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Sinforosa Rolón y Rubio: la mujer que ayudó a los más desprotegidos de Goya

La vida de la dama que hizo una promesa luego de que su historia de amor fuera impedida por la guerra de Pago Largo. Destinó todo su patrimonio para asistir a las personas de bajos recursos en el siglo XIX. 
 

Por El Litoral

Domingo, 24 de julio de 2022 a las 02:00
Gentileza/Tiburcio Rolón (1810-1839)
Gentileza/Antigua Casona de Sinforosa Rolón y Rubio, Goya.
GentilezA/sinforosa rolón y rubio

Verónica Tossutti
@verotossutti

La historia de la mujer benefactora que marcó un antes y un después en la ciudad de Goya: Sinforosa de Jesús Rolón y Rubio era considerada “la dama del bien”. Fue muy amada y respetada por la gente, gracias a su gran dedicación a los más desprotegidos. Fundó el primer hospital de Goya “San Juan de Dios”, la Iglesia La Rotonda San Roque y Jacinto, también  abrió los primeros comedores para la gente del pueblo. 
Sinforosa nació un 13 de julio de 1814, cuando la patria aún se estaba gestando. Era la tercera hija de José Jacinto Rolón y de Juliana Rubio. Su legado provenía de una de las primeras familias en pisar suelo correntino. Eran grandes terratenientes y comerciantes, por lo que poseían una buena fortuna. A principios del siglo XIX, Goya se encontraba en pleno crecimiento producto del puerto por su ubicación a las orillas del río Paraná, los Rolón y Rubio exportaban frutos a otros países, de esta forma adquirieron varios inmuebles que luego fueron heredados.
De joven creció en el pueblo junto con sus cinco hermanos, educada bajo la fe católica y con profesores particulares, pero viendo de cerca las necesidades de la gente. De este modo, silenciosamente dedicó su vida y su fortuna en obras fundamentales para el desarrollo social de la comunidad.
El profesor de Historia y miembro de Número de Investigaciones Históricas y Culturales de Corrientes, Darío Andrés Núñez, indicó a El Litoral: “Por aquellos años la mujer estaba relegada por la sociedad. A Sinforosa le gustaba viajar, ayudar a su pueblo y hacer buenas acciones con su patrimonio”. 
La vida de Sinforosa toma un tinte diferente el 31 de marzo de 1839 y el detonante es atribuido a la Batalla de Pago Largo, cuando Corrientes se levanta en armas contra las políticas rosistas por la negativa porteña a permitir la libre navegación por los ríos. Tal decisión perjudicaba la exportación y el desarrollo económico de la provincia correntina. 
La joven estaba profundamente enamorada de su primo Tiburcio Antonio Rolón. Si bien su familia no se oponía a ese romance, la batalla sí. Ambos estaban comprometidos y habían acordado que luego del combate iban a contraer matrimonio.
Lo cierto es que su amado era jefe militar de Infantería en el ejército de Berón de Astrada, por lo tanto, formaba parte de la tropa que luchaba en la Batalla de Pago Largo.
El enfrentamiento se desarrolló a orillas del arroyo Pago Largo ubicado al sur de Curuzú Cuatiá. Pese a que el ejército correntino brindó gran resistencia, fue derrotado por la caballería de Justo José de Urquiza. La batalla dejó como saldo cerca de 3000 muertos, incluyendo a 800 prisioneros que fueron degollados, entre ellos, el prometido de Sinforosa.
La muerte de Tiburcio marcó la vida de Sinforosa profundamente, tanto así que juró hacer honor a su prometido de viajar por el mundo y de buscar las mejores herramientas para ayudar a los demás. De este modo, a los 25 años tomó la decisión de no contraer matrimonio, tampoco de tener hijos y de buscar el bien para los desprotegidos. 
Comenzó a contribuir en las zonas más humildes de Goya, ayudaba a las familias de pescadores, a los enfermos que se encontraban convalecientes, ofrecía meriendas todas las tardes a los niños y aportó con los primeros comedores comunitarios del pueblo. 
En 1859 cuando emprendió un viaje rumbo a Italia, pero primero pasó por España y contrató al doctor Jaime Sellarés como médico personal, a quien luego se lo llevó a vivir al pueblo goyano para que trabajara en el hospital que pensaba construir. Sus deseos se cumplieron y en 1886 asistió a miles de enfermos de cólera y, posteriormente, viruela. 
En su viaje, recorrió Francia, Génova y después llegó al Vaticano, lo que la consagró como la primera mujer en reunirse con el papa Pío IX. Motivada por sus creencias religiosas, siguió su viaje a Beirut y al desembarcar recorrió Tierra Santa. 
“Según la tradición local, Sinforosa se bajó del camello y el recorrido lo hizo descalza sobre la arena caliente por una cuestión de fe”, contó a El Litoral el profesor Núñez. 
El viaje duró dos años, en la aventura adquirió nuevas ideas y diseñó nuevos proyectos para aportar con nuevas instituciones que colaboraban con la sociedad más carenciada de la ciudad del Surubí. 
Cuando llegó a Corrientes creó la Sociedad de Beneficencia, y ocupó su patrimonio para fundar el primer hospital de Goya “San Juan de Dios”, en 1890, que fue construido en una zona remota a la orilla del río donde vivía la clase popular. La idea era que la gente pudiera acceder a los controles médicos gratuitos. 
“Ella mandó a buscar desde Francia el instrumental quirúrgico. La farmacia era bastante imponente teniendo en cuenta que en esa época a los medicamentos los hacían en el momento”, contó Núñez a El Litoral. 
Luego creó el Asilo de Ancianos, y les dio importancia a los adultos mayores pertenecientes a las clases menos favorecidas y de zonas alejadas al centro de la ciudad. 
Sinforosa murió a los 82 años, a causa de una neumonía muy severa, y en su testamento dejó explícito que se vendiera su ganado y se construyera una iglesia y que sus restos familiares reposaran en la cripta. Esto se cumplió y fue su amigo el arquitecto italiano Francisco Pinarolli quien construyó la gran Iglesia La Rotonda que ella había pedido. 

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