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La música también golpea

Domingo, 30 de mayo de 2021 a las 01:10

Por Adalberto Balduino
Especial para El Litoral

En los países de Latinoamérica los movimientos políticos sociales se suceden como el entrechocar de las placas tectónicas en sus regulares desplazamientos subterráneos. Es una constante que por disparidades ciertas que aquejan a sus habitantes, estar disconformes es el carácter que hace eclosión con cambios para bien, o para mal. La música de protesta sirvió y mucho en el mundo entero, el padre de este modo desesperado de expresión lo fue Joe Hill, sueco, pero afincado en los Estados Unidos, con marcada incidencia de su rol en la primera y parte de la segunda década de 1900. Mucho más acá, nombres que también han hecho historia como: Peter Seeger, Bob Dylan, Joan Báez, lo han cultivado con mucha respuesta.
La noticia viene de Colombia, con tumultuosas marchas y 41 muertos durante la reyerta. Así lo apunta la periodista Catalina Oquendo en el Diario “El País” de España, tras los primeros 20 días de estallido social. Pero lo más significativo es la epopeya que marcaron los músicos colombianos, por ejemplo Shakira desde España hizo oír su disconformidad y advertencia, que nunca la política debe sobreponerse al bienestar de los pueblos. Pero lo que sucedió no fue orquestado, sino producto de la espontaneidad de la urgencia por resolver, ante la orfandad preocupado el trompetista Juan Ernesto Arias, hizo un llamado en las redes a sus pares y al pueblo todo por emprender algo que formalice una protesta generalizada con la música y la poesía, sin incurrir en violencia. La convocatoria formulada por WhatsApp y Telegram tuvo respuesta masiva, surgiendo la necesidad de construir un himno que llame a la concordia, pero más que nada a la solución del problema. 
Es así, como pasándose partituras, letras por medio de los vehículos de comunicación moderna, arribaron a la conclusión de formalizar un “ariete” y a la vez un canto de fe y esperanza, pero firme y sin aflojes. Surgió entonces, como ellos lo bautizaron con un juego de palabras: “Himno deconstruido”, es decir una manera de demoler los errores para construir lo correcto y reclamado. Unieron a la poesía la fuerza motivante de la marcha imperial de la película Star Wars, “Guerra de las Galaxias”. “La Revolucionaria Orquesta Sinfónica”, nombre con el que la bautizaron, tiene 200 integrantes con la Dirección de Susana Gómez, cuyo seudónimo rápidamente popular, es Susana Boreal; la gente la denomina “La batuta de la protesta”. A propósito, decidida, expresó refiriéndose a la original adopción: “Ese es un himno que tiene algo de lo que estamos viviendo, como un manto de horror y de sangre, pero también de reconstruir. Los músicos lo hemos pasado muy mal en medio de la pandemia y vamos a seguir manifestándonos porque como dice la frase “Nos quitaron todo, incluso el miedo”. Agrega: “No tenemos nada que perder”. Se destaca la labor también de Carlos Vives, Edson Velandia y Adriana Lizcano, y muchísimos tantos que se arrimaron a la movida.
Cuando uno tiene conocimiento de ello, no podemos dejar de recordar a quienes lo han precedido. En Chile hace mucho, el Grupo Quillapayún, hizo popular un tema que se convirtió en frase muy usada para estas lides, y cuya autoría pertenece a Sergio Ortega: “Pueblo unido jamás será vencido”. Víctor Jara abonó con: “Canto que ha sido valiente, siempre será canción nueva”. 
Ello llama a recordar cuando al cierre de campaña presidencial, advenimiento de la Democracia, Jairo cantó en castellano versión de María Elena Walsh: “We shall overcome”- “Venceremos” –  que también lo grabó el Cuarteto Vocal Zupay. Tema que lo popularizó Peter Seeger y el binomio Joan Báez-Bob Dylan, cuando estaban en auge las marchas en los Estados Unidos en los años 70, contra la guerra de Vietnam.
A propósito de Bob Dylan, el juglar nacido en Duluth, Minessota, de muy joven se inscribió en la corriente de la contracultura, abordando temáticas diversas como lo social, política, filosófica y literaria, dada la lectura inspiradora de Ruberth Jhonson, Thank Williams y Woody Guthrie. Bob Dylan interpreta la armónica, el piano, el bajo y la guitarra, asumiendo distintos ritmos como: el folk, blues, country, góspel, rock. Su personalidad tanto como su obra, lo han configurado como un estudioso serio que expande su poesía como sus escritos, y le han permitido acceder a premios no comunes para músicos populares. Él es poseedor entre otros, de los premios: Grammys, Globos de Oro, Premio Caballero de la Orden de las Artes y las Letras conferido por el Ministerio de Cultura de Francia, Premio Música Polar de la Real Academia Sueca, distinción con la Medalla de la Presidencia de la Libertad de los Estados Unidos, El Premio Pulitzer, Premio Príncipe de Asturias (España), y el Premio Nobel de Literatura.
En ese movimiento de necesidad y urgencia que también alguna vez convocó a nuestro país, acostumbrado siempre a caer en el mismo pozo, como dice el dicho popular, fue la música y la poesía que se animó a decir lo que otros callaban. Muchos nombres beneméritos, como Armando Tejada Gómez, Hamlet Lima Quintana, Horacio Guarany, Mercedes Sosa, César Isella, Víctor Heredia, etc. abonaron con sus letras obras magníficas e interpretaciones memorables, todas componiendo un canto, himnos que Latinoamérica canta y vive. 
Existe una anécdota que el tiempo no ha borrado, dicen que “Zamba para no morir” de Hamlet Lima Quintana, era el tema preferido de Ernesto “Che” Guevara, y que siempre lo silbaba o la cantaba con singular pasión y orgullo.
Hubo muchos autores como intérpretes que fueron censurados, como “Anacrusa”; recuerdo que las discotecas de las radios en su colección de música siempre tenían en su haber temas tachados en el reverso del sobre que guardaba el disco, advirtiendo cuáles sí y cuáles no debían irradiarse. 
Hay miles de nombres de artistas que integraron listas y que sin embargo, su popularidad creció, un ejemplo claro Jorge Cafrune. Muchos fueron quienes estuvieron en la canción de protesta peligrando su integridad o la censura de su obra, no solo en Latinoamérica. En España se destacó un cantautor que fortaleció la lucha, que fue Patxi Andión, buen tono de voz y excelentes textos.
Invitado Jairo a cantar en el Obelisco en la final de la campaña presidencial de 1983, consultó con María Elena Walsh qué canción cantar. Quedaron en volver a hablar, ya cada cual aportando un título. Llamó, adelantándose, Jairo, y casi a coro ambos coincidieron en la misma canción: “Venceremos” (We shall overcome”). Y, por supuesto, fue fantástico y emocionante recordar esa versión castellana de María Elena Walsh: “En mi alma yo sé con honda fe / Que pronto venceremos / Pronto venceremos, pronto venceremos / Juntos lucharemos hasta el final / Quiero que mi país sea feliz / Con amor y libertad / Solo con justicia, solo con justicia / Nos haremos dueños de la paz / Quiero que mi país sea feliz / Con amor y libertad / No tenemos miedo, no tenemos miedo / No tendremos miedo nunca más / Quiero que mi país sea feliz / Con amor y libertad / No tenemos miedo, no tenemos miedo / No tendremos miedo nunca más”. / Que seamos felices es el mejor deseo, el noble propósito de la vida.
 

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