papel fundamental a la hora de tratar a los pacientes con coronavirus, para lograr una correcta recuperación y una disminución en las posibles secuelas por la enfermedad.
En diálogo con El Litoral, la jefa del Departamento de Kinesiología del hospital de campaña, Graciela Vega, indicó que el equipo está formado por aproximadamente 40 profesionales destinados a la atención de los pacientes internados en el centro de salud.
Los kinesiólogos se dividen para brindar sus servicios en el sector de clínica y de la Unidad de Terapia Intensiva (UTI) y, si bien algunas de las tareas que realizan son las mismas, cada área tiene sus particularidades.
Vega se refirió a la tarea que realizan a diario y explicó: “El kinesiólogo es el encargado del mantenimiento, la mejoría y la rehabilitación del sistema respiratorio y toda la parte física del paciente, para que este obtenga sus capacidades óptimas y se disminuya la posibilidad de presentar secuelas”. La profesional, que es médica y trabaja en el Hospital Llano desde 1998, indicó que hay dos coordinadores: Patricio Sansserri, quien se encarga de la UTI, y Natalia Paredes, de la clínica.
Con respecto a cómo trabajan en coordinación con los diferentes miembros del equipo de salud, la kinesióloga dijo que se trata de un trabajo en equipo, interdisciplinario, en permanente comunicación con los diferentes profesionales, de manera que la atención siempre esté cubierta y todos puedan dar respuesta teniendo conocimiento de la situación total del paciente.
“El trabajo es inmenso y por ello hay que destacar el funcionamiento en equipo junto con el resto de los profesionales de la salud. Es decir, los médicos, enfermeros y bioquímicos”, expresó Vega y agregó que “son eslabones de una misma cosa y si uno falla, cae toda la cadena por lo que tiene que estar constantemente engranado”.
En la clínica, donde los pacientes no están en insuficiencia respiratoria, hay aproximadamente 20 profesionales y las guardias son de 12 horas.
Allí, los kinesiólogos se encargan del monitoreo y evaluación del sistema respiratorio y la movilidad del paciente. Indican ejercicios respiratorios a los pacientes, hacen cambios de posiciones para aquellos que están postrados, brindan contención emocional o coordinan maniobras posturales.
En la UTI, las tareas se complejizan un poco más. “Hay que tener en cuenta que allí se trabaja con personas sedadas, inconscientes y conectadas a un respirador”, recordó Vega.
Dentro de las tareas que realiza el sector se encuentra el cuidado de la vía aérea, la programación y monitoreo constante de la ventilación mecánica y la asistencia en situaciones de emergencia, como por ejemplo, una intubación de un paciente.
También intervienen en el proceso de weaning o “destete”, por el cual el paciente recibe el retiro del respirador. Colaboran, además, en la posterior recuperación para el paso a la sala común, que luego deriva en el alta.
“Los preparan y les brindan indicaciones para que regresen a sus hogares de la mejor manera posible”, aseguró Vega.
En la UTI, trabajan entre 20 y 23 kinesiólogos y las guardias son de 24 horas.
Por ello, la actividad kinesiológica resulta de suma importancia para una mejoría integral en los afectados por el coronavirus. Con los profesionales del área aprenden ejercicios respiratorios, métodos para mejorar la oxigenación y la expansión pulmonar, que luego pueden continuar en sus casas.
Charo, la profesional que canta para los pacientes
Las historias emotivas durante la pandemia surgieron en todo el país y fueron la vitrina de solidaridad, empatía y afecto de las personas.
En el hospital de campaña, la kinesióloga María del Rosario es conocida entre sus amigos como Charo, pero sus pacientes la bautizaron la “voz miel del litoral”. La profesional le canta a las personas internadas en el establecimiento de salud, desde chamamé hasta canciones de Valeria Lynch e incluso toma pedidos.
Escobar tiene 49 años y hace 25 que ejerce la profesión. En octubre del año pasado fue convocada para trabajar en el hospital de campaña. Al principio, sintió terror, pero esa sensación la fue abandonando de a poco, con el correr de los días, las tareas y el contacto con los pacientes. En diálogo con El Litoral, Charo contó que, inluso, en un primer momento buscaba excusas para no tener que trabajar en el lugar y todas sus apelaciones les fueron denegadas. Cuando la kinesióloga vio a los pacientes por primera vez, uno al lado del otro como si fuera una película de guerra, se sintió morir. “Después entré a relajarme y ahora me siento útil”, aseguró.
Su canto hacia los pacientes, que fue registrado en videos y recorrió todo el país, inició con el desgano, el deterioro y la tristeza de un hombre goyano que se encontraba internado en el hospital de campaña y ya ni siquiera quería realizar los ejercicios indicados para la rehabilitación.
“Estaba entregado”, contó Escobar, por lo que le preguntó: “¿Qué puedo hacer yo para ayudarte?”. El hombre le contestó de forma tajante que no había nada que ella pudiera hacer, porque él tan solo quería escuchar la radio y deleitarse con algunos chamamés, su género favorito. Entonces, Charo debió convertirse en una mediadora: “Radio no puedo traer, pero si vos me ayudás y hacés los ejercicios, yo puedo cantarte el chamamé que vos elijas”.
El hombre accedió y la sala se llenó con una fuerte voz que entonó la melodía de “Alma guaraní”, una conocida pieza compuesta por Damasio Esquivel. Con ese simple acto, la kinesióloga fue bautizada como “voz de miel” por el goyano, quien se recuperó y abandonó el hospital.
“Se me hizo un nudo: lo vi emocionado y hasta se le piantó un lagrimón”, dijo Charo.
(ME)