Por Francisco Villagrán
Especial para El Litoral.
Hay una fecha importante en la desaparición del Mercado Central Municipal: el 16 de febrero de 2001 la añeja mampostería y grandes paredes y muros comenzaron a ser derrumbados por los obreros. La demolición, cimentada en la promesa de la construcción de un gran shopping que sería orgullo de la región, no se detuvo hasta que en el lugar sólo quedó tierra arrasada. Tres años debieron pasar para que este sitio estratégico de nuestra ciudad se convierta en otra cosa, pero no en un shopping como estaba previsto originalmente, sino en lo que hoy conocemos como la “Plaza Juan de Vera de las Siete Corrientes” inaugurada finalmente el 5 de agosto del 2004, para alegría de unos y dolor y nostalgia de otros, ante la desaparición de un edificio que los había acompañado durante toda la vida. Una pérdida, en cualquier orden de la vida que sea, siempre es dolorosa.
Todo se inició allá por el 2001, cuando era la época de la Intervención Federal y el interventor capitalino era Oscar Aguad, quien ordenó la demolición del viejo Mercado Central Municipal, para construir allí un shopping que se llamaría “Patio Corrientes Shopping Center”, cosa que finalmente nunca ocurrió, por motivos que no se aclararon del todo bien en su momento. Los trabajos comenzaron un día viernes: obreros y máquinas derribaron primero la parte más alta del edificio que daba a la calle San Juan, un paredón en el que por años estuvo grabado el nombre del centro comercial “Mercado Municipal” donde también había un enorme reloj que dejó de marcar las horas al parecer cuando supo su destino y que le llegó su hora, haciendo un juego de palabras.
El desalojo de los puesteros se concretó ni bien estuvo terminado el nuevo “Mercado de Productos Frescos” emplazado hasta hoy en Mendoza y Lavalle. Llegado el momento, hombres y mujeres que durante años trabajaron en el Mercado, lentamente se fueron cambiando al nuevo sitio, dejando tras de sí toda una vida de trabajo y sacrificio, de horas buenas y malas, con la promesa de que en el nuevo sitio estarían mejor. Muchos no estaban del todo convencidos, pero no les quedaba otra opción. Hoy, todos están conformes.
También los negocios y comercios que circundaban el Mercado, en la misma manzana delimitada por las calles San Juan, Junín, La Rioja y el pasaje Agustín González, cerraron sus puertas. Algunos siguieron su actividad en el nuevo lugar, como los casos de La Criollita y Petit Valencia, negocios que sobresalían por sus exquisitas empanadas y pizzas. Otros desaparecieron, como los casos de Frigorífico Chaco, Fiambrería Mozatti, Fiambrería La Central, el bodegón El Buen Amigo, donde siempre se sentía aroma a empanadas fritas y pescado frito, entre otras cosas comestibles que ofrecía el lugar a sus numerosos clientes. En Agustín González y San Juan estaba la Agencia Cosoy, de Lotería y Quiniela y en los calurosos veranos era común ver a mucha gente comiendo algo en las mesas colocadas en torno al Mercado, por calle San Juan, por lo general eran personas que salían de los cines, o que daban un paseo por calle Junín, especialmente los fines de semana. En el Mercado se vendía de todo, carnes, frutas, verduras y todo lo relacionado con la alimentación. Su intensa actividad comenzaba muy temprano todos los días, ya a las 5 de la mañana había puestos que iniciaban su jornada de trabajo. Sin duda, era otra época.
También estaban por calle San Juan, en un playón frente al Mercado, las paradas de taxis. Y en la vereda de enfrente del mercado estaba el kiosco del griego Manos y, al lado, el puesto de revistas de don Juan, donde recibía las famosas publicaciones mejicanas, muy requeridas en la época. En la vereda del Mercado también estaba otro canillita que allí tenía su kiosco, el histórico “Tinta”, como lo conocían todos, y otro poco más allá, más cerca de la peatonal, el kiosco de Mickey, muy conocido.
Sentidas ausencias
Otros negocios y comercios de nuestra ciudad también fueron desapareciendo de a poco, dejando vacíos difíciles de llenar, sobre todo en lo sentimental y emocional, porque marcaron durante décadas nuestra vida cotidiana. Aprovechando la gentileza y buena voluntad de los lectores, que enviaron algunos nombres que quedaron en el tintero, intentaremos completar la lista, aunque siempre quedarán algunos olvidados por allí. Ya no está el famoso Café Mecca, lugar habitual de encuentros de muchas personas, donde se gestaron muchas amistades, confitería y bar Exocet, Adax Bourg Lomoteca (Yrigoyen y San Juan), La Tropical funcional, Sastrería el Sportman, Sastrería Casa Dovi (San Juan y Mayo), Casa Etam, Bazar El Exito, Bazar Grinberg, Liliana y Néstor, Bar Il Píccolo, Casa Tía, La Scala, Lujor, el bar y sandwichería San Remo.
También es el caso de Heladería Vicky, Frigorífico Chaco, Fiambrería Mozzatti, Fiambrería La Central, Sastrería Select, AGC Deportes, Deportes Los Ases, Zapatería Atenas, Perfumería Azul Salón, Perfumería La Pluma, Salón Rubí, Casa Breyer, Diskito, Burbujas musicales, Pentagrama, El Santo Pub, Casa Fima, Mercería Las Tres B (Bueno, Bonito, Barato), Mueblería El Cañadense, El Dado Rojo Bar, Hotel Sosa, Hotel Brisas del Paraná (frente a la costanera), Hotel Taragüí.
Asimismo, el Motel Cadena de Oro, Residencial Salta, Toldos Norita, Residencial SOS, Residencial Aialay, Residencial Mendoza, Hotel Colón, Hostal del Río, Victoria, Caribe, Residencial Madrid, Parrilla Papá Noel, Parrilla La Tablita, El Pollo Loco, Parrilla Che Cambá, Parrilla Avignon, Amadeus, Alcázar Resto Bar, Divina Gula, Yacarú Porá.
En el rubro bares y casas de comida también han desaparecido muchos negocios que por años han estado acompañando el crecimiento de nuestra ciudad como Cocopay, Heladería Trieste, Heladería Ferrigno, El Rey de la Hamburguesa, La Balsa, Bar Ferrando, Café Kaunas, Café Kerdans, Café Paulina, La Taberna, La Facultad, La Cotorra, Parrilla Yapeyú, La Cantina, Bungalow, Las Ruedas, Chez Michel, Librería Casa Edy (estaba en el medio de la Galería Junín), Bar El Pingüino (San Martín al 900), Carbonería Aucar, Perfumería La Dama, Motonor, Autoservicio Romano.
Además, Tienda Ciudad de Córdoba, Panadería Vida Correntina, Despensa El Trento (Bolívar y Chaco), Despensa Cremades, Academia Espriú, Bacos, Joyería Corrientes, Foto Palanca, Foto Fain, Rotisería Maipú, Casa Revilla y tantos otros negocios desaparecidos que escapan entre los puños cerrados del recuerdo.
Muchos lectores dirán: “¡Cómo pasa el tiempo!”. Y no sólo pasa, sino que también se lleva nuestros más añorados recuerdos, dejando atrás momentos inolvidables vividos en nuestra ciudad, pero que no morirán, sino que seguirán vivos en nuestra memoria.