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Castillos en el aire: Hasta siempre Alberto Cortez

Por El Litoral

Jueves, 04 de abril de 2019 a las 18:46

Moni Munilla, colaboración

En esta tarde gris de otoño, con la triste noticia de la muerte de Alberto Cortez, quien tantas satisfacciones nos ha dado a través de su voz, interpretando canciones que compuso con la profunda simplicidad de las cosas que siempre logran conmovernos. Un perro fiel, un árbol que dio cobijo, el amor de los abuelos, el amor en todas sus manifestaciones.
Lo recuerdo desde mi adolescencia, allí donde todo sentir reclama presencia, allí donde la palabra se acurrucó en mis versos, a la guarda de momentos como este, con la lluvia de fondo, con la casa para mí solita, con los recuerdos que suben en el tiempo, que campean cualquier temporal y llegan. Ah, la finitud de este tiempo amigo que trae el recuerdo en sus nobles alas.
Escucho “Castillos en el aire”. Conocen esa canción? “Quiso volar igual que las gaviotas/libre en el aire, como el aire libre”. Lo dijo todo ya en los primeros versos y sigue, hasta el final, ese bellísimo poema que se canta siempre con un nudo en la garganta.
“Y los demás dijeron pobre idiota/no sabe que volar es imposible”. ¡Cuánto vuelo en mi vida, para mí que nunca estuve más alto que una montaña o la terraza de un edificio. Para mí que no imagino esa hermosa sensación que dicen mis nietos, es subir a un avión y dejarse llevar? Porque como me advirtió Avril (3 años), abriendo muy grande los ojos, “el colectivo es muy lento” ¿Cuán lejos está ese cielo que trae a mi palabra, por más que me distraiga y lave los platos y piense en los días que vendrán y que siempre tardan tanto?
¿Cuántos vuelos por acá, cerquita nomás de mis hijos y de mi casa que es el refugio que eligió mi alma? ¿Cuánto de soñar entre tantas lluvias pasajeras que nublaron mi mirada hasta recuperar la sonrisa? ¿Cuántos pasos me quedan para intentarlo todo? ¿Cuánto de loca soñadora que cultiva su propio jardín en una maceta?
La pucha, lo que logra esta canción que canto con la voz entrecortada. La pucha esta locura que todavía quiere, que todavía me puede, que todavía me impulsa a escribir lo que siento, con el pecho así de abierto para que me reconozcan.
“Y construyó castillos en el aire, en un lugar a donde nunca nadie/pudo llegar usando la razón”. Recorro estos versos con la bendita “chifladura” que me dio la vida. Cierto, no pude con todo. Cierto, acá estoy para equivocarme unas cuántas veces y más también. Y cierto también que con todo lo bueno que tengo, voy a despertar mañana. Y más también. 
Hasta siempre maestro. Y gracias por estas lágrimas que “el duende de las cosas” me deja, junto con la lluvia de abril.
Moni Munilla

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