Por Bernardo Stamateas
Colaboración Especial
Todos podemos tener un mentor en cualquier área de nuestra vida. ¿Qué significa contar con un mentor? Tal vez ya contás con uno, pero no lo sabías. Una de las tareas principales del mentor es la supervisión de la persona mentoreada, es decir, chequear su rendimiento y determinar de qué forma podría mejorarlo. Pero también podemos tener un mentor con el que no nos conozcamos personalmente, es decir, una persona que escogemos para aprender de sus vivencias y conocimiento en una materia o en la vida en general. De un mentor sabemos qué es lo que funciona para llegar donde él o ella llegó. Y luego lo aplicamos en nuestras circunstancias, porque, un mentor siempre está un paso más adelante en la carrera.
¿Qué no hace nunca
un buen mentor?
Discutir con su discípulo. Incluso cuando no comparta el mismo pensamiento. Esto es así porque sus enseñanzas tienen la capacidad de transformar las ideas y, en última instancia, la vida del mentoreado. Otra cosa que jamás hace un buen mentor es llenar de culpa a su discípulo cuando comete un error. Muy por el contrario, siempre se enfocará en sus puntos fuertes.
¿Qué hace siempre
un buen mentor?
Transmite todo su caudal de experiencia + sabiduría para guiar a su discípulo a avanzar hasta alcanzar el próximo nivel. Esto implica empujarlo a ir a lugares a los que nunca fue y hacer cosas que nunca hizo antes, lo cual es posible por la gran cuota de seguridad interior que le transmite. Tal vez una cualidad absolutamente necesaria hoy en el mundo convulsionado en el que vivimos. Esta nos ayuda a mantener la calma en las situaciones más duras, cuando sucede algo inesperado que nos toma por sorpresa, como ser despedido de un empleo o recibir el diagnóstico de una enfermedad grave. Entonces, para infundirle seguridad a la persona, le dirá: “El sitio donde hoy estás no es todo lo lejos que podés llegar”.
Cuando estamos seguros de quiénes somos y de todo lo que somos capaces de lograr, podemos soltar nuestro potencial ilimitado: las capacidades con las que nacemos. A veces, llegamos a adultos sin reconocer esas herramientas con las que todos contamos, razón por la cual no las usamos en nuestro beneficio. Aquí debemos aclarar que mentor no es sinónimo de amigo. Un amigo celebra nuestro éxito con nosotros y nos acepta como somos; un mentor corrige nuestros puntos débiles y nos ayuda a conseguir la mejora continua. Este último siempre nos impulsa a ir por más. Nos saca de la zona de confort y ve a largo plazo.
Te invito en este tiempo de fin de año, si nunca lo has hecho, a proponerte como meta para el próximo tener un mentor. El único requisito para ser mentoreado es la humildad, es decir, la predisposición a aprender hasta el último día de nuestra vida.