Constanza Pérez Ruiz o el resplandor de la ausencia
Por Rodrigo Galarza
Especial para El Litoral
Constanza Pérez Ruiz es comunicadora y no sólo porque haya pasado por la Facultad sino porque su vida ha estado abocada a ello. Pasión, profesionalidad y abordajes de diferentes formatos la convierten (con justicia) en una referente del periodismo correntino.
En este sentido bien podemos traer ahora a Jakobson para recordar su propuesta de “funciones del lenguaje” y, de entre las seis, posicionarnos sobre aquella que el lingüista llama función poética: es decir la que pone atención en el mensaje con un fin estético.
Si el mensaje es el poema y viceversa, vamos acercándonos al concepto de que la poesía es también comunicación, pero ¿qué tipo de comunicación?, ¿cuáles son sus herramientas, sus alcances y limitaciones? Dice Madariaga en “Lluvia en las Pirquitas”: “Va a seguir siendo mía la lluvia cuando yo muera,/ todo va a seguir siendo mío” (…).
Esta comunicación desatada y sostenida por un temblor, por una pertenencia a lo humano, no necesita demasiadas explicaciones, simplemente se da, se ofrece epifánica, un temple anímico que podés compartir o no, pero que súbitamente se adentra, se queda resonando. A estos menesteres de comunicación casi secretos (inútiles para muchos) también se dedica Constanza.
Hace unos años (acaso siete) recibíamos la publicación de su primer poemario, “Tiene voz”, con las siguientes palabras: “La vida está hecha de contradicciones porque el mundo que habitamos (o dejamos que nos habite) lo está. Ese ser de lejanías que a veces resulta el poeta suele desatar para sí y los demás un pathos casi épico que deviene de enredar sus cabellos en las estrellas mientras hunde sus pies en la tierra. De allí que su cuerpo se convierta en tránsito y altar de sacrificios, que su dolor sea siempre nuevo e irrepetible en su expansión ya que “uno es, también/ la piel que deja” o bien “un pequeño acto de violencia/ que desata/ los nudos imprecisos/ del destino”.
Lo que ardió sigue ardiendo, la ausencia es presencia y Constanza Pérez Ruiz se abre al vacío sabiendo que el “el dolor es insomne”. Con ropajes de intemperie construye un asilo, desde allí los rescoldos de su palabra tienden puentes “del otro lado del mundo” hacia otros posibles “…porque no se hace una casa/ para quedarse en ella/ sino para salir al mundo”.
Si en el primer poemario la voz de Constanza se manifestada decantada, escueta, en los poemas inéditos que ofrecemos aflora un minimalismo aún mayor. Versos breves que buscan la desnudez del nombre (pocos adjetivos); pausas, silencios que desbordan el blanco de la página: “Mi casa/ comunicaba/ con el cielo/ tiene memoria/lo sagrado/hubo de ser allí/ el origen/ y el fin/ el límite preciso/ de los sueños”. Los poemas van esculpiéndose, capa por capa, restos de realidad que hacen de velos van cayéndose uno a uno como residuos de “temples anímicos” hasta llegar al hueso de la resignificación de la desnudez: el corazón mismo de la intemperie, como si el mar o río se secara y pudiéramos ver por fin el cauce, las estrías de tierra reseca, los peces muertos, los animales que lo habitaron: “Este es el lugar/ que más conozco/ donde mis huecos/ duelen/ tienen nombres/ y no existe/ el olvido”.
¿Cuál es el lenguaje con que habla el dolor? Tal pregunta traspasa y sostiene la poesía de Constanza Pérez Ruiz.
Muestrario
mInimo
Broches
ropa tendida
abracadabra
solo la magia
de unos broches
te sostiene
qué hay de seguro
en un broche de ropa
sólo la voluntad
[de la mano
que lo usa
que aprieta la tela
contra la soga
y el viento pelea
sus posesiones
de tierra resecada
de vez en cuando
una se escapa
vuela
con una libertad
también precaria
todo está sujeto
a la voluntad
del viento
Lo sagrado
mi casa
comunicaba
con el cielo
tiene memoria
lo sagrado
hubo de ser allí
el origen
y el fin
el límite preciso
de los sueños
Casitas-Cositas
pequeños gestos
en la inutilidad del día
el universo
se organiza
entre cartones
y deshechos
mundos fugaces
construyen sus sentidos
sutiles trampas
para crear
una memoria
de lo que no hay
escritura
de objetos inservibles
cajas-mundos-poemas
casitas
cositas
***
cavar la noche
hasta encontrar
en el vacío
la sombra
como prueba
la huella
como testimonio
Huecos
éste es el lugar
que más conozco
donde mis huecos
duelen
tienen nombres
y no existe
el olvido
Balbuceo
no hay palabra
en la sombra
todo dolor es mudo
es preciso aprender
a hablar de nuevo
con una voz distinta
quedar
por fin
a la intemperie
Fui al río
llegaban hasta mí
tus palabras
cómo desenredarlas
para que el mundo
se muestre
con toda su inocencia
el aire húmedo
me mojaba
casi
Hoy
hoy el aire
tiene olor a lluvia
ese olor
tan de agua
de tan clara
tu ausencia
es transparente
Madre
donde quedarán
tus temblores
tu voluntad
contra la lluvia
quién recogerá
las migas
de tus manos
cuando tu voz
se apague
Despedida
te irás
ya nos veremos
donde el paisaje
cierra el círculo
guardaré tu horizonte
como si fuese mío
y ahí estarás
en las aguadas
esperando
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