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Números que no cierran a lo largo de nuestra historia

Por Ricardo de Titto

Publicado en Clarín

Empezamos mal ¿defecto congénito? Repetidos relatos sobre el 11 de junio de 1580 afirman que había presentes 64 personas más una mujer, Ana Díaz. El número de fundadores no computa esposas e hijos de los “vecinos” ni a unos doscientos “mancebos” que posibilitaron que Garay “abriera las puertas de la tierra” con el nuevo fondeadero. Somos colonia: ¿cuántos indios encomendados y misionados? Imposible precisarlo. Deficientes cuentas complican asimismo el estudio de las rentas: el extendido contrabando elude las certezas.

El 25 de mayo de 1810, los “patriotas” elevan un petitorio con los nombres de la Primera Junta. French y Beruti lo firman “a nombre de 600”, cifra, por cierto, intimidante. ¿Que hubo poca gente en la plaza?

Inexacto: en términos relativos hubo más que el 17 de octubre de 1945. Respecto de los caídos en combate por la independencia y en las cinco décadas de guerra civil muchos de los datos son poco confiables. Los partes de batalla detallan muertos, heridos y apresados… pero ¿qué hay de la trastienda de esas luchas?, ¿y los que quedaron mutilados, heridos o enfermos y sus familias? Las retaguardias parecen no contar.

Entre 1852 y 1880, una república en ciernes: cada sucesión presentó duros choques en escenarios bonaerenses. La suma de caídos supera los 5.000; los heridos duplican a los muertos y hay unos 15.000 prisioneros e incontables “dispersos”. Sarmiento valoraba la seriedad y la estadística.

El primer Censo Nacional, con exactitud, “da por cifra un total 1.736.702 habitantes”… pero no consideró a los pueblos que vivían tras la “frontera”. En sus informes anuales rindió cuentas de la obra de gobierno con cifras puntillosas. Tres: el único libro que detalló informes diarios de la epidemia de fiebre amarilla de 1871 fue ignorado durante décadas.

El etnocidio en las pampas se concretó con el aniquilamiento de alrededor de 15.000 aborígenes, desde Rosas a Roca, pero, sobre todo, desterrándolos y rompiendo sus lazos fraternos: lo cuantitativo vira a lo cualitativo cuando la afectación incumbe redes sociales, como en la Guerra contra el Paraguay en la que murieron cerca de 30.000 argentinos, otros tantos desertaron y muchos habitantes de la región sufrieron por décadas las consecuencias del exterminio masculino.

La lista del siglo XX es extensa. Varias movilizaciones populares como la Semana Trágica, la respuesta al “malón” de los Pilagá en Formosa, la represión en la Patagonia, el bombardeo del 16 de junio del 55 y el Cordobazo tuvieron resultados luctuosos, todos ellos, con cifras sumidas en las sombras. Se comprueban centenas de entierros sin registrar realizados en esa misma oscuridad de la noche que signará luego el accionar clandestino y encubierto del terrorismo de estado y las bandas parapoliciales.

La violencia política de los años 70 es de suyo imprecisa: englobó y salpicó a un amplísimo e “incontable” espectro social y cultural. Los informes oficiales y diplomáticos, de organismos no gubernamentales, sobre militares afectados y el reclamo bajo la consigna de los 30.000 detenidos-desaparecidos y los 500 niños secuestrados pueden así resultar refractarios.

El mal ocasionado por la dictadura es mucho más extenso: miles vivieron bajo la tortura del no saber, otros tantos fueron presos o exiliados, muchos se refugiaron en la autocensura y millones de niños y adolescentes fueron educados en el miedo y el silencio. Esas huellas no son mensurables, pero de una magnitud tal que aún se manifiestan.

La Guerra de Malvinas, por fin, brinda algunos números “exactos”. Pero los suicidados por estrés postraumático se calculan en más de 400 mientras las cifras oficiales de las fuerzas acusan menos de 60. Otros miles han padecido o sufren graves efectos… y todavía se discute a quién debe considerarse excombatiente.

Lo anterior registra de modo apretado algunos acontecimientos políticos con cifras siempre esquivas o ambiguas. Pero el tema se complejiza al intentar abordar las repercusiones de las crisis en el campo de la salud pública cuando es afectada por “causas naturales”.

Los terremotos de Mendoza (1861) y de San Juan (1944 y 1977) dejaron ciudades prácticamente destruidas. Las enfermedades infecciosas o endémicas como la viruela, el cólera, la tuberculosis, el Mal de Chagas, la polio o el dengue, y los estigmatizados por el VIH, suman cifras en conjunto devastadoras. Hoy nos acercamos al escalofriante número de casi 85.000 muertos por (o con) covid en poco más de un año. Pero además, ¿cuántos cientos de miles pasan o pasarán por serias terapias de recuperación?, ¿cuántos sufrirán secuelas?, ¿cuántos otros tienen o tendrán trastornos emocionales u orgánicos desatendidos? Y las vidas trastocadas de familiares de enfermos agudos o las del personal de la salud… ¿en qué estadística caben?

Las huellas de esta pandemia serán de carácter histórico: varias generaciones “vivirán” sus consecuencias políticas y sociales aún impredecibles. Acercarnos a su dimensión profunda con una mirada holística es indispensable porque “la peste” no acepta exclusiones, afecta a “todo el mundo”, y las magnitudes alcanzadas, y aún en curso, jamás se han visto antes. Otra vez, datos que son indispensables para el rigor científico nos presentan una cuestión de índole cualitativa.

Sin embargo, desde esferas gobernantes u opositoras se tiende a presentar la situación como pasajera: los números que más parecen preocupar son los de las encuestas mientras que los de la catástrofe social se adosan en cuanto funcionales a las mezquinas disputas electorales.

 ¿Qué hay detrás y dentro de los números que fallan? La historia, la lengua y la matemática se dan la mano: para saber “contar” hay que saber contar. En el Año II de la pandemia la conclusión es taxativa: la irresponsabilidad y la manipulación de cifras resta crédito y genera escepticismo, desconfianza e incertidumbre.

La práctica de la verdad y la transparencia sin especulaciones se han convertido literalmente en una cuestión de vida o muerte. “Solo la verdad nos hará libres”. ¿Será posible? 

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