Por Francisco Villagrán
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Especial para El Litoral
Desde el primer encuentro que puede ser considerado oficial entre un avión de combate y un ovni, que le sucedió al capitán Thomas Mantell tripulando un avión caza Mustang P-51 y con el que finalmente termino cayendo y muriendo, se han sucedido muchos casos en distintos países, en los cuales si bien no hubieron muertes, han sido hechos considerados muy graves, que llevaron a las distintas fuerzas armadas y aéreas, a tomar distintas medidas de precaución para evitar cualquier accidente mortal. Tomemos como ejemplo un hecho sorprendente y extraordinario que ocurrió en la isla del Puerto Rico, el 23 de diciembre de 1988 y fue presenciado por más de cien personas en el atardecer de ese día, a las 19, 20 aproximadamente. Parece un hecho fantástico, increíble, pero realmente sucedió y mucho se comentó en ese momento, aunque después, con el paso del tiempo, todo se fue olvidando hasta desaparecer de la memoria colectiva. Pero los archivos y la memoria colectiva y periodística existen y nos recuerdan como sucedieron los hechos.
Fue realmente un hecho sorprendente y extraordinario el que ocurrió en la isla de Puerto Rico el 23 de diciembre de 1988 y fue presenciado por más de 100 personas alrededor de la isla, alrededor de las 19,20 aproximadamente de ese atardecer. Los testigos, desde diferentes puntos de la isla, observaron como una enorme nave de formas triangular atravesaba rauda y silenciosamente el cielo. Tenía un foco amarillo de gran potencia en la parte central, dos luces rojas en una de sus esquinas y dos amarillas en el lado opuesto. Más allá del avistamiento de esta gigantesca nave, que no fue identificada como terrestre por ninguno de los observadores, lo que ellos vieron con sus propios ojos, fue realmente increíble.
Pero lo que a continuación sucedió fue un hecho impactante y sorprendente: de repente aparecieron en el cielo, al lado de esta gran nave desconocida, dos aviones caza de combate F 14 estadounidenses, procedentes del gran portaaviones nuclear USS Nimitz anclado cerca de allí y comenzaron a hacer maniobras del gran objeto luminoso. Parecía como que lo provocaban o que intentaban hacerlo cambiar de rumbo. Sin embargo, el gran ovni continuó desplazándose con la misma velocidad, en forma regular y al parecer sin alterarse por la presencia de los dos aviones de guerra que lo seguían muy de cerca. Los cazas le pasaban al extraño aparato por arriba, abajo y los costados, como mostrándose y haciendo ver que buscaban interceptar o hacer cambiar de rumbo al ovni. Pero este se mantenía a la misma velocidad sin inmutarse por los hechos. En cierto momento, los dos aviones, que parecían pequeños insecto al lado del gran artefacto desconocido, hicieron una maniobra que los dejó atrás del objeto, se acercaron uno por cada lado, como una maniobra estratégica pensada. La gigantesca nave se detuvo, de golpe, quedando inmóvil en el aire, en una maniobra imposible de realizar por cualquier aparato terrestre convencional, lo cual dejaba demostrado a las claras que se trataba de un aparato extraterrestre. Y aquí lo extraordinario: al pasar por su lado el avión de la derecha, fue succionado hacia adentro del extraño aparato, ante el asombro de los muchos testigos que estaban viendo desde tierra. Hecho esto el gran aparato aceleró y se puso en el camino del otro avión de caza que lo estaba siguiendo, le dio alcance fácilmente y también lo succionó. Ninguno de los circunstanciales testigos desde el suelo, volvieron a ver a los dos aviones. Literalmente desaparecieron en el aire. Pero aquí no terminan los hechos increíbles: el gran objeto se dividió y se convirtió en dos más chicos. Ya no era una sola nave, sino dos más chicas, cada una con la comentada forma de triángulo rectángulo y tomaron distintas direcciones para perderse en pocos segundos a gran velocidad en la inmensidad del cielo nocturno, ante la vista y el estupor de los numerosos testigos.
Un hecho de características realmente espectaculares como el mencionado, no podía pasar desapercibido y mucho menos ignorado por las autoridades norteamericanas, cuando había de por medio dos pilotos de combate desaparecidos en muy extrañas circunstancias. Ante las denuncias de tantos testigos visuales directos, las autoridades de la Armada norteamericana, negaron en principio el incidente, aunque posteriormente reconocieron, ante la insistencia de los numerosos testigos y algunos medios que se hicieron eco del caso, que los dos aviones se perdieron en alta mar, realizando maniobras. Quizás esto no lo crean las personas que no vieron el impresionante suceso, pero los numerosos testigos que vieron bien de cerca el trágico desenlace de la situación, por supuesto que no se tragan la píldora, una vez más la verdad es escondida.
Casos como este hay muchos en todo el mundo, aunque no con la desaparición de dos aviones de guerra, lo que debe ser considerado como un hecho muy grave, por sus implicancias. Una experiencia que le sucedió a un piloto iraní en 1976, puede considerarse como otro se estos tantos casos. El hecho, sucedido en Teherán ocurrió cuando un avión de combate F 14 de la Fuerza Aérea Iraní, fue enviado para comprobar las numerosas denuncias realizadas por personas que aseguraban la presencia de platillos voladores. Cuando el avión se aproximó, a unos 40 kilómetros del objeto, el piloto perdió el control de todos los instrumentos, debió interrumpir la misión y abandonar la aproximación al objeto y regresar a la base. Cuando se alejaba del objeto, ante su sorpresa, los controles de a bordo volvieron a funcionar normalmente.