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El homenaje que Corrientes debe a Berón de Astrada desde 1939 no puede continuar en el olvido

Por El Litoral

Martes, 26 de agosto de 2008 a las 21:00
Por Miguel Fernando González Azcoaga

La Ley Nº 732/36 era clara, contundente y visionaria en cuanto a lo referido al centenario de la Batalla de Pago Largo que Corrientes debía conmemorar el 31 de Marzo de 1939, centrando los homenajes en la figura del Gobernador y Capitán General de la Provincia, el Coronel Don Genaro Berón de Astrada, quien encabezara el primer levantamiento contra Rosas desde Corrientes, y quien sentara las bases de las cruzadas libertadoras que la provincia guaraní -al decir de Mitre mucho después y en otras circunstancias- en pos de Patria, Libertad y Cons-titución.
Ahogado en sangre el levantamiento con la saña más feroz y retorcida del rosismo, la muerte de Berón de As-trada y su ejército de jóvenes mártires simbolizó y caracterizó toda una época en la Historia de Corrientes convirtiéndose en uno de los paradigmas de la Provincia y en una de las glorias más preciadas en las que se rescata para el calendario histórico de la patria chica la fecha memorable, triste y dolida, a la vez que en el panteón de los pro-hombres ilustres se inscribía con el recuerdo indeleble el nombre de su Gobernador, de sus jefes de batalla y de sus hombres que nutrieron, armados e improvisadamente ante las circunstancias, el primer ejército li-bertador correntino.
Para 1936, Corrientes se aprestaba a conmemorar tres años después, la gesta heroica, una de las más queribles y sentidas como la figura de su Goberna-dor en tiempos en que aún prevalecía casi inconmovible una historia y una simbología necesarias pa-ra una Nación conformada y sólida, y para ello se dictó la citada Ley que establecía una serie de conmemoraciones, publicaciones, eventos entre los que debe inscribirse el Mausoleo -defendemos el nombre de tal porque en nuestra realidad lo es- que debía guardar por siempre la urna cineraria del Coronel Genaro Berón de Astrada y servir de tumba cenotafio para los soldados, conocidos o anónimos, como Rolón, Nava-rro, Ocaña, cuyos restos piadosamente el sargento Victorio Gauna sepultó bajo la tosca cruz que labró -cuyo patíbulo conserva hoy el Museo Histórico de la Provincia- y colocó sobre la fosa común del soldado desconocido en el sitio mismo de la batalla.
Dos monumentos tuvo la memoria de Pago Largo y la figura de su Gobernador Mártir: uno, el señalado Mauso-leo en el atrio de la Catedral Metropolitana de la Diócesis. Ya los restos de Berón de Astrada fueron apoteóticamente exhumados del viejo cementerio de la Cruz de los Mi-lagros hacia 1910, asistiendo al acto solemne su centenaria hermana, Misia Margarita Berón de Astrada, enlutada y llorosa aún por la tragedia incomprendida, fotografiándose la escena de la exhumación y reproduciéndose en la “Guía General” de Pedro Benjamín Serrano editada por aquel tiempo, antes de su traslado definitivo a la Iglesia Matriz, panteón provincial de los hombres ilustres de Corrientes. El otro, el pensado monumento ecuestre que nunca se construyó.
Cuando concluía el Gobierno de la concordancia autonomista-radical encabezada por el Dr. Juan Francisco Torrent, entre apuros por la entrega del mando en el año de 1939 que se iba en aquel diciembre, finalmente el mausoleo de Berón de Astrada fue formalmente inaugurado tras meses de obras, cuya piedra fundamental apenas ha-bía sido colocada tiempo antes como reza la lápida de mármol de Carrara empotrada en una de sus caras externas.
La obra era de Luis Perlotti, uno de los más destacados escultores de su generación -cuya casa-museo en Buenos Aires guarda la memoria de sus labores- que dejó imponderables obras maestras en Corrientes, entre ellos ya en 1941 el bellísimo monumento a Mitre y las Cautivas, de-gradado por la desidia de los propios correntinos.
El Mausoleo de Berón de Astrada fue una obra primorosamente concebida para guardar en sus entrañas los restos de uno de los próceres más admirados por el pueblo correntino y uno de los símbolos más aventados por la intelectualidad, declarado Sepulcro Histórico Nacional y restaurado tras años de abandono después de 2003.
Sin embargo nunca se pudo construir, y vaya a saberse por qué oscura razón, el monumento al Gobernador Mártir que debía levantarse en la avenida Costanera -entonces “Senador Juan Ramón Vidal” y desde 1944 “Gral. San Martín”- en el sitio mismo o cercano a la Punta San Sebastián.
Razones y fundamentos asistieron a nuestros mayores para pensar erigir en esta emblemática zona de la ciudad el monumento que esperaba la reivindicada memoria de Berón de Astrada: allí, muy cerca, en lo que es hoy la casa de los Iglesia, estaba la casa natal, el solar, del Gobernador Berón de Astrada justo al lado de la que fuera del Gober-nador Genaro Perugorría, nombres de mártires, para vidas jóvenes inmortalizadas por distintos martirios.
Muy cerca de allí estaba para la Corrientes decimo-nónica el conocido “Paseo Berón de Astrada” que las circunstancias y el tiempo hicieron perder. También cerca de allí, embarcó el Gobernador cuando par-tía a enfrentarse con las huestes de Rosas sumido en presagios y miedos.
Esa obra de Luis Per-lotti, que lo muestra a Ge-naro Berón de Astrada en su caballo como debió ha-ber estado al momento de iniciar la cruzada en la que se inmolaría, en efecto ni siquiera se inició más allá de haberse votado en su momento la suma de cien mil pesos de entonces para sufragar los gastos conmemorativos del centenario y dejar para la ciudad y su pueblo un monumento bello, digno de la gloria de la historia de la que puede envanecerse una provincia, que hoy habría constituido la mejor trilogía del escultor para con Corrientes.
Sólo quedó en el Museo Histórico de la Provincia, entonces también de Bellas Artes, la maqueta al natural de la cabeza del Gobernador, que se exhibe en la Sala de las Luchas Civiles “Hernán Félix Gomez”, y dos fotografías de la maqueta completa del monumento tal como debía ser, como lo ideó Perlotti y lo valoraron en su momento los correntinos, fotografías éstas, verdaderos documentos que guarda la Biblioteca y Archivo “Raul de Labougle” del Museo Histórico Provincial.
La deuda debida a uno de los más notables próceres del siglo XIX, al menos en lo que aquí respecta, permaneció incumplida.
En unos meses más Corrientes recordará el centésimo septuagésimo aniversario de la Batalla de Pago Largo. Lo hará, seguramente, con otros convencimientos, con otras visiones y críticas, distintas a los de 1939, pero sin desconocer a la gesta y al prócer como símbolos inamovibles de su identidad más allá de las visiones que despierta en los revisionistas del pasado en su intento por redescubrir lo que aún no ha salido a la luz.
Esta fecha debería replantear el demorado homenaje debido, aceptado hace más de setenta años, desafío, como tantos que se debe enfrentar quedando en nuestros dirigentes la misión de concretarlos y en sus gobernados la responsabilidad de pedirlo.

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