n Un estudio financiado por la Universidad Nacional del Nordeste (Unne) concluyó que “sería altamente factible aprovechar la totalidad de las hojas de la planta de mandioca en el momento de la cosecha de las raíces para evitar su desperdicio y hacer un uso integral de ella como fuente promisoria de proteínas y minerales para la elaboración de alimentos”.
Esa así que evaluaron el aporte nutricional de las hojas secas de diversos genotipos de mandioca cultivados en Corrientes para satisfacer la ingesta diaria recomendada de proteínas y minerales para una población escolar potencial de niños de entre 3 y 13 años de edad. Evaluaron químicamente muestras foliares secas y molidas de 23 genotipos de+ mandioca.
Los resultados mostraron que una porción de 100 gramos de las muestras analizadas aportó hasta el 78 % de la Ingesta Diaria Recomendada de proteínas (IDR). Una porción diaria de 33 gramos de harina de hoja de mandioca aporta hasta el 23 % de la ingesta diaria recomendada de proteínas y el 100 % de la de calcio, magnesio y hierro requerida por esta población escolar, junto con otros minerales.
Utilización de biomasa
La utilización de las hojas permitiría aumentar la productividad del cultivo, maximizar la utilización de la biomasa, amortizar los costos asociados a su producción y reducir el impacto ambiental inducido por su descarte, mejorando la sustentabilidad y productividad de dicha cadena agroalimentaria.
La investigación fue publicada en la revista Horticultura Argentina, de la Asociación Argentina de Horticultura (Asaho). El equipo de investigación estuvo encabezado por Ángela Burgos, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Unne. Colaboraron profesionales del Centro Tecnológico de Producción de Corrientes y del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) Estación Experimental Agropecuaria Cerro Azul, Misiones.
Producción local
El cultivo de mandioca (Manihot esculenta Crantz) es de gran importancia en la alimentación de millones de personas en Asia, África, América Latina y el Caribe. Es realizado en gran medida por pequeños productores con el propósito de emplear sus raíces tuberosas amiláceas para autoconsumo, alimentación animal, venta como hortaliza en fresco o para la obtención de fécula.
En Argentina, su producción se concentra en las provincias del nordeste: Misiones, Corrientes, Formosa y Chaco donde su producción ronda 223.500 toneladas de raíces distribuidas en unas 15.000 hectáreas.
Contenido alimenticio
Las hojas de mandioca poseen importantes contenidos de proteína, vitaminas y minerales que, aunque se conocen, no se aprovechan en el desarrollo de tecnologías para la elaboración de productos para consumo humano.
Si bien en Argentina las hojas de mandioca son un subproducto usualmente desperdiciado en los campos, se han realizado recientes investigaciones principalmente relacionadas con su uso potencial forrajero para la elaboración de productos para alimentación animal, otorgándole un uso alternativo como estrategia de aprovechamiento y valoración para los productores agropecuarios del nordeste argentino.
De igual manera, por su aporte nutricional, podrían pasar a ser un derivado de alto valor agregado incorporado en mezclas alimenticias para personas con deficiencias nutricionales o en dietas con mayor requerimiento proteico, vitamínico o mineral.
Desde el punto de vista nutricional, el uso de harina de hoja de mandioca para consumo humano es recomendable en niveles de inclusión máximo del 10 % debido a que porcentajes de inclusión mayores producen niveles de digestibilidad menores y poco favorables para el consumidor.
Innovación
En países como Tailandia, se inició la producción de comprimidos de hojas y de retoños tiernos de mandioca como fuente de proteína. En Perú se estudia su uso como sucedáneo en la elaboración de fideos, siendo recomendada la sustitución de 7 % de harina de hoja de mandioca, por ser un producto de bajo costo y que contribuye nutricionalmente a niños, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad en programas alimenticios.
En Porto Alegre, Brasil, los comedores escolares ofrecen una mezcla “multimistura” basada en 100 g de harina de hojas de mandioca, 600 g de salvado de arroz, 100 g de semillas de sésamo o de lino, 100 g de dolomita y 100 g de avena que se agrega a razón de una cuchara de postre por día para infantes, integrada en las preparaciones diarias de las comidas.
La inclusión de harina de hojas de mandioca en alimentos para consumo humano puede ser una alternativa alimentaria innovadora para Argentina, donde las raíces tuberosas constituyen el único producto de cosecha de esta especie.
Alternativa
En las cadenas agroalimentarias hortícolas, implementar estrategias tendientes a intensificar el uso de los subproductos y su agregado de valor, constituye un desafío para dar un destino útila la proporción no comercial en fresco. Este manejo contribuiría al modelo de economía circular sugerido por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación en el actual contexto socioeconómico y productivo global.
El equipo de investigación explicó que si también para la región productora argentina la posibilidad de utilizar las hojas de mandioca se traza como una alternativa complementaria para resolver el problema de desnutrición como un objetivo a largo plazo, una de las prioridades debe ser la caracterización del contenido de micronutrientes de las variedades que actualmente se plantan.
Por esta razón resulta altamente pertinente estudiar las propiedades nutricionales de las hojas de genotipos difundidos entre los productores del país más austral del mundo donde se cultiva la especie, como una alternativa de agregado de valor complementaria a la producción de raíces y como aporte a la ingesta diaria recomendada de proteínas para una población de entre 3 y 13 años de edad basada en una dieta diaria de 1050 a 2550 kcal.
Cultivo
El experimento se llevó a cabo en el Campo Didáctico-Experimental de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Unne, en Corrientes, Argentina.
Las muestras foliares que incluyeron láminas y pecíolos fueron colectadas de 23 genotipos de mandioca que se encontraban implantados en el huerto clonal del Campo Didáctico-Experimental de la FCA.
Los cultivares evaluados fueron denominados localmente como: Tapó Joá, Rocha, Amarilla, Palomita, Clon 30, Clon 60, EC9, Yerutí, Ramada Paso, Catiguá y Blanca de Santa Catarina pertenecientes al banco de germoplasma de la Cátedra de Cultivos III; a los que se agregan los cultivares Paraguaya Cerro Azul, Mojeña Amarilla Salta, Ramaceda Chaco, Verde Santa Ana, Corrientes, Amarilla Marcelo, Amarilla Cerro Azul, Amarilla Molina, Brasilera Roque T., Rito B., IAC 90 y Gajuda Minusso. Estos 13 últimos materiales fueron provistos por la colección de germoplasma de la Estación Experimental Agropecuaria Cerro Azul de la Provincia de Misiones, que se encuentra enmarcada dentro del Proyecto de Evaluación de Cultivares del Programa Nacional de Cultivos Industriales del Inta.
La plantación se realizó en septiembre de 2015 y la cosecha se llevó a cabo manualmente en mayo de 2016. Las plantas no recibieron fertilizantes y el control de malezas se realizó mediante carpidas, sin aplicación de fitosanitarios.
Laboratorio
Las muestras de 20 hojas se tomaron de 6 plantas al azar de cada repetición, ubicadas en las líneas centrales de cada parcela y fueron colectadas de diferentes estratos de la planta (apicales, intermedias y basales) componiendo una muestra compuesta. El muestreo foliar se realizó 9 meses después de la plantación en fase de madurez y en coincidencia con la cosecha de las raíces tuberosas para lo que el cultivo fuera implantado.
Posteriormente, las muestras fueron molidas hasta obtener una harina fina que se tamizó con malla de 1 mm. De cada muestra se tomó una sub-muestra a partir de la cual se determinó la concentración (gramos en 100 gramos de muestra en base seca, es decir %) de nitrógeno (N), fósforo (P), potasio (K), calcio (Ca) magnesio (Mg), hierro (Fe), cobre (Cu), manganeso (Mn) y zinc (Zn).
Pérdidas
Esta investigación genera información de utilidad para poder desarrollar nuevos productos mediante estrategias basadas en la ciencia que sustenten la recuperación y conversión de alimentos perdidos y/o desperdiciados.
“A esto sin duda debemos agregar la oportunidad de incentivar las economías regionales para los pobladores rurales del nordeste argentino”, manifestaron en la investigación.