La casa donde funciona el Centro de Interpretación del Iberá fue recuperada para darle revalorización cultural e histórica. Este edificio fue construido a mediados del siglo XIX, constituye un ejemplo arquitectónico singular en la ciudad de Corrientes.
La edificación posee un lenguaje neoclásico con elementos de zócalo y pilastras encajonadas de una línea muy simple, lo que hace identificable al período cuando la mano de obra local aún no poseía un desarrollo experto del manejo de la arquitectura propia del renacimiento italiano.
Sigue las pautas básicas de una construcción en una planta, con basamento solo marcado en un reducido zócalo de fachada y que a su vez obedece a la inexistencia de niveles de sobreelevación por encima de la cota del nivel de vereda. Consta de un refuerzo de las líneas horizontales con marcadas cornisas a lo largo de su fachada en ambas calles y logra su destaque con el desarrollo de un altillo o mirador en un primer piso, donde las líneas horizontales suavizan hasta llegar a la cornisa la cual, unida a los parapetos que acompañan y definen la línea de los pretiles - barandales en hierro forjado - sirven de coronamiento, remarcando la presencia de la azotea.
Estos altillos o miradores eran estratégicos para una vista privilegiada sobre el río Paraná y además era aprovechado para la utilización como habitación de descanso en las cálidas noches de verano.
Justamente por esta situación geográfica el empresario italiano Francisco Ferro, se instaló en Corrientes con un pequeño astillero accesible al Río Paraná desde el arroyo Salamanca, hoy entubado.