El ministro de Justicia de Brasil, el ex juez Sérgio Moro, renunció al cargo provocando un terremoto político que puede terminar en un juicio político contra el presidente Jair Bolsonaro, al que acusó de varios delitos, entre ellos intentar interferir en investigaciones de la Policía Federal en curso contra sus hijos.
Tras la renuncia de Moro se desataron cacerolazos en diversos puntos del país. Los gritos de “Fora Bolsonaro” volvieron a escucharse desde las ventanas y terrazas de San Pablo y Río de Janeiro, las dos ciudades más pobladas, durante el pronunciamiento del gobernante, que compareció con el resto de sus ministros para defenderse de las graves acusaciones que el funcionario saliente lanzó contra él.
A media tarde de ayer Bolsonaro rechazó las acusaciones de Moro y aseguró que está en busca de una nominación para ser el futuro juez del Supremo Tribunal Federal en noviembre.
“No puedo aceptar mi autoridad confrontada por cualquier ministro”, afirmó Bolsonaro en un pronunciamiento en el Palacio del Planalto y subrayó que "el gobierno sigue y no puede perder su continuidad por cuestiones personales".
Sin embargo, casi al mismo tiempo, el fiscal general de Brasil, Augusto Aras, solicitó formalmente a la Suprema Corte una autorización para investigar las denuncias de Moro contra el presidente, porque "la dimensión de los episodios narrados en la declaración del ministro (Moro) revelarían la práctica de delitos, imputando al presidente, pero también podría caracterizar el delito de denuncia calumniosa".
Es el momento más crítico del gobierno de Bolsonaro, sobre todo por el peso que tiene la figura de Moro, el juez que comandó la Operación Lava Jato y puso en prisión en 2018 al líder opositor y ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva por corrupción, cuando lideraba ampliamente las encuestas de intención de voto. (JML)