El apellido Perugorría, que significa en idioma vasco “Pedro el Rojo”, es oriundo de Navarra, España, donde los primeros registros históricos del apellido aparecen hacia el año 1560. La pequeña ciudad de Vera de Bidasoa fue por varios siglos el centro de la familia, de donde muchos miembros emigraron a América.
Pedro José Perugorría Yanci , llegó a Corrientes, hacia 1780, y se casó con Ana Vergara de La Pera. DonPerugorría prosperó económicamente, y se puede ver su influencia en el hecho de que fue uno de los pocos notables invitados a formar el cabildo abierto de Corrientes en 1810, convocado para apoyar a la Revolución de Mayo de Buenos Aires.
El 19 de septiembre de 1791 nació su primogénito, llamado José (por su padre) y Genaro (el santo de ese día en el calendario). La prosperidad alcanzada por su padre le permitió a Genaro ir a Buenos Aires para estudiar en el Colegio San Carlos, actual Colegio Nacional Buenos Aires. Genaro luchó como voluntario con 15 años en las invasiones inglesas de 1806 y 1807. Al terminar sus estudios en Buenos Aires en 1810 había planeado continuarlos en la Universidad de Chuquisaca, donde ya se había recibido de abogado, José Simón García de Cossio, quien se constituyó en el primer abogado correntino con título; y hacia allí se había encaminado, pero al enterarse de la Revolución de Mayo, cambió el rumbo y viajó a Corrientes a pedir el permiso de su padre para enrolarse en el ejército.
Trayectoria política y militar - En noviembre de 1810 se unió a la división correntina organizada por Ángel Fernández Blanco, con la que se incorporó al sitio de Montevideo. Participó en el asalto de la Isla de las Ratas, frente al puerto de la ciudad sitiada. Pidió la baja en febrero de 1812 y regresó a Corrientes. A las órdenes del gobernador Elías Galván prestó servicio en la defensa contra las invasiones portuguesas a Corrientes y Misiones. De allí pasó al ejército de Hilarión de la Quintana, que operaba contra los federales de Entre Ríos, pero por razones que se desconocen pasó a revistar a las órdenes de José Artigas. Perugorría inicia así su plan oculto de descubrir las tramas que hilvanaba Artigas y denunciar en su momento.
Se convirtió en el hombre de confianza del caudillo oriental, que en mayo de 1814 lo envió a reorganizar el gobierno federal de Corrientes, dirigido por Juan Bautista Méndez. Perugorría convocó el Primer Congreso de los Pueblos Correntinos y se unió al grupo de los dirigentes tradicionales de la capital provincial. En un juego político que habría de costarle la vida, Perugorría ofreció su colaboración al Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Gervasio Posadas, que estaba en guerra contra Artigas, porque traicionó al gobierno central de Buenos Aires, no por federal que fue su discurso y teatralización, sino porque se creyó -engañado en sí mismo- que se convertiría en el Presidente de la Argentina y el Uruguay. Posadas prometió enviarle ayuda a Perugorría y se demora en concretar su promesa.
Perugorría vé que ha llegado el momento propicio para poner en práctica que hace tiempo lo viene meditando, contaba con 23 años por entonces, disolvió el Congreso Provincial que había constituido, repuso en su cargo al Cabildo que había sido disuelto por Méndez y nombró gobernador a Ángel Fernández Blanco, asumiendo él personalmente el título de comandante de armas.
Corrientes es Provincia - Posadas elevaba a Corrientes a la categoría de provincia, y daba a José Genaro Perugorría el título de Mayor del Ejército. La categoría de provincia no significaba autonomía, sino sólo una división administrativa enteramente subordinada al gobierno central. Sabiendo que los caudillos federales controlaban el interior de su provincia, Perugorría avanzó hacia el sur y triunfó sobre ellos en Curuzú Cuatiá. Pero el más poderoso de los caudillos artiguistas de Misiones, Blas Basualdo, “Indio y brutal, como astuto en sus modos de actuar, lo atacó y lo persiguió hasta el Estero de Batel, cerca del pueblo de Saladas; Perugorría se atrincheró en la estancia de Díaz Colodrero. Resistió durante ocho días, sin agua ni alimentos, hasta que el 22 de diciembre se vio obligado a rendirse. Pidió que no haya represalia con su modesta tropa, y él se entregaba. No respetó nada Blas Basualdo y sus hombres fueron sableados y vejámenes de todo linaje. No podía esperarse clemencia ni piedad. Terminada la venganza, Perugorría fue maniatado sobre su caballo, “en pelos”, asegurado de los pies por debajo de la panza del animal y llevado de tiro por un grupo de soldados indios conducido a la presencia de Artigas, quien después de tenerlo unos días en su campamento de “Purificación” sede del gobierno de Artigas en el Uruguay, atado del cuello con una cadena, ordenó su fusilamiento el 17 de enero de 1815.
El desastre se conoció en Corrientes porque la noticia la trajeron los integrantes del ejército de Blas Basualdo, que había ordenado a su lugar teniente el indio Antoñazo, que la difundiera y persiguiera a los patriotas comprometidos con la causa de Perugorría. Los que pretendieron escapar, fueron perseguidos y tomados prisioneros a la altura de Empedrado.
Blas Basualdo ordenó, apenas hubo entrado a la capital, que todos los hombres de nota que habían colaborado con Perugorría fuesen apresados. Los García de Cossio, Latorre y Fernández Blanco, entre otros quedaron a merced de los bandoleros. Es un hecho histórico que don Ángel Fernández Blanco logró salvar su vida previo pago a Basualdo de cuatro mil pesos fuertes. A pesar de considerársele uno de los hombres más ricos de su época, a duras pena pudo reunir la suma reclamada por el libertador guaraní, con la ayuda de su hermano el presbítero Dr. José Vicente Fernández Blanco. Y tan grave fue el saqueo que sufrió en sus bienes que por largos años vivió en la pobreza.
Posesionado Blas Basualdo de la capital, ordenó el fusilamiento del viejo comandante de San Cosme Capitán José Ignacio de Añasco, con buenos servicios acreditados durante la colonia y después de la Revolución de Mayo. Añasco había prestado eficaz y decidido apoyo al levantamiento de Perugorría.
El Capitán “artiguista” José de Silva fue proclamado gobernador y confirmado luego por Artigas dio al pueblo de Corrientes la noticia del fusilamiento de Perugorría en un bando lleno de injurias y obligó al vecindario a iluminar los frentes de las casas en festejo del acontecimiento.
Genaro Perugorría es el auténtico “Prócer” que no ama los pequeños placeres y de la tranquilidad que depara el hogar. Nos parece verlo, con la arrogante postura del luchador incansable, tomando un rápido aliento den las vigilias, para reemprender de nuevo su misión.
Tal vez en esas vigilias visionó el porvenir de su Patria y soñó con su pujanza y grandeza. No puede ser de otra manera porque sus actos así lo demuestran. Comienza Corrientes, precisamente, su vida de Pueblo Libertador desde el día que Genaro Perugorría lanza su célebre proclama, por la que reincorpora a Corrientes al seno de la unión nacional y la confirma con su inmolación.
Gracias al patriotismo que lo iluminó en aquella hora, el pueblo correntino puede enorgullecerse de tener en sus anales a un ciudadano preclaro al par que soldado virtuoso y valiente.
Genaro Perugorría no tuvo descendencia directa, pero el apellido se conserva en Corrientes en familias de la zona de Goya, Santa Lucía y Lavalle. En el Museo Histórico de Corrientes se conserva la sentencia de muerte original, firmada por Artigas. Una mano anónima escribió al margen, "Dios te perdone este crimen". Un pueblo del sur de su provincia, no muy lejos del lugar de su derrota, lleva en la actualidad su nombre.
Trágico símbolo de una era - La breve trayectoria de Perugorría estuvo profundamente mezclada con las tensiones geopolíticas de las primeras décadas del siglo xix. Tras independizarse del dominio español, las provincias del Virreinato del Río de la Plata comenzaron a disputarse la hegemonía en la región. El gobierno de Buenos Aires debió enfrentarse con una coalición de caudillos federalistas, que aviesamente y enancado en un proyecto “exclusivamente personal) lo encabezó José Gervasio de Artigas.
Artigas el auténtico - La historia real de nuestra argentina pone los puntos sobre la “ies” con respecto a este oriental que termina haciendo un flaco favor a las Provincias Unidas, poniendo en riesgo la emancipación y deshilachando su propia figura que en los inicios de los sucesos de Mayo, se había ganado un lugar de admiración y respeto. Dejó al descubierto su compleja personalidad con su franca declaración de guerra al poder nacional. En líneas precedentes mencionábamos que Perugorría, por Entre Ríos, se incorporó a las tropas del coronel Hilarión de la Quintana. Este militar a los pocos meses, cuando San Martín confía al Directorio sus planes, busca incorporarse al Ejército de los Andes y casi llega tarde: el 24 de enero de 1817 se incorpora cuando el ejército ya estaba en marcha, integrándose al estado mayor. Es que el coronel Hilarión de la Quintana estaba en Entre Ríos, frenando las primeras arremetidas de Artigas y sus indios. Esta es la muestra palmaria de que el pensamiento de Perugorría estaba más en la causa grande que en distraer nuestras energías en saldar caprichos e imponer proyectos internos descabellados.
Este es uno de los cientos de ejemplos que se multiplicaban en todo nuestro territorio. En Corrientes, con la mayoría de nuestros hombres incorporados a regimientos nacionales en Buenos Aires, en el Norte y con San Martín, quedamos casi huérfanos para defendernos de Artigas cuando se alzó contra el gobierno patrio y abrió un nuevo frente de lucha, desatando una guerra civil en el Litoral. Admiramos al prócer uruguayo en todo lo bueno y constructivo que hizo por la libertad de su país y del nuestro. Es decir cuando actuó como patriota en 1810. Pero no tiene nuestra simpatía y no podemos pasar por alto los correntinos, en honor a la verdad histórica, ciertas actitudes que han dejado un saldo negativo, como cuando abandona el sitio de Montevideo con 2.000 hombre el 14 de enero de 1814, dejando desguarnecida el ala izquierda de la línea, favoreciendo los planes del enemigo común; se va Artigas porque no se accedió a sus caprichos de carácter político.
Lo que es peor en los momentos más difíciles en la lucha contra los españoles: se alza contra el gobierno Patrio y avanza sobre Entre Ríos, Santa Fe y Corrientes. No puede tampoco tener nuestra aprobación cuando al frente de los indios misioneros, invade nuestras tierras en las que pretende imponer una federación de horca y cuchillo, y cual nuevo Atila mira con complacencia, y hasta pareciera que fomenta la licencia que en todos los órdenes desatan sus “barbaros” tenientes.
No estamos con él cuando impide el envío de los diputados de Corrientes al Congreso de Tucumán a proclamar nuestra Independencia, privándonos de la gloria de que nuestros representantes signaran aquel histórico documento.
El artiguismo pasa por Corrientes como una masa anárquica, que todo lo destruyó al influjo de su acción estéril. Artigas reclutó bajo sus órdenes a todos los que se movían en el Litoral sin consultar si coincidían con sus propósitos o no. Es por esa circunstancia que también Elías Galván y Genaro Perugorría se incorporan a la fuerza de Artigas; no lo hacían para servir al caudillo, sino a la Patria y en su suelo natal. Porque Artigas jugaba un rato con los Patriotas y otro rato con su egoísmo. Estos desvaríos del oriental es lo que descubre Genaro Perugorría y por salvar a Corrientes y su Patria, decide desenmascarar sus tretas.
En su intento de controlar Corrientes, Artigas envió a Perugorría, y al llegar a su ciudad natal, Genaro vio que varios correntinos estaban subyugados y cooptados con los engaños aviesos del oriental. Se alineó con los líderes que buscaban realmente autonomía.
En la historia artiguista, escrita por los falsos historiadores, Genaro es llamado "El traidor Perugorría". Para la historia correntina, Genaro es un prócer, un héroe, y su nombre ha sido dado a calles, escuelas, y una ciudad. Y está en el corazón del correntino.