La carta de Amanda señala textualmente: Como madre de Fernando Gabriel Píérola, mártir en la Masacre de Margarita Belén, ruego a quienes puedan aportar datos para clarificar el destino final de mi hijo y el de sus compañeros, fusilados por fuerzas militares, en completo estado de indefensión, en la madrugada del 13 de Diciembre de 1976, que se presenten a declarar.
Al recibir la noticia que dos valientes mujeres se acercaron voluntariamente al Juzgado Federal para testificar sobre los hechos mencionados, mi fortaleza de 28 años de lucha interminable, tambaleó.
Nunca me debilité ante la agresión corrupta, la injusticia, la mentira, el ocultamiento, la traición, la impunidad, pero al tener conocimiento de que mi clamor angustiado tuvo respuesta en las voces de esas madres, mis lágrimas acumuladas durante años, lavaron mi soledad.
Supe que no estaba sola, perdida en una sociedad indiferente y temerosa. Supe que no era importante el largo tiempo del callar, del temor, de las amenazas, del ocultamiento. Supe que se abría una enorme puerta hacia el reencuentro de mis propias entrañas, de ese montoncito yacente en algún rincón olvidado, que está esperando mi abrazo, para llevarlo a su Paraná natal, y así poder sentarme junto a su tumba para contarle que él, que ellos, nos enseñaron a ser fuertes, a no temer, a defender un ideal, a valorar la vida, a seguir soñando.
Bendito sea el que pueda dejar de lado los años del silencio, el que tenga la fuerza para declarar verdades, el que por propia voluntad decida acercarse al Juzgado Federal y dejar ese testimonio guardado tan celosamente a través del tiempo, que me permita encontrar por fin, ese pedazo de mi corazón que unido al que me queda, me haga sentir viva nuevamente.
Si Usted sabe, sea mi testigo. Si Usted sabe, declare ante el juez. Si Usted sabe, no calle más, porque 27 años y cinco meses exactos encerrados en el recuerdo, dañan. Yo lo necesito, todas las madres lo necesitamos; regálenos esa verdad, que, oculta, no nos permitirá recuperar lo que vilmente nos quitaron; permítanos, permítame encontrar a mi hijo, a nuestros hijos con su ayuda. Usted será parte de una nueva historia. Gracias.