El Hombre ha sido inteligente, cuando en base a necesidades y urgencias, el oficio de la vida lo obligó acceder a improvisadas herramientas para acometer sus tareas.
El llegar a ellas fue poner a prueba sus conclusiones más elementales cuando se pudo incorporar de pie, aún abrigado por la caverna de techo y los dibujos rupestres para narrar su historia diaria.
Debía poner ingenio para ir creando herramientas que le permitieran superar escollos nuevos, aunque primigenias, igualmente efectivas.
Para todas las cosas el hombre tiene herramientas a su disposición que resuelven porque para eso las creó, para ayudar, complementándose, facilitando, resolviendo el reto.
Siempre supo ingeniarse para contar con elementos que lo ayuden en el esfuerzo por superar impedimentos, inconvenientes que toda acción promueve.
También en la vida cívica, fueron tomadas virtudes éticas, vitales herramientas que ejercen principios que ayudan a sortear cualquier traspié republicano.
Siempre critiqué el proceder cómodo, escéptico del argentino, de no preocuparse porque los sistemas no abandonen jamás las gestiones. Dejar esas sagradas herramientas de lado es no respetar el mandato conferido, reparar hasta superarlas.
Es estilo obligado de un país desentendido, no hablar ni preocuparse de la saludable política, la que ejerce la construcción responsable de la democracia, porque el dolor de cabeza viene después, y fuera de ventanilla “no hay reclamo que valga.” No la que al “menudeo” embarra todo lo que toca.
La bronca de un país que probó todas las “herramientas”. Habrá que crear otras, hasta que la cosa funcione.
Debemos auditar desde la crítica constructiva la política, no a la que se llega con la maquinita de calcular, destinada a crear opulencia y un seguro buen pasar como tantos que hoy son señores después de haber llegado con una mano atrás, y otra adelante.
Un amigo, el Dr. Antonio Ríos, preocupado y solidario borroneó en un breve papel, el recordatorio de esas herramientas disponibles, que me lo dejó como ayuda memoria, lo cual agradezco y enfatizo, porque no me resigno a una Argentina postergada, cuando toda la vida vi pasar los gobiernos, siempre con el partidismo exacerbado “metiendo la cola.”
HERRAMIENTAS.
“Nuestras legítimas “herramientas” para gobernar bien son la Constitución Nacional, el diálogo y el consenso, en la medida de lo razonable y posible. No la presión a “toda costa” para establecer un “Presidencialismo Monárquico”, con poderes extraordinarios y delegaciones de facultades del Congreso de la Nación, peligrosamente proclive al abuso de poder, los privilegios y la corrupción, antes que el servicio equilibrado del interés público por el bien común.”
Uno siempre tiene fe, pero falta mucho más que eso para lograr el país que no supimos ser por las ambiciones personales, el interés por la facilidad y el acceso a beneficios extraordinarios de gente hecha hoy.
Cuando se produjo la continuidad de “más de lo mismo” reiteradas veces, la prensa internacional hizo un hallazgo con una frase que nos pinta de cuerpo entero en toda víspera de elecciones: “Argentina, el país que premia a sus ladrones.”
Es casi como el síndrome de Estocolmo, cuando la víctima inexplicablemente ama a sus captores, los endiosa, los aplaude y los venera. Cuando la cosa tendría que ser al revés, condenarlos por corruptos.
Siempre digo lo mismo: debemos educarnos políticamente aprendiendo de sus errores, auditándolos hasta formar conciencia que, solo es admisible todo aquello que enaltezca, dejarnos de las vivezas criollas como apropiarse de la esperanza que es lo último y valorable que nos queda.
Ser escépticos, ser ajenos a cuanto acontece, desconocer lo que hacen del país, y recién dedicarle el día de elecciones, nos conduce a que los resultados siempre son sorpresivos y desagradable porque son contundentes e inesperados.
El deseo compartido ha sido, cambiar de dirección con un fuerte golpe de timón que extermine a quienes siempre vivieron del poder. Pero otra vez, la preocupación rondando la historieta, cuando la gente más pobre fue la que optó el sacrificio posterior del cambio, hoy es la que más sufre.
Por eso, que las “herramientas” no vayan a faltar cuando más las necesitemos. Ellas permiten ahorrarnos esfuerzos, sortear de una buena vez esta ciénaga que nos tapa el paisaje e impide el avance natural de los hechos.
Por eso, toma actualidad la pregunta formulada por el presidente Kennedy, cuando se lo hizo al ciudadano de su país: Sí, qué estaba dispuesto a darle a su país a cambio..?
Era una contra pregunta que cambiaba el escenario común de siempre pedir y no conferir a su país para que fuera mejor.
Si por lo menos saliéramos de la maraña del mutismo aunque una puteada del mandamás de turno pretenda hacernos callar, estaríamos asumiendo parte de la responsabilidad ciudadana de controlar a quienes gobiernan nuestro país.
Esto me hace acordar algunos tramos de: “La Marcha de la Bronca”, de Miguel José Cantilo, en otro de los tantos momentos de Argentina en vilo, pero nunca comparado como lo fue entonces.
“No puedo ver tanto desastre organizado / Sin responder / La voz ronca / De bronca / De bronca / Bronca que también es esperanza / Marcha de la bronca y de la fe / ¡Marcha..! Un, dos. /
Es justamente la paciencia de la esperanza y la fe, que aguantan para ver dónde vamos. La bronca, de un país tantas veces perdido que probó todas las herramientas. Habrá que crear otras hasta que la cosa funcione.