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/Ellitoral.com.ar/ Especiales

Que el sapucay se escuche hasta Malvinas: la ayuda correntina para los soldados

Mientras los combatientes se enfrentaban a la potencia británica, la sociedad civil se volcó a mostrar su respaldo a la causa que marcó a una generación. 

Durante los 74 días que duró el enfrentamiento bélico entre Argentina y Gran Bretaña por las islas Malvinas, la sociedad correntina desplegó muestras de coraje y solidaridad para estar a la altura de las circunstancias: la demanda histórica por la soberanía.

Cuarenta años atrás en Argentina las radios informaban una noticia que marcaría a una generación.

La operación militar movilizó desde abril a junio de 1982 a 13.000 argentinos, de los cuales el 65% eran soldados conscriptos que pertenecían a la clase de los varones nacidos en los años 1962 y 1963.

El campo de batalla estaba mayoritariamente compuesto por jóvenes de entre 19 y 20 años que no contaban con experiencia militar.

Las estimaciones indican que desde la región nordeste partió el 30% de los combatientes y 1.900 eran correntinos, 60 de ellos no volvieron.

Al día de hoy continúan surgiendo relatos de experiencias apenas imaginables en el frente de batalla que conmueven a quienes tienen a flor de piel los recuerdos de la “perdida perla austral”, como dice la marcha, y de quienes nacieron después, en los albores de la democracia.

Durante los dos meses y medio que duró el conflicto bélico, desde Corrientes se vivenció un importante movimiento de apoyo a los soldados que reunió a todos los sectores.

Lejos de mostrarse indiferente con lo que acontecía a 2.583 kilómetros de distancia bajo los fríos vientos australes, el pueblo reaccionó y se movilizó de diversas maneras, expresando su apoyo a lo que entendía como una gesta patriótica. 

Clamor popular

La recuperación de las Malvinas provocó un unánime júbilo popular, exteriorizado en manifestaciones que recorrieron parajes, pueblos y ciudades.

Tras el anuncio de que las tropas argentinas ocuparon la isla, en Corrientes las fachadas de las casas, balcones de edificios, comercios y autos no tardaron en desplegar banderas argentinas, mientras que las disquerías de la ciudad hacían sonar desde los parlantes marchas militares.

La prensa de la época reflejaba el apoyo de los ciudadanos, difundiendo testimonios de respaldo a la causa. Desde dueños de puestos en el mercado central hasta abogados explicando las perspectivas jurídicas de la guerra tenían lugar en las coberturas: el clamor popular recorría las calles para demostrar el acompañamiento moral y espiritual a sus soldados.

El Gobierno de Corrientes convocaba a manifestaciones públicas en las plazas y caravanas para demostrar el apoyo. Los ciudadanos se congregaban alrededor de discursos cargados de consignas sobre el deber cívico y oraciones.

Las páginas de los diarios se llenaron de espacios publicitarios donde empresas locales se manifestaban por la defensa de la dignidad, honor y soberanía, los principales pilares de defensa de la causa: cooperativas de seguros, empresas constructoras, supermercados, asociaciones de trabajadores, casas de jubilados, tiendas de electrodomésticos y de muebles, farmacias, veterinarias y hasta florerías y viveros mostraron su apoyo público a la guerra.

Lo propio hicieron desde el arco político: el Partido Autonomista, el Partido Justicialista, el Partido Demócrata Cristiano y la  Unión Cívica Radical hacían llamamientos a la unificación de las fuerzas por la causa.

La subsecretaría de Educación provincial expresaba la necesidad de que los niños y jóvenes de las escuelas de la provincia se identificaran con los acontecimientos de reafirmación de la soberanía nacional: dispusieron que en la tercera hora de cada turno escolar se impartieran clases especiales para aprender todo sobre Malvinas. Por su parte, la Universidad Nacional del Nordeste dio a conocer su plena adhesión a la tarea de las fuerzas armadas para la recuperación de las Malvinas y realizaron eventos alusivos para el personal docente, no docente y alumnado de las facultades.

No faltó la peregrinación hacia la Basílica de Nuestra Señora de Itatí, que se organizó para el 2 de mayo, a un mes de iniciada la guerra.

El Arzobispado de Corrientes organizó una convocatoria que contó con la colaboración de empresas de trasporte que dispusieron 60 unidades para el traslado de los feligreses, y desde cada parroquia partían las congregaciones.

Fondo Patriótico

A mediados de abril, el gobierno militar creó el Fondo Patriótico Malvinas Argentinas, destinado a recaudar fondos para financiar los gastos relacionados con la recuperación de las islas Malvinas.

Se trató de la mayor colecta de la historia de nuestro país: 54 millones de dólares en casi tres meses de donaciones.

Así fue como el Gobierno provincial habilitó una cuenta en el Banco de Corrientes para recepcionar donaciones locales.

Quienes donaron copiosas sumas de dinero fueron las entidades profesionales y empresariales: la delegación local de la Cámara Argentina de Construcción, la Federación Económica de Corrientes, el Consejo Profesional de Ingeniería, Arquitectura y Agrimensura, la Sociedad Rural y la Sociedad de Podólogos formaron parte del variopinto sector que donó cifras millonarias.

Sin embargo, los vecinos se las apañaron para formar parte de la recaudación de fondos. 

Las delegaciones barriales organizaban venta de “hamburguesas patrióticas” y los empleados públicos donaban un día de sus haberes para la causa.

Adolescentes, interpelados por el patriotismo reinante, también se las apañaron para sumar su granito de arena: este es el caso de la escuela normal “Almirante Brown” de Caá Catí, donde los estudiantes de 5to año entregaron la totalidad del dinero que iba a ser destinado para el viaje y la fiesta de egreso para los soldados.

Sin embargo, la solidaridad de los correntinos desbordaba las fronteras de la provincia. La Casa de Corrientes en Capital Federal convocó a sus compatriotas residentes en la ciudad a colaborar con el Fondo Patriótico y en 15 días lograron una recaudación de $40.000.000 a partir de actos denominados “Del Iberá a las Malvinas”, que incluía festivales musicales y comidas a beneficio.

Colectas soberanas

La Junta Municipal de Defensa Civil nucleaba en la ciudad de Corrientes a voluntarios para la recepción, acopio y organización de las donaciones. Se solicitaba ropa, frazadas, alimentos y cigarrillos para los soldados.

Los ciudadanos registraban sus domicilios para recibir las donaciones que generaron grandes movimiento en los barrios. Comercios y organizaciones civiles se sumaron a la colecta.

El Club de Ciclistas de Corrientes organizó Circuitos para todas las edades en el parque Mitre a cambio de comida y abrigo para participar mientras que los estudiantes de Odontología entregaban 300 cepillos de dientes a la Junta Municipal.

La Asociación de Plantadores de Arroz donó 30.000 kilos de producción y la Asociación de Citricultores puso a disposición de las autoridades importantes cargamentos de naranja, mandarinas y limón para que fueran enviados a los soldados. 

El sector cultural también se movilizó por los soldados.  De forma regular las orquestas provinciales y municipales daban conciertos en el espacio público mientras que el ballet de la ciudad ofreció espectáculos en el Teatro Vera.

El Club de Regatas dispuso sus instalaciones para la realización de un festival de chamamé en beneficio, donde Ramona Galarza participó como artista central junto con los Hermanos Barrios, Pocho Roch, Paquito Aranda, Rosendo y Ofelia, entre otros artistas de renombre.

Reportes desde las islas

Diariamente en la prensa local y nacional se reproducían los informes militares enviados desde el sur, con información vinculada a ataques y pérdidas de aeronaves y embarcaciones militares, sin detalles de heridos o muertos.

Las comunicaciones sobre caídas en el combate eran escuetas y esporádicas, y reportaban números de caídos sin especificaciones de edad u origen de las víctimas. Si se reportaban muertes, estaban vinculadas con bajas de militares de altos rangos y no de soldados.

Esta era la información más certera a la que los correntinos podían acceder. Por lo que la sociedad y las familias de los soldados atravesaron las semanas del conflicto con escasa o nula información sobre su paradero o estado vital.

La potencia extranjera que los superaba en número, profesionalismo y en armamento a los jóvenes que acababan de incorporarse al servicio militar obligatorio, mientras que desde la Buenos Aires continental aseguraban poder soportar el ataque inglés en las islas “hasta las últimas consecuencias y el último soldado argentino”.

A 40 años de la Guerra de Malvinas se estima que unos 60 correntinos murieron en las islas. Desde el 2017 a la fecha 11 restos fueron identificados en el Cementerio de Darwin, donde están 121 tumbas de soldados caídos. Los jóvenes soldados que sobrevivieron, padecieron heridas físicas y psíquicas persistentes en su madurez, mientras que las familias de los que cayeron en la guerra transitan un duelo prolongado entre el dolor y el orgullo.   

(IRB)

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