Aledo Luis Meloni o la copla viajera que nos suena dentro
Ciento tres vueltas al sol y un largo suspiro dio el poeta Aledo Meloni. Ciento tres veces como la invocación de un verso homérico, espada ardiente de quebracho, flecha roja su lengua con punta de estrella. El hombre-raíz, de sangre ardiente y sosegada. Raíz de temblor con vocación de cuásar. Ciento tres veces y un suspiro el viajero de la copla. Don Aledo, que entre tristezas y alegrías perdió la “ele” de su nombre y mantuvo encendida para siempre la antorcha del “aedo”. Aedo exquisito, nieto de Manrique, hijo de Machado, hermano de Atahualpa, padre de un decir para sentirnos menos solos, para que la verdades de “arriba” copulen (copla) con las de “abajo” y superemos nuestra medianía. Aunque nacido en provincia de Buenos Aires, nuestro asaltante de hoy se plantó quebracho errante en el Chaco, donde se extravió hermosamente como salteador de caminos, visibles e invisibles: “El viento norte bramaba. / Todo el territorio ardía / en una inmensa fogata. / Muy lejos, alucinado, / un crespín se desangraba. / Mañana / de noviembre en la memoria / y en la añoranza. / Mi corazón aquel día / cómo olvidarlo, / era también una brasa”.
Su palabra austera, tierna a veces, punzante otras, supo ejercer (y lo sigue haciendo) su magisterio en la poesía chaqueña: con la sabiduría de ser delgada sombra, abrazo o cuchillada certeza. Con la paciente y ardiente paciencia de dar ciento tres vueltas al sol y dejar encendida su “lámpara de amor”.
¡Salud, poesía y libaciones!
Muestrario mínimo
Copla
Bajo un árbol pensativo
tiene al fin lo que pedía:
la tierra que le negaron
cuando en la tierra vivía.
Copla
La vez que anduvo más solo
creó el hombre la guitarra;
las penas, que saben mucho,
le enseñaron a pulsarla.
Viejo poema
Cuando te evoco, madre,
me parece que todo
recupera la forma del ángel y su voz;
y que voy, de tu mano,
desandando el asombro:
los antiguos caminos que venían de Dios.
Y la palabra se me vuelve niña:
paloma,
grillo,
lámpara de amor;
y descubro en tus ojos el corazón del mundo,
abierto a la esperanza como una achira en flor.
Copla
La voz más fiel de la tierra
no es la que anda en el aire;
es la que nos suena dentro,
junto al rumor de la sangre.
Copla
Quise disfrazar mi pena
y llevarla al carnaval;
por más que anduve buscando
no pude hallarle disfraz.
Copla
A dónde irás, alma mía,
que no te duela mi culpa,
si mi culpa es una herida
que no cicatriza nunca.
Emily Dickinson
Emily, sólo
para que tú me miraras,
puesto a elegir mi destino
hubiera sido la flor
que se abría en tu ventana;
o el inquieto petirrojo,
al que tu amor distinguía
cada mañana.
Emily, sólo
para que tú me miraras.
No habría vivido en vano
en el anillo del día,
en su perfecta metáfora.
Emily, la eternidad
hubiera sido tu dádiva.
Mapa
Cuando de todas las voces
haga su voz el amor,
¿qué oído podrá cerrarse
al grito de su razón?
Cuando de todos los sueños
haga su sueño el amor,
¿qué pecho le pondrá diques
al río de su emoción?
Cuando de toda la tierra
haga su patria el amor,
¿quién dibujará murallas
en ese mapa de Dios?
Copla
Si el alma el amor no abreva
en su fuente natural,
beba en la fuente que beba
siempre con sed andará
Visión
Desnuda como un relámpago
te vi, poesía pura;
pero sólo por el ojo
de la cerradura.
Te vi como te soñaba:
en tu espléndida hermosura;
pero sólo por el ojo
de la cerradura.
Como un chasque
A galope tendido como un chasque,
el viento norte baja.
Le sangran las espuelas;
trae la sed del trópico enancada.
Un rumor de noticias agoreras deja a su espalda.
Le sangran las espuelas y los estribos se le desbaratan.
A galope tendido como un chasque,
el viento norte baja.
Para verlo pasar la polvareda
del ovillo del sueño se levanta.
Divina ceguera
De los amores del hombre,
ninguno como el primero;
andar de asombro en asombro,
casi sin tocar el suelo.
Llevar en el alma todo
el azúcar de un Ingenio;
y no imaginar siquiera,
y no imaginar ni en sueño
que pueda haber un engaño,
que pueda existir el tedio;
creer que toda la vida
es así; un deslumbramiento.
Por su divina ceguera,
por ser tan niño, tan crédulo,
de los amores del hombre
ninguno como el primero.
Mañana de noviembre
Mañana
de noviembre en el oeste.
Como a un diapasón gigante
el fragor de las chicharras
hacía vibrar el monte.
El viento norte bramaba.
Todo el territorio ardía
en una inmensa fogata.
Muy lejos, alucinado,
un crespín se desangraba.
Mañana
de noviembre en la memoria
y en la añoranza.
Mi corazón aquel día
cómo olvidarlo,
era también una brasa.
Coplas de ayer
Riqueza y trabajo el monte
reparte como a destajo:
para el gringo la riqueza
y para el criollo el trabajo.
Antigua copla del norte
que alguien cantó alguna vez,
cuando era La Forestal
coto feudal del inglés.
Hermandad
En el reparto del pan
nuestros hermanos, los grandes,
se reservaron la hartura
y nos dejaron el hambre.
En el reparto final
nuestros hermanos, los fuertes,
se reservaron la vida
y nos dejaron la muerte.
Si alguno se queja es sólo
por el gusto de quejarse,
que el reparto ha sido justo
y la hermandad, admirable.
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