¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

PUBLICIDAD

A babucha de Lula

El menor esfuerzo siempre coronó de comodidad sin riesgos todo emprendimiento.

Domingo, 08 de enero de 2023 a las 01:10

El domingo último, primero de enero, asumió su Tercer mandato, Luiz Ignacio Lula da Silva, como Presidente de la República Federativa de Brasil. El líder del Partido de los Trabajadores, se distinguió de muchos por los altos conceptos democráticos exaltados en su mensaje, hasta las lágrimas, emoción que le sirvió para la pausa.
Donde fueron iguales a nosotros como “digno ejemplo de republicanismo”, fue en la entrega de atributos presidenciales, donde faltó quien había cumplido con el período señalado, el propio Bolsonaro, Presidente saliente, con escala en Miami, Estados Unidos, reeditando lo de Cristina con Macri.
Le fueron entregados bastón de mando como la banda presidencial por integrantes de etnias y minorías sociales, como claro concepto de civilidad y armónica convivencia.
En la agenda del primer día, sobresale la audiencia con Alberto Fernández, en la desesperada búsqueda de consenso y carga de energía, en un año que promete sorpresas porque aquí también se corre de nuevo una muy importante competencia. Pero a lo argentino, con todo el cotillón y las licencias que siempre se permiten, desbordantes y bullangueras.
No es que todos salimos fallados a la hora de evaluar nuestro comportamiento berreta, sino que pensar eso cuesta, y tener sentido común mucho más porque allí tiene razón la lógica, no la improvisación ni el compromiso político.
Comprobamos que los argentinos por el mundo, en cualquiera de las tareas que les ha tocado en suerte desarrollar, se destacan por talentosos, trabajadores.
Porque se aborda el trabajo con el cumplimiento férreo, ya que se debe comer, instalarse, conformar un proyecto de vida serio y responsable.
Dejarnos de chácharas, emprender tareas y no cejar en la perseverancia, que es un recordatorio permanente de nuestro deber. Ser buenos ciudadanos no es solamente cosechar ocio, únicamente derechos que nos benefician, sino ser respetuosos de las obligaciones.
Por qué a babucha, aupados siempre, porque se hizo costumbre en la mala política aprovechar sin merecernos el envión del otro para que el esfuerzo común no nos deje mellas ni callos visibles.
El advenimiento de Lula viene bien para este Gobierno, deslucido y no creíble, incapaz de ser coherente. Esto es como el Mundial en su previa, que muchos en su inocencia creían que todo se iba a solucionar si ganábamos. Pero los aumentos siguen su marcha inexorable, la inflación crece, y la desazón se ha hecho carne cada vez que ponemos en primera al changuito.
A veces uno se pregunta si esos golpes de noticias a que nos tienen acostumbrados, son programados para levantar el optimismo o simplemente producto de la improvisación como forma natural de proceder.
Por ejemplo, el pedido de juicio político para el Presidente de la Corte, Horacio Rosatti, porque en verdad siempre es el costo con la Justicia lo único que verdaderamente les preocupa. Se han pasado más de 3 años, discutiendo por lo mismo, peleando en público, desgarrándose las investiduras.
Nada de respeto, sino guerra abierta, enojos, conciliaciones, todos los extremos mientras el “paper” no alcanza. Digo papel porque no sé si corresponde aún llamarla plata, acaso nos queda aún algo de respaldo que dé certezas. Estar más cerca cada vez del 100%, anual no es elogio alguno, es condena, más de lo mismo y peor.
Aunque suene monotemático, la repetición es la única forma de recordarnos que hace un tiempo largo no todo es un jardín de rosas. Uno suma dichos, frases, cita anécdotas, apela a sinónimos, a fin encontrar la manera de gritarnos al oído que somos un barco a la deriva, a ver si lo solucionamos de una buena vez. Sin embargo la hipocresía de ver las cosas como nos conviene y no como son, hacen que los yerros se perpetúen.
A propósito, muchos hemos recurrido a las charlas didácticas, simples, entradoras, ejemplares de Steve Jobbs, como motor motivacional para cambiar.
Y no cansan, por el contrario advierten generosamente, tratando de evitar el colapso personal y de toda una sociedad desordenada, donde la disciplina es una mueca tan solo un gesto que siempre burlamos.
“No se dejen atrapar por dogmas, no vivas con los resultados del pensamiento de otras personas. No permitas que el ruido de las opiniones ajenas silencie vuestra voz interior. Y, más importante todavía, tened el valor de seguir vuestro corazón e intuición, porque de alguna manera ya sabes lo que realmente querés llegar a ser. Todo lo demás es secundario”.
Claro está que uno trata de persuadirse, pero el populismo de entrecasa nos ha llevado a lugares jamás soñados, por lo inaudito, donde la opinión del otro en contra de un sistema perimido no vale, si a la hora de acumular las culpas siempre es culpa del otro.
Tal vez apelando a un cambio de afecto, logremos no estar a babucha de nadie, sino por nuestros propios esfuerzos. Cambiar de actitud, no dejarnos llevar por las pasiones desmedidas que por ser extremas pierden el sentido común, hacer cualquier cosa menos lo que se debe.
Por eso, resulta simpática y aleccionadora las palabras del actor Sylvester Stallone, hablando del compromiso del ciudadano para con su país, en su entrega y lo que espera de él, ya que existe en ello un deseo correspondido cuando la sinceridad se despoja de lo que no sirve. Quita, deja el camino librado de espinas.
“Yo quiero lo que todo ciudadano quiere, lo que cualquiera que viniera aquí a trabajar y a dejarse la piel, quiere: que su país lo quiera tanto como nosotros lo queremos a él”. Pero ese amor debe tener la sinceridad de responder con el mayor respeto, sin auparnos en la influencia del otro. Sino ganarnos el afecto por méritos propios, a babucha de nadie, tan solo de nuestra propia conciencia.

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Últimas noticias

PUBLICIDAD