¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

PUBLICIDAD

La competitividad fiscal

Por El Litoral

Martes, 27 de septiembre de 2022 a las 01:00

El índice de competitividad fiscal es desarrollado anualmente por la Tax Foundation, un prestigioso think tank que desde 1937 funciona en Washington DC. Busca medir la competitividad y la neutralidad de los sistemas tributarios de los 38 países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) a partir de 40 variables.
Un código tributario competitivo será aquel que conserve bajas las tasas impositivas marginales. Las más altas constituyen un obstáculo a la inversión e inducen a la evasión fiscal. Desde este punto de vista, Ocde considera que el impuesto a la renta corporativo es el más perjudicial para el crecimiento económico, mientras que el impuesto a la renta de las personas humanas y los impuestos al consumo son considerados los menos dañinos.
En cuanto a la neutralidad, se traduce en recaudar la mayor cantidad de ingresos con la menor cantidad de distorsiones económicas. Las normas tributarias más complejas son por ello menos neutrales.
En resumen, los sistemas competitivos y neutrales, promueven el crecimiento económico sostenible y la inversión y generan ingresos para las prioridades de los gobiernos.
Al analizar el ranking de países de la Ocde de 2021, observamos que por octavo año consecutivo Estonia ocupa el primer lugar, con un impuesto sobre los ingresos corporativos del 20% que solo se aplica respecto de las ganancias distribuidas, con lo que se promueve la reinversión de utilidades en las empresas. Respecto, del impuesto a la renta de individuos, también aplica una tasa impositiva del 20% y respecto del impuesto sobre la propiedad se aplica solo sobre el valor de la tierra.
Letonia, que acaba de aplicar un sistema impositivo corporativo similar al de Estonia, tiene además un sistema eficiente para gravar los ingresos laborales. También aparecen en destacada posición Nueva Zelanda, Suiza y Luxemburgo.
En la vereda opuesta, se encuentra Italia, con el sistema fiscal menos competitivo de la Ocde, con un impuesto a la riqueza sobre los activos financieros e inmuebles en el extranjero, un impuesto a las transacciones financieras y un impuesto a la herencia. Italia tiene además una alta carga de cumplimiento tributario respecto de las empresas y de los individuos.
Los países que tienen una mala ubicación en el ranking poseen tasas impositivas marginales altas sobre los ingresos corporativos.
Es indudable que la mayoría de los países utilizan el sistema tributario como herramienta clave para seducir a los capitales, promoviendo la inversión y potenciando el empleo hacia la productividad. Precisamente, las empresas enfocan hacia países con competitividad, neutralidad y estabilidad en sus sistemas fiscales, con la menor cantidad de distorsiones económicas y menor complejidad de estructuras tributarias.
Desde este punto de vista, nuestro país aparece en una situación muy desventajosa para la inversión, producto de una asfixiante presión fiscal, con enorme e irracional cantidad de tributos, compleja y cambiante estructura impositiva, y altos niveles de costo de cumplimiento fiscal.
Ante la escasez de ingresos que enfrentamos como país, promover el desarrollo y el crecimiento requiere, entre otras cosas, estructurar un sistema fiscal competitivo que tenga como centro la recuperación económica, sumando incentivos a la inversión, dando lucha férrea contra la informalidad y propiciando una política eficiente con el gasto. La reforma fiscal ocupa un lugar prioritario en la escena del país que apostamos a construir.

Últimas noticias

PUBLICIDAD