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Descalzo y en pijamas

Por El Litoral

Martes, 07 de noviembre de 2017 a las 01:00

La detención del ex vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, sorprendió, porque todo indicaba que iba a salir indemne de las investigaciones judiciales. Seguía disfrutando de su fortuna sin justificar mientras recorría los pasillos de los tribunales de Comodoro Py, entre indagatorias y audiencias de los juicios orales.
La imagen de Boudou en el banquillo de los acusados era algo habitual y no llamaba la atención de los ciudadanos. Sin embargo, todo cambió y vimos a un Boudou descalzo y en pijama, a punto de ser detenido por asociación ilícita y lavado de dinero.
Hubo un inspector general de Justicia, en el año 2012, que dijo: “Hay que proteger a Amado Boudou y a la oposición, ni a los medios les vamos a entregar nada de la información que piden”. El inspector general era militante de La Cámpora, muy ligado a Máximo Kirchner. La Inspección General de Justicia se había convertido, como la Unidad de Información Financiera, la Administración Federal de Ingresos Públicos y otros organismos de control, en medio de presión de opositores y en paraguas frente a los delitos que cometían los funcionarios públicos.
Silvina Martínez, en una nota de opinión en infobae.com, dice que se negó a ser cómplice y “ahí empezó mi calvario. Me despidieron y acosaron durante años. No fui la única, ya que en estos años conocí miles de personas en mi misma situación”.
Hoy los principales referentes del kirchnerismo, con Cristina Kirchner a la cabeza, hablan de persecución política y tratan de instalar que en la Argentina se persigue a los opositores (como dice el dicho, (“el muerto se asusta del degollado”). La conducta que ellos tuvieron durante años intentan endilgarla a un gobierno que tiene miles de defectos, pero que no se caracteriza por perseguir a quienes opinan diferente ni interviene en el Poder Judicial. El kirchnerismo reclama garantía de impunidad, creyendo que es un derecho adquirido y que forma parte de la Constitución K.
Ante esta realidad que le toca vivir a De Vido, Boudou y otros tantos kirchneristas, indudablemente ellos con su ambición se la buscaron, no se puede sentir felicidad, y menos aún celebrar. Como sociedad debemos replantearnos por qué en el mundo nos conocen por las causas de corrupción y los ex funcionarios detenidos, y no por virtudes o logros. También debemos exigir a nuestros gobernantes y jueces que estas detenciones no sean papelitos de colores y que realmente se avance rápido en las causas de corrupción, tanto en la instrucción como en las condenas. Para que alguna vez podamos ver ex funcionarios pobres y sin la posibilidad de volver a acceder a un cargo público como mejor condena efectiva.
No hay dudas de que no son pocos los argentinos que fogonean que los ex funcionarios caídos en desgracia deben padecer el escarnio público. Y es aquí donde uno se pregunta si el común de los ciudadanos busca justicia o venganza.
Quedó en claro que Boudou no obtuvo los beneficios que en su momento logró De Vido, respecto a su detención y traslado.
El ex ministro de Planificación pidió no aparecer a la vista del público esposado, con chaleco antibalas y casco. Lo mismo, algunas fotos se filtraron. Lo de Boudou fue totalmente distinto. Las imágenes muestran al ex vicepresidente con el pelo revuelto, enfundado en un jogging, descalzo.
Dicen que el presidente Macri se mostró molesto por el escarnio público y pidió el esclarecimiento de las filtraciones de las imágenes. Entre los argentinos las opiniones están divididas, pero son coincidentes en que la Justicia debe seguir actuando y aplicar la ley a los responsables de tantas barbaridades.

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