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Amado Bonpland: el extranjero más notable que vivió en el Taragüí

Por Juan Carlos Raffo

Especial para El Litoral

Nace el 28 de agosto de 1773 el notable médico, naturalista y hombre de gran ilustración, cuyo verdadero nombre era Aimé Jacques Alexandre Goujaud Bonpland, quien llegó desde Europa al Río de la Plata en 1817 y tras permanecer unos años en Buenos Aires se radicó en Corrientes, más precisamente en su Colonia de Santa Ana (hoy Bonpland, departamento de Paso de los Libres). Vivió alternativas diversas, peligrosas, placenteras, formó una familia cuyos herederos viven hoy en Paso de los Libres y otras partes del país. 

Nació en La Rochelle, Francia, y estudió en París, donde se recibió de médico cirujano a los 20 años junto con su hermano Michel Simón, aunque Amado percibía que su futuro no estaba en la medicina, sino en las ciencias naturales, en la investigación.

Hasta 1795 estuvo dedicado a investigar en toda Europa, pero le quedó chico el viejo mundo y se embarcó con otro joven, el alemán Alexander von Humboldt, rumbo al nuevo mundo, América, quienes además de investigar, llegaron interesados en pulsar el ambiente libertario que animaba a estos pueblos.

El 16 de julio de 1799 desembarcan en el puerto de Cumaná, en el Golfo de Carisco en la Nueva Andalucía (hoy Venezuela). En diciembre de 1800 llegaron a La Habana, Cuba, prolongando su estadía en la isla hasta marzo de 1801. De puerto Cabello se trasladaron a Cartagena de Indias y luego arribaron a Santa Fe de Bogotá, pisando al iniciarse 1802 tierras ecuatorianas. De allí viajan al Perú y en diciembre salieron del puerto del Callao rumbo a Guayaquil. 

En abril de 1803 vuelven a Cuba y de allí viajan a Filadelfia y posteriormente llegan a Washington, siendo recibidos Bonpland y Humboldt por el presidente americano Thomas Jefferson. Abandonaron el continente americano el 9 de junio de 1804, para arribar a Burdeos el 3 de agosto del mismo año, después de haber recorrido en cinco años 9000 millas. 

Trajeron a Europa 35 herbarios con colecciones que superaban las 60.000 muestras y una enorme colección de insectos.

Ante un pedido de la emperatriz Josefina, Napoleón lo designa en 1809 intendente de “La Mal Maison”. 

Tras la caída del emperador Bonpland se radica en Londres y cuando conoce allí a Manuel de Sarratea, Manuel Belgrano y a Bernardino Rivadavia, quienes viajaron para firmar la paz con Fernando VII, lo entusiasman y se embarca para el Río de la Plata, adonde llega el 18 de enero de 1817, en compañía de su esposa Adeline Delahaye y su hijastra Emma.

Los argentinos le dan una carta para el Director Gervasio de Posadas, pero ya no estaba más en el cargo cuando llega Bonpland y lo recibe Pueyrredón, el nuevo Director Supremo de las Provincias del Río de la Plata pero no lo conocía y Bonpland, todo un extraño para los porteños, comienza a divagar por las calles con su esposa que no se hallaba en las casas tan distintas y modestas comparada con las europeas. 

En Buenos Aires es designado profesor titular de la Cátedra de Historia Natural, aunque además ejerció como médico para poder subsistir. También se radicó un tiempo en la isla Martín García.

Traía Bonpland en sus maletas, lo necesario como para fundar un Jardín Botánico y un museo de Ciencias Naturales en la ciudad de Buenos Aires. Pero las carencias económicas producto de las guerras por la independencia no acompañaron los auspiciosos proyectos. Estuvo tres años viviendo en la modesta ciudad de Buenos Aires. 

La yerba: fue en esta isla donde le llamó la atención una planta que al preguntar a los nativos por su nombre le respondieron “Caá”; respondió Amado: “Sí, pero esta especie no es de acá.” Y su curiosidad lo llevó a preparar un viaje por el río Paraná y partió para el Litoral el 1º de octubre de 1820, que lo hizo atravesar el apasionante cauce pasando por los puertos de Esquina, Goya, Bella Vista, Empedrado, Riachuelo y arribó en el puerto de Corrientes y fue cuando entabló relación con Francisco “Pancho” Ramírez, que presidía la llamada República Entrerriana, a quien le interesó el proyecto del naturalista.

De ahí Bonpland, guiado por su olfato e instinto, sigue recorriendo lo que suponía lo llevaría a plantaciones de “caá”. Va por tierra y hace un alto en Caá Catí, de ahí va hasta el puerto de Itá Ibaté. De ahí reitera el recorrido casi igual al que hizo Manuel Belgrano en 1810 rumbo al Paraguay, con las naves que le había facilitado Pedro Ferré; recorre la costa y luego hace un alto en Ituzaingó; va más arriba y pasando lo que hoy es Posadas, llega a los puertos de Santa Ana, San Gabriel, y es ahí en San Gabriel que descubre 1500 árboles de caá. Se instala en la colonia de Santa Ana (no la famosa Santa Ana que será su residencia futura, a pocos kilómetros de Paso de los Libres. Esta Santa Ana es territorio misionero. Cercana a donde Belgrano hizo el cruce del Paraná y pasó a Itapuá, donde obtiene su triunfo en el combate de Campichuelo frente a las tropas realistas que comandaba el gobernador guaraní Belasco.

En Santa Ana lleva a cabo el ensayo del “implante” y fomenta con ello la idea de traer desde el fondo de la Selva a 100 kilómetros traer los yerbales y acercarlos a la civilización, dado que esta experiencia ya fue realizada por los jesuitas, que al ser expulsados de américa por orden de Carlos III, quedó todo abandonado a merced de los aborígenes que quedaron huérfanos de rectores talentosos como lo fueron los de la Compañía de Jesús. 

Es que de golpe nos quedamos sin la yerba, que era el “commodity” más valioso que exportaba el Río de la Plata. Los jesuitas habían plantada en cada uno de los 32 pueblos que conformaban las colonias que constituyeron en la costa argentina y brasileña; como ser Candelaria, Apóstoles, Santa María, San Ignacio, Santo Tomé, La Cruz, Yapeyú. Todos estos pueblos quedaron a la deriva con la ausencia de la Compañía de Jesús y los cultivos se fueron extinguiendo.

Secuestran a Bonpland.- El 3 de diciembre de 1821 secuestran al  botánico francés. Es que la intensa actividad que venía desplegando el científico europeo no era visto con buenos ojos por el dictador paraguayo José Gaspar Rodríguez de Francia, quien entendía que la instalación de la colonia Santa Ana era una intromisión francesa en su territorio, el que por entonces él consideraba paraguayo.

Hay que recordar que todo ese territorio siempre fue correntino, hasta 1880 que muestra provincia sede a la actual provincia de Misiones por decisión del gobierno nacional. Dos compañías de húsares del Paraguay, junto con una compañía de fusileros —que sumaban entre milicianos y oficiales unos 150 hombres de caballería, acompañados por 200 urbanos con lanzas— atacaron la colonia Santa Ana destruyendo todo cuando encontraron a su paso, haciendo prisionero a Amado Bonpland, a quien se le secuestró toda la documentación en su poder. 

Herido, engrillado y llevando consigo sus herbarios, instrumentos, colecciones de insectos y fósiles, todo por orden del dictador Francia, fue trasladado en una canoa al fuerte Itapuá, donde quedó prisionero del comandante Norberto Ortellado.

Fue sometido a largos interrogatorios y luego lo aislaron en un barracón por espacio de 15 días, hasta que le comunicaron que por decisión de Francia iba a quedar en libertad pero dentro del territorio paraguayo y en particular dentro del departamento de Santiago, eligiendo finalmente Santa María, en el paraje denominado “El Cerrito”, junto al río Tebicuarí.

Por supuesto que su fama lo llevó a auxiliar a cientos de enfermos de pueblos vecinos. Durante largos años Amado Bonpland continuó con su rutina y su colonia cada día crecía más y su producción aumentaba, hasta que el 6 de mayo de 1829 recibió un oficio del dictador Francia en el que le comunicaba que debía dejar el país sin más demora. El compromiso consistió en que debía dirigirse a Sao Borja y nunca a Corrientes, pues si iba a este último lugar sería nuevamente detenido y confinado.

Trasladado hasta la Tranquera de Loreto (hoy Ituzaingó), en territorio correntino, Bonpland debió permanecer en este paraje por espacio de varios días, hasta que luego de un penoso viaje y franquear el río Uruguay, el 14 de febrero de 1831 desembarcó en Sao Borja, pero no se instaló allí sino en San Juan Mirí, junto al río Piratiní, donde fundó una pequeña estancia.

Al poco tiempo se conectó con el gobernador de Corrientes Pedro Ferré y visitó la capital de la provincia y tras realizar en 1832 un viaje a Buenos Aires, volvió y se radicó en su refundada Colonia de Santa Ana, pero ahora con ese nombre sobre la margen occidental del río Uruguay a pocos kilómetros de Paso de lo Libres, en el pueblo que hoy lleva su nombre. Por los grandes servicios de diplomático que prestó durante el gobierno de Genaro Berón de Astrada, obtuvo como recompensa 5.000 leguas cuadradas, donadas por el gobernador que murió en Pago Largo.

En 1840 se casó con Victoriana Cristaldo, teniendo a los tres años su primera hija, a la que llamó Carmen Bonpland. En 1845 nace su segundo hijo, Amado Bonpland Cristaldo, y en 1847, en San Francisco de Borja, nace Anastasio Bonpland Cristaldo.

Se radicó en una oportunidad por espacio de varios meses en el Palacio San José del gobernador entrerriano Justo José de Urquiza, colaborando con la decoración de los jardines que hoy en la actualidad conservan plantas y árboles puestos por Amado Bonpland. 

Falleció el 11 de mayo de 1858. Intercaló su actuación con una destacada vida pública, manteniendo relaciones con las personalidades de la época, tanto de nuestra provincia como de Entre Ríos y el Uruguay, además de mantener contacto con destacadas figuras del mundo diplomático de Europa y América. Fue el organizador del primer Museo Natural de Corrientes, designado por el gobernador Juan Pujol, de quien fue un gran amigo. 

Sus restos descansan en el cementerio de Paso de los Libres. En el año 1998 el Ejecutivo municipal del actual pueblo de Bonpland dictó una resolución, declarando el 11 de mayo como día de fundación. 

El lugar que hoy ocupa el municipio y la estación ferroviaria es un paraje memorable, que antiguamente fue llamado Algarrobal, en el que se reunieron el 13 de agosto de 1865 el Ejército de Vanguardia Aliado y las fuerzas del general Paunero, para juntos marchar sobre Paso de los Libres que estaba ocupado por el ejército paraguayo del Mayor Duarte, entablándose el día 17 la batalla a orillas del Yatay. Todo esto en el marco de la guerra de la Triple Alianza. 

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