La Argentina, dada sus políticas ilimitadas, desmesuradas, siempre ha sido pródiga en alimentar anécdotas que fueron historia, y que sin bien parecen hasta exageradas, las producimos por obsecuencia, devoción o militancia poco ética. Iniciando este “vuelo” refresca memoria, comencemos por Perón cuando fue obligado a dejar el poder, y la revolución lo conminó a un largo exilio, tuvo que refugiarse en una lancha cañonera perteneciente a la República del Paraguay, surto en el puerto de Buenos Aires. Vía como último recurso que le permitió no ser detenido y comenzar su alejamiento, “trepando” los países de América hasta cruzar el Atlántico y afincarse en España. Esta urgente partida ocurrió el 19 de setiembre de 1955, estando fuera del país 17 años, 1 mes y 29 días, cuando pega la vuelta el 17 de noviembre de 1972. Mientras tanto en tan larga ausencia, en la jerga popular siempre se adoptaron símbolos, gestos, consignas, que mantuvieron viva su imagen como un precepto religioso, el regreso del General. Me acuerdo esas frases que ostentaban frentes de casas, cordones, calles, toda superficie que por sorpresa se permitía “recordar” con sus leyendas, abrigando la esperanza del retorno. La más famosas: “Luche y vuelve”. La otra en una perfecta resolución de breves líneas el “Perón vuelve”: sintetizado con una “V” corta y en el medio la “P”. Esa famosa “V” de la victoria que fuera utilizada por primera vez que se tenga registro por Winston Churchill, celebrando el triunfo de Stalingrado durante la Segunda Guerra Mundial, que marcó el lento repliegue de los nazis, esa contienda que tanto mortificó al mundo, algunos dicen que la utilizó mucho antes, al finalizar un discurso radial el 19 de julio de 1941. Mientras que en los Estados Unidos se la empezó a utilizar en contra de las consecuencias de la estéril guerra de Vietnam. Como no puede ser menos, el peronismo consecuente con esos ademanes que le sumen promoción, lo adoptó para todo acto, para todo gesto, para siempre marcando la victoria por anticipado, casi como el okey del pulgar levantado, mientras que la “V” de la victoria se remite al desplazamiento de los dedos medio e índice, imitando la V corta. Recuerdo que abundaban mensajes en vía pública de gran carga política, también durante la Guerra Fría, las calles lucían leyendas que decían: “Ni rusos ni yanquis, neutralidad”. Más claro y directo, imposible. El mundo, quería paz.
Pero por qué se aventó la idea que en su delirio se hizo común en la ausencia de Perón, hablar de un supuesto “Avión Negro” que estaría por llegar, o ingresar al territorio nacional. Simplemente porque en uno de los intentos de regreso que marcó su frustrado viaje de 1964, fue detenido en el Aeropuerto de Río de Janeiro (Brasil) y devuelto a España. El “Avión Negro”, dado su color impuesto por la imaginería partidaria no solo aludía el regreso inminente, sino que también se lo usaba, cuando se quería aludir algo no muy claro, algo oscuro, turbio tal vez, como también lo fue “Deben ser los gorilas”, ante sospechas o cosas que quedaban sin explicación, aportando dudas, confiriéndole suspenso, el latiguillo era espontáneo, contundente y suspicaz.
El regreso que sella la radicación definitiva de Perón en la Argentina fue el 20 de junio de 1973, pero fue empañado por esa heterogénea mezcla de ideologías contenidas en un partido, en su deseo permanente de sumar, aunque equivocadamente sin importar cómo, tratando de compartir con la izquierda y la derecha, un verdadero cóctel explosivo de imprevisibles consecuencias. La historia y los implicados recuerdan que sobre la Autopista Richieri, próximo al Aeropuerto de Ezeiza, en el cruce con la Ruta 205 a la altura de Puente El Trébol, se desencadenó una batalla campal donde cada cual bregando por lo suyo arremetió, con la suma de 13 muertos y 365 heridos, obligando que el avión, advertido desde la Torre del Aeropuerto Internacional, cambie de ruta y aterrice en El Palomar. Entonces, Julio Bárbaro, joven, fue preciso y se lamentaba del hecho, expresando: “Ese día las dos supuestas vanguardias intentaron debatir sus liderazgos. Eran Perón y su pueblo, y los actores secundarios que eran los que se creían la vanguardia de izquierda o derecha”, conforme lo menciona el periodista Osvaldo Pepe, recordando los hechos.
El avión siempre los acompañó no con buen plafond, corporizado por el suspenso natural a lo desconocido, que sus fantasías lo identificaban de color negro, porque las dudas siempre están, las fabrican o las atraen, o se comunican mal, pero es una constante de dichos y desmentidas como si costara tanto tener certeza, sin especulaciones o algo que se le parezca, siempre con un motivo descabellado de potenciar el poder, callando o desinformando con ficciones que casi siempre se vuelven en contra.
Ya quedó en el olvido otro avión, perteneciente a Enarsa que en el 2007, año de las elecciones presidenciales que consagraron a Cristina, traía a un personaje que rápidamente se hizo noticia: Alejandro Antonini Wilson, con un maletín recargado conteniendo 800.000 dólares, proveniente de Hugo Chávez posiblemente para asistir a la campaña del partido triunfante. Al querer pasar como si nada, la agente aduanera María Luján Telpuk, de la Policía Aeronáutica Argentina, le ordenó que haga los trámites como corresponde y que abra para mostrar el contenido. Grande fue la sorpresa de todos al comprobar el regalo de los “verdes”, lo que al final se diluye en el tiempo, quedando como avión en vuelo hacia al infinito. Las cosas no han cambiado, porque otro avión de gran porte, un Boeing 747 se posó en Ezeiza días pasados, perteneciente a la empresa venezolana Emtrasur, con 14 tripulantes de Venezuela y 5 iraníes. Paralelamente, como figuraban vuelos programados debía recalar otro avión -de línea- proveniente de la República Bolivariana de Venezuela para levantar pasajeros en Buenos Aires, otro Boeing 747-300. Como Argentina había detenido al primero para investigaciones ante muchos interrogantes suscitados respecto de la tripulación y otras dudas que quedarán en el olvido, antes de que suceda lo mismo que con el primero, el país latinoamericano derivó este segundo vuelo a Bolivia, dejando varados pasajeros en Ezeiza.
Uno nunca sabe si dar crédito a todo lo que ve, lee y oye, dado la evolución de los hechos y sus desenlaces imprevisibles. Por eso, puteamos, gritamos, lloramos o reímos, o mucho mejor, recordamos poesías populares coincidentes sin proponérselas, que vuelven a repetirse con los mismos errores, sin el mínimo recato de corregirlos. Como por ejemplo echar mano al tango, de Enrique Cadícamo, “Por la vuelta”, que canta la repetición de circunstancias por errores que los cometemos conscientes o inconscientes. “La historia vuelve a repetirse, / mi muñequita dulce y rubia, el mismo amor, la misma lluvia / el mismo, el mismo loco afán…”/ Es ciertamente, repetitiva y coincidente que a veces se dan, pero tratemos de hacer lo posible por transparentarlos, no quedar sospechosamente en el aire alimentando la imaginación popular, que la suposición construye, convirtiéndolos en símbolos que tienen una razón de ser, como el famoso “Avión negro”, o “Deben ser los gorilas”, que daban cuenta de que había algo más. El periodismo no intoxica, ve y cuenta. Lo que intoxica, son las verdades a medias. Que ni explicando logran convencer.