Jueves 25de Abril de 2024CORRIENTES24°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$853,0

Dolar Venta:$893,0

Jueves 25de Abril de 2024CORRIENTES24°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$853,0

Dolar Venta:$893,0

/Ellitoral.com.ar/ Edición Impresa

Los mansos se rebelan

Por Adalberto Balduino

Especial para El Litoral

Han dicho basta. También los buenos sentimientos se abrazan a una verdad insoslayable, hablar por una buena vez, decir lo que callamos tanto tiempo promoviendo un silencio exageradamente honesto. Extremadamente largo. Infructuosamente mudos.

Se trata de un libro concebido por un periodista que destaca las condiciones de ciudadanos probos, Rogelio López Guillemain, y lanzado al conocimiento merced al gran director argentino de cine, Juan José Campanella, asumiendo los que callados, absorbidos por sus trabajos, pero más que nada por el exagerado respeto de los “mansos”, jamás se develan tal cual, diciendo las cosas como son. Es esa gran legión argentina de “callados”, respetuosos que jamás levantan la voz para no romper el clima reinante de especulación e hipocresía, y promesas vanas.

Es justamente el periodista y autor del libro “La rebelión de los mansos” con prólogo de Gloria Alvarez que allá por 2016 vio la luz, poniendo a su exclusiva consideración, también la opinión sincera, sin partidismos fanáticos, sino de los que aman verdaderamente la república, es decir la casa y madre de todos nuestros desvelos, pronunciados entre gente que desea como cultura volver a ser “decentes”, que callaron durante mucho tiempo, instalando con real sinceridad la honestidad y lealtad hacia el país que no puede salir del berenjenal de años infructuosos, establecido por la clase dirigente con voz y voto, tan lejos y tan irreal de la fuerza capaz de alimentar una comunidad: “Los mansos”. Inocentes y responsables ciudadanos lejanos de tribunas, entuertos, demagogias, autoritarismo, vueltos productos de sobreprecio, soberbia, olvidos que engrosan bolsillos y sed desmedida del poder.

Dice el autor, recordando viejos preceptos estatuidos que modifican los criterios acentuados, por los que deben ser una realidad, recordados con criterios que siempre tienen los “mansos”, bien pensados, siempre fuera de la vorágine del cotillón electoral que no permite ver la realidad. El trae a colación algunos de ellos, no tenidos en cuenta por desmedida ambición comiteril: “El comunismo propone esclavizar a los hombres por la fuerza; el socialismo por el voto… La cuestión no es quién me va a permitir; es quién me va a detener… Los que quieran la esclavitud deben tener la honestidad de llamarla por su verdadero nombre… Puedes evadir la realidad, pero no puedes evadir las consecuencias de evadir la realidad” (Ayn Rand).

Uno, que es pasivo, que lee y escucha a los menos para ellos, los serios y responsables, no afiliados, que piensan como se debe sin especulaciones de formar algún espacio político, sino, por el contrario, buscando la decencia que nuestros abuelos y padres nos transmitieron, y por lo tanto el resultado es reafirmar la conciencia con los valores perdidos, sin el enjuague de ese trasfondo que nos pinta de culpas ajenas; enterarnos cómo se cuecen habas y qué es lo que se traen bajo el poncho. Por eso es bueno tomar conciencia que el futuro no puede ser tomado tan a la ligera, y que votar más que política es una vocación indeclinable, donde el país que es nuestra “casa y madre”, se merece mucho más de nosotros y que tenemos como virtud “los mansos”.

Dice el autor con referencia al libro: “La trama del libro se desarrolla en una sociedad que es progresivamente invadida por un Estado (gobierno) que recorta las libertades individuales y que arranca del bolsillo de los ciudadanos el dinero que han ganado con su esfuerzo, esclavizándolos en nombre de la solidaridad para con los demás más necesitados”.

Recuerda cosas que son principios inalterables, pero jamás abrimos la boca y que hoy se merece gritarlos a los cuatro vientos: “Llegará el momento en el que entenderemos que los ciudadanos de bien somos muchos, que somos poderosos y que somos el motor del país. Llegará el momento que entenderemos que ha llegado nuestra hora, entenderemos que ha llegado la hora de “La rebelión de los mansos”. Que lejos de asumir tarde, pero todavía estamos a tiempo de revertir las cosas si nos encomendamos a ser sinceros para con nosotros mismos, que sirva y devele la suerte del voto pensado, con todas las virtudes que poseen “los mansos”, que es ser honestos, creer en los demás pero no cejar en denunciar a los que cotidianamente se burlan de la Constitución y de todo lo estatuido a la hora de cumplir con el país, no con la militancia que siempre se permite cerrar la boca de los disconformes. Por eso la mejor ventaja la tienen los supuestamente “pesados”, “pensantes”, honestos con la plata de todos, porque estamos “armados” del verdadero escudo heredado de nuestros mayores, el respeto al diferente, pero no indiferentes a los que pretenden “enlazarnos”, arrastrándonos como ganado.

Ser mansos es ser dignos, es brindar la oportunidad de pensar y actuar conforme cada cual con su propio criterio y no con consignas donde todos deben pensar la locura del uno absoluto. Ser mansos es lo mejor que nos puede pasar, es retrotraernos a lo que alguna vez fuimos.

Mi característica es propender a la cultura, muy específicamente para con la música como proyección de ideas, pensar en el país procurando que el ciudadano no sea más un habitante de “paseo”. Sino que posea lo esencial de “los mansos”: ser respetuoso pero no por ello callar. Y son los poetas que dicen las cosas por su nombre, como aporta mi estilo de sembrar semillas de argentinidad sin nacionalismos exacerbados, sino con responsabilidad de hijo de esta tierra. Por eso recurro a algunos versos de canciones cantadas por Mercedes Sosa, aleccionadores y develadores: “Pobre patria” de Franco Batiatto. “¡Oh, pobre patria!/ Quebrada por abuso del poder/ de gente infame que no sabe de pudor;/ se creen superiores y les va bien/ y piensan que todo lo que hay les pertenece”. En “Con tantos palos que te dio la vida” de Fayad Jamís y Amaury Pérez: “Con tantos palos que te dio la vida/ y aún sigues dándole, a la vida, sueños,/ eres un loco que jamás se cansa/ de abrir ventanas y sembrar luceros”. Está la crítica necesaria y la esperanza de autores extranjeros que escribieron canciones como si conocieran nuestra idiosincrasia, de la marcha y la contramarcha, de las patotas no pensantes, solo al frente y siguiendo al caudillo sin claudicar, pero sin saber a dónde llegar.

Lo marca tan bien Franco Batiatto: “Quiero esperar/ que el mundo vuelva a cosas más normales/ que pueda ver las flores, ver los mares,/ que no se hable más de dictaduras/ y que tendremos aún vida para amar”.

Y, finalmente, anunciando la “rebelión de los mansos” que, felizmente siempre pensamos, su autor dice remarcando la actitud de no callar otra vez: “Llegará el momento en el que entenderemos que ser ciudadanos es más que poner un voto en la urna cada 2 años; llegará el momento en el que cuidaremos nuestra patria tanto como cuidamos nuestra casa, porque eso es lo que es nuestra Argentina, es nuestra casa grande. Si no dictamos nosotros las reglas que se han de aplicar y respetar en nuestra casa/patria, serán los parásitos de siempre los que nos impongan las suyas”. Nunca es tarde para protagonizar “la rebelión de los mansos”. Silenciosa pero efectiva, porque es verdad que no especula.

¿Te gustó la nota?

Ocurrió un error