Por Gabriel Slavinsky
Psicólogo. Analista político
Publicado en Infobae
Los outsiders se definen como personas que vienen de afuera del ámbito político, se presentan como nuevos y habitualmente con un mensaje de “cambio” ante la ciudadanía. Nunca fueron candidatos, jamás transitaron la esfera pública, ni ocuparon un cargo.
Pueden ser humoristas, cantantes, actores, científicos, periodistas, conductores, modelos, etc. Lo que es claro es que son ajenos a la política hasta el momento en que deciden ocupar o disputar un cargo.
Algunos los llaman intrusos, aunque ya no son una novedad. El fenómeno tiene pasado, presente y todo hace prever que un enorme futuro por una serie de condimentos especiales: la desconfianza y el descrédito del “adentro” de la política, que hace más permeables sus fronteras. Adicionalmente, hay dirigentes o “espacios” que promueven la llegada de las nuevas figuras para que aporten cierto “aire fresco”, como a la vez, existen elites, partidos tradicionales, círculos rojos, castas o simplemente la clase dirigente que se espantan ante estos inesperados arribos.
La personalización (la persona por sobre los partidos), la mediatización (la creciente relevancia de los medios de comunicación masiva) y la videopolítica (el predominio de la imagen) son algunas de las características del escenario político actual, que, sumado a los magros desempeños de la dirigencia tradicional y el hartazgo social por la falta de resultados prometidos, se traducen en la proliferación del fenómeno outsider.
Lo cierto es que se pueden determinar 7 ventajas comparativas muy significativas de los outsiders:
1) Son conocidos. No se puede elegir a quien no se conoce, por lo que es la condición primordial para ser votado, aunque no sea suficiente.
2) Poseen un prestigio anterior. Traen desde su ambiente un caudal de reconocimiento de su actuación, éxito en su desempeño o prestigio general que influye en los ciudadanos al momento de evaluar opciones y que ponderan positivamente la trayectoria previa de la nueva figura.
3) Generan mayor confianza. En un contexto en que la política es frecuentemente asociada con la deshonestidad y la corrupción, estas “personalidades” poseen un crédito mayor por no haber sido antes “salpicados” con las dificultades típicas de cualquier gestión o campaña. Y, además, como consecuencia de su conocimiento público y reconocimiento social, los outsiders reciben mayor confianza ya que se les atribuye que pondrían en juego algo de su reputación y prestigio personal. La frase que podría decir cualquier ciudadano sería algo como: “¡No se va a jugar su autoridad moral por entrar a la política, lo va a hacer bien y con honestidad!”.
4) Están habituados a los medios de comunicación. Adicionalmente cuando se trata de personalidades que poseen o tuvieron contacto con los medios de comunicación tienen una cuarta ventaja que es la habilidad para conducirse en el escenario de los medios; están acostumbrados a las cámaras y conocen los “trucos” para que sus mensajes sean más eficientes.
5) Producen una sensación esperanzadora. Producen la sensación de que algo podría cambiar con el “aire fresco” traído desde afuera, simplemente por un pensamiento lateral, creativo o diferente a lo habitual o por aplicar su expertise, habilidad o capacidad en el terreno político. Es parte de la ilusión de ciudadanos desencantados con la política tradicional.
6) Alcanzan a un segmento complicado. Llegan con su mensaje con mayores posibilidades a un segmento por demás complicado: los desencantados, independientes, insatisfechos e indecisos.
7) Reciben mayor cobertura mediática. La séptima de las ventajas se podría resumir con que la novedad es noticia.
A su vez, existen, también, algunas tradicionales críticas hacia ellos: - Falta de capacidad para la articulación política; - Ausencia de experiencia; - Bajo nivel de conocimiento del funcionamiento del Estado; - Moderadas habilidades de manejo político; - Liderazgo demasiado concentrado en su figura e imagen; - Incapacidad para delegar; - Desmesurada autopromoción por sobre la gestión real; - Banalización acciones menores por sobre programas y planes que llevan años de instrumentación.
Los ejemplos argentinos
En Argentina tenemos un trío asiduamente nombrado: Daniel Scioli, a partir del éxito deportivo en la motonáutica, “Palito” Ortega, cantante y actor muy famoso, dotado de un enorme carisma popular, y Carlos Reutemann, a partir de la admiración por ser un gran piloto de Fórmula 1.
Se suman a la lista Mauricio Macri, Nacha Guevara, De Narváez Luis Brandoni, Nito Artaza, Amalia Granata, Miguel del Sel, Carolina Píparo, Diego Valenzuela, Waldo Wolf, Héctor Baldassi, Débora Pérez Volpin, Gisella Marziota y Carolina Losada.
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