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/Ellitoral.com.ar/ Sociedad

Tragedia y amistad: el piloto salvado por Senna que aceleró para hacer lo mismo

El piloto francés que fue mantenido con vida por Ayrton Senna en la pista de Spa Francorchamps pasa sus días revalorizando el heroísmo del brasileño, quien le salvó la vida al tomar medidas de seguridad providenciales. Dos años después, cuando el triple campeón perdió la vida en Tamburello, Comas intentó hacer lo mismo y corrió con su auto hasta el lugar del accidente. 

José Luis Zampa

Especial para El Litoral

n El 27 de agosto de 1992, en el circuito belga de Spa Francorchamps, la vida de Erick Comas cambió para siempre. Al volante de su Ligier se dio de lleno contra el guardarrail. Un neumático delantero golpeó su casco y dejó inconsciente al piloto francés, cuyas piernas inertes quedaron estiradas, presionando la pedalera.

El pie derecho de Comas apretaba involuntariamente el acelerador del motor Renault V10. Semidestruido, el monoplaza había quedado atravesado en la línea del radio ideal que los demás pilotos iban a dibujar en esa curva, con lo cual el riesgo se multiplicaba: peligro de incendio por sobrecalentamiento del motor y peligro de ser embestido por otro auto en medio de la polvareda suspendida por el despiste previo. Para colmo, cabeza ladeada, con serias dificultades para respirar y el riesgo de una lesión cervical.

Pudo haber sido una tragedia, pero 10 segundos atrás venía al volante de su McLaren el campeón mundial vigente, un tal Ayrton Senna Da Silva, quien observó en vivo y en directo el infortunio de su colega. Al pasar por el flanco derecho y escuchar que el motor de su colega giraba a más de 7000 revoluciones, no lo dudó: se detuvo a un costado de la pista mientras se quitaba los cinturones de seguridad. Y saltó del cockpit para correr a pie hacia el Ligier, en medio de la nube de tierra.

Los videos de aquella heroica acción del piloto brasileño son reproducidos hasta el día de hoy como un ejemplo de solidaridad y camaradería que nunca más se volvió a ver en la Fórmula 1. Senna puso en riesgo su propio pellejo para llegar donde Comas y practicar los procedimientos de rigor, que conocía al dedillo tras recibir la capacitación de su amigo Sid Watkins, el médico inglés que durante años fue jefe del servicio de emergencias de la categoría.

Gracias a que Senna llegó antes que los auxiliares de pista, comandó la situación hasta que arribaron los paramédicos. Apagó el motor y sostuvo la cabeza de Comas en posición correcta, a la vez que se negó a que le quitaran el casco antes de que su cuello fuera inspeccionado por el médico. Tiempo después, el propio Watkins reconoció que el brasileño hizo todo bien en aquel momento: “Cuidó que Erik no sufriera lesiones irreversibles y tuvo razón al no permitir que le retiraran el casco, dado que no sabíamos el tipo de lesión que había sufrido por el impacto de la rueda”.

Dos carreras más tarde Comas volvió al ruedo y tuvo tiempo de agradecerle  a Ayrton. Se fundieron en un abrazo y se volvieron amigos hasta que el 1 de mayo de 1994, en el Gran Premio de San Marino, el protagonista de un despiste fue el paulista, quien con su Williams inmanejable trataba de conservar la punta. Pero el destino fue muy diferente. Se sabe: Senna padeció un traumatismo craneoencefálico gravísimo por el golpe de una barra de suspensión en su cabeza. Ni el casco pudo detener esa jabalina metálica que fue a dar sobre su ojo derecho, hasta apagar su cerebro.

Comas, que en ese entonces militaba para la escudería Larrousse, llegó a boxes y vio los monitores. No lo podía creer. Su amigo Ayrton seguía en el Williams destrozado. Y no se aguantó. Literalmente escapó hacia su auto y aunque estaba la carrera detenida volvió a pista. El rugido de su Ford V8 sorprendió a todos en el autódromo de Imola: era Comas viajando a toda velocidad hacia la curva de Tamburello, en un acto instintivo, con la idea fija de ayudar a su amigo.

Hay un video menos conocido que muestra el momento en que Comas llega hasta el lugar del accidente con su Larrousse. Lo que vio lo dejó paralizado: a metros de Senna, que ya había sido retirado de su monoplaza, comprendió que el campeón del mundo brasileño, ese mismo hombre que lo había salvado dos años antes, estaba muriendo. Los comisarios deportivos no le permitieron descender del habitáculo.

Comas lo observó todo en primer plano, incluso el helicóptero que había aterrizado en la pista para llevar al herido.

“Quise hacer lo mismo que él hizo por mí, pero llegué tarde”, admitió Erik Comas 20 años después, cuando por fin pudo desbloquear aquellos tristes recuerdos. Tan shockeante fue todo para el francés que fue el único piloto que se retiró de la carrera italiana esa fatídica tarde. Junto a su esposa, fue al aeropuerto con intenciones de visitar a Senna en el hospital. Pero cuando su vuelo aún no había llegado la noticia menos deseada se esparció por el mundo al caer la tarde: el triple campeón del mundo, el más carismático de los corredores de F1, había dejado de existir.

Comas tuvo que seguir corriendo en la temporada 1994 por razones contractuales, pero al finalizar el año abandonó para siempre la Fórmula 1. Se dedicó a las competencias de turismo, donde fue campeón hasta su retirada en 2005. Desde entonces ofrece testimonio sobre la generosidad incondicional de Senna, “el hombre que me salvó de la muerte”, admite.

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