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Las fobias, confundidas, llevarían a las adicciones

Por El Litoral

Lunes, 11 de septiembre de 2006 a las 21:00
El psiquiatra Gustavo Gómez expresó que muchas veces a la enfermedad se la suele confundir con timidez.



Junto con el pánico y el trastorno obsesivo compulsivo, la fobia social es una de las patologías que se encuentra dentro de los trastornos de ansiedad y se caracteriza por el temor que desarrollan las personas a desempeñarse en público por ser evaluados negativamente. Según los médicos, es común que se llegue a este diagnóstico, especialmente en jóvenes, cuando el motivo de consulta es otro, como el alcoholismo o la adicción a las drogas.
Es que, según explicó a El Litoral el psiquiatra Gustavo Gómez, “ante los síntomas ansiosos se recurre al consumo de alcohol o estupefacientes ya que estos actúan sobre el sistema nervioso central produciendo una desinhibición que le permite interactuar socialmente, por lo que las personas encuentran una solución a sus problemas inmediato pero deriva en una adicción”, manifestó preocupado. Y no es para menos, ya que desde estas páginas constantemente se informa sobre el alarmante índice de adictos que existe en Corrientes y las acciones que llevan adelante diferentes actores sociales con el fin de revertir la problemática.
Aunque el profesional no específico un porcentaje de personas que padecen esta enfermedad, aseguró que “se presenta en una frecuencia muy alta y se distribuye en igual forma en hombres y mujeres”. Asimismo comentó que “sus primeras manifestaciones suelen aparecer en la adolescencia, cuando se ingresa a la universidad”.
A modo de ejemplo acotó que “cada vez que se va a enfrentar una situación social o frente a una persona que por lo general es de mayor jerarquía u ocupa un lugar destacado, o cuando hay que hablar ante muchas personas quien padece de ansiedad social comienza con manifestaciones tales como taquicardia, sudoración en las manos y pies, sensación de descompostura que pueden aumentar de intensidad y terminar en un ataque de pánico”. Ante esta sintomatología, por lo general, “las personas tienden a retirarse del lugar y evitan la situación si le es posible o las enfrentan con mucho sufrimiento”, expresó el psiquiatra.
Por otra parte, dijo que cuando ocurren estos síntomas, los pacientes suelen consultar con el médico clínico, neurólogo, endocrinólogo o de cualquier especialidad, a quien se informa de estas sensaciones, pero tras un exhaustivo interrogatorio y estudios muchas veces la respuesta es que no se encuentra ninguna alteración y que es totalmente normal. Sin embargo, pasados los días, los síntomas vuelven a aparecer, lo que genera un desconcierto en la persona, y comienza a evitar los lugares donde le aparecen las sensaciones, con lo que empiezan a limitarse los movimientos con las terribles consecuencias que esto trae para la calidad de vida y el normal desenvolvimiento de sus actividades.
En este sentido, el profesional expresó que “es importante que se conozca la existencia de este trastorno por que muchas veces se lo confunde con la forma de ser o que solo se trata de una persona tímida”.

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