—¿Cree que su gobierno estuvo signado por la pelea con su primo?
—(Asiente con la cabeza) Aparte, no se discutían políticas.
—¿Era solo la pelea por el poder?
—Era la pelea.
—Desde dos días antes de la asunción, Ricardo Colombi ya le quería manejar el gobierno. Nunca se fue. ¿Era eso?
—Era él y todo el resto. No es que era solo él. La mano de obra era de varios.
—¿Quiénes eran esos varios?
—Sergio Flinta, Carlos Vignolo. Porque a Vignolo se lo midió como gobernador y después fue el primer soldado en contra. Una cosa insólita.
—Usted dijo alguna vez: “Me querían designar los ministros por radio”. ¿Por qué dijo eso?
—Y sí, porque sucedió.
—¿Con qué ministro?
—Fue con (David) Dos Santos, pero también “Toti” Dos Santos era mi amigo, entonces tomé el hecho y no dije el nombre. Pero claramente era así todos los días, cuando la responsabilidad era otra.
—¿Y la pelea se daba en todos los ámbitos? ¿Era política, institucional?
—Sí. Yo creo que pudimos sortear eso y gobernar los cuatro años. La Unión Cívica Radical nunca objetó ninguna política y todos los ministerios estaban con acciones concretas. Así que fue una pelea digamos interna, que no llegaba a la sociedad, llegaba simplemente a los que estaban ahí, a los funcionarios.
—La pelea después se llevó al ámbito electoral. Estamos en el año 2007, hubo tres elecciones seguidas y las tres las ganó usted. Una que tiene que ver con la Convención Constituyente. Después está una recordada elección que es la única que pierde Ricardo Colombi a manos de Vicente Picó, que fue su primer candidato a senador. En esa elección se rompe la alianza, Ricardo se va del Frente de Todos. Y bueno después la elección nacional. ¿Qué recuerda de todo ese proceso?
—Nosotros trabajábamos en otro sentido. Habíamos construido una lista y les ofrecíamos 50 y 50.
—Y tampoco eso aceptaban.
—Tuvieron que decir que sí, pero después la desarmaron y la armaron de otra manera. Lo que yo te puedo decir es que la idea de construir y de hacer política con contenidos, proyectos, eso empezaba a cobrar fuerza. Ese era nuestro andarivel, más con esos triunfos.
—¿Estuvo muy peleado o enojado mucho tiempo con su primo?
—No, yo no tengo ese sentimiento ni rencor. No soy rencoroso, no me sale, aunque quisiese. No, trato de darle vuelta a la cosa a ver cómo se soluciona.
—¿Están reconciliados?
—Sí. No hay problema.
—¿Pero se juntan como parientes?
—No, pero nos saludamos.
—¿Y como políticos?
—Hablamos muy poco.
—¿Se consultan?
—No. No. Muy poca es la relación.