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/Ellitoral.com.ar/ Deportes

Se fue otro maestro: Griguol

Dueño de un humor incomparable y de una sabiduría simple, Carlos Timoteo Griguol, fallecido ayer a los 86 años tras permanecer internado por una afección pulmonar, marcó un tiempo en el fútbol argentino.

Llamado simplemente “Timo” o el “maestro Timoteo”, dejó su huella por los clubes en los que enseñó de fútbol y de la vida porque siempre se propuso ser un formador más que un entrenador.

Su estilo de juego fue muchas veces criticado pero siempre respetado, y convivió en una etapa de gloria en el fútbol argentino, marcada por la eterna polémica entre “menotistas” y “bilardistas”.

Después de cerrar su carrera como futbolista en Atlanta y Rosario Central, entre 1957 y 1969, Timoteo se lanzó a la dirección técnica en el “Canalla”, que rápidamente comprobó su sabiduría con el título de Primera División de 1973.

Dos años más tarde salió de Rosario, hizo su primera experiencia en el exterior, en Tecos de Guadalajara (1975-1977), regresó a Central y pasó por Kimberley de Mar del Plata antes de llegar a Ferro Carril Oeste, donde produjo una verdadera revolución.

En 1982, durante la plenitud de su carrera, Griguol ganó el primer título con Ferro Carril Oeste, que dos años después repitió para consagrarse en un verdadero prócer del club porteño de Caballito.

Esa primera corona venía precedida de dos subcampeonatos en 1981, uno logrado en lucha parejísima con el Boca de Diego Armando Maradona.

Sus equipos de Ferro fueron “máquinas” de ganar partidos. Basados en el orden general, con sacrificio de todos sus jugadores y mucha efectividad, causaron sensación y aún hoy son recordados. Porque además jugaban bien al fútbol.

Amigo y compinche del recordado León Najnudel (inventor de la actual Liga Nacional de Básquet) Griguol copiaba y practicaba con éxito en el fútbol jugadas de marca y desmarque del básquetbol, un deporte también exitoso en el Ferro de los 80.

El prestigio acumulado en aquellos años le abrió la puerta de un gigante del fútbol argentino como River Plate (1987), donde levantó la Copa Interamericana con un equipo que había sido campeón de América y del mundo el año anterior.

Sin más éxito en el “Millonario”, Timoteo regresó a Ferro para un proceso de cinco años (1988-1993) en el que ya no tuvo posibilidades de pelear por la gloria pero que ratificó su sapiencia para armar equipos duros de roer.

Al promediar la mitad de los 90 inició su historia en Gimnasia y Esgrima La Plata, club en el que tuvo tres ciclos y que fue otro de los grandes amores de su vida.

Cordobés de pura cepa, nunca cambió su tonada natal de la ciudad de Las Palmas donde había nacido el 4 de septiembre de 1934. Sus inicios en Atlanta como jugador en 1957, su paso por la Selección que en 1959 ganó el Sudamericano y etapa en Central entre 1966 y 1969 le brindaron los fundamentos para una magnífica carrera como entrenador. Una experiencia en el Betis de España (1999) y Unión de Santa Fe (2002) también fueron parte de su currículum.

Griguol dejó su marca por donde pasó y pisó. 

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