Por Adalberto Balduino
Especial para El Litoral
Es un caleidoscopio. Todo lo que se nos pueda ocurrir. Nada es exagerado, ya que desaforadas son nuestras respuestas por eso la realidad es ilimitada.
Todas las intuiciones. Todas las prospectivas. Son inútiles. Siempre resultan cortas. Cuando menos lo pensamos, porque no pensamos, se cortan de cuajo.
Prever cuesta. Anticiparnos es la mayor aventura que hacemos gala. Desorden. Indisciplina. Descontrol. Desorganización. Son las marcas en el orillo de nuestra historia reciente, increíble por inverosímil.
Las causas comienzan a carretear tratando de ganar pista perdida. Las recusaciones, suman. Mientras la inflación crece inexorable vaciando el Banco Central. Es que la pelea de palacio llevó casi tres años, y todo el tiempo se destinó a escracharse mutuamente olvidándose del rol que cubren: bajar la inflación. Tal vez me estoy olvidando de la Pandemia y de Macri, por las dudas. Ah, perdón, también de ese término que pusieron en circulación, “los odiadores”, el atentado, etc. Me olvidaba de la Corte, en última instancia, por no permitirnos endilgar culpables, aunque no lo sean, la fórmula perfecta para zarfanos siempre: EL OTRO. Para que quede más claro, en términos futbolísticos, como una impecable atajada del “Dibu” Martínez, conteniendo el empellón de los delanteros, aunque se cometió una mano escondida en la atropellada.
Comienzan a girar todas juntas como en un caleidoscopio, incontrolables, pero bellas, desprovistas de humor, cargadas de bronca, sin embargo los colores y las figuras geométricas logradas son una imprevista obra de arte populista.
Claro, el Presidente no se encuentra porque fue convocado por Macron a Francia, en principio para hablar de la guerra de Ucrania-Rusia, y, de paso, poner las cosas en orden con Venezuela. Ya que los galos habían advertido, meses atrás, el apresurado reconocimiento de Guaidó, para reemplazar a Maduro. Y, Maduro tiene algo vital: Petróleo. De allí, un solo vuelo y de un solo tirón a Indonesia, más precisamente Bali, para el encuentro con los integrantes del Grupo de los 20. Así, que trabajo y problemas, sobran. Y escapándole a los propios cortocircuitos internos, tomar aire es lógico, que no obstante la salud le jugó una mala pasada, obligándolo a internarse por 5 horas.
Acá, por estos días, continúan los cambios de precios, la carencia de insumos, la violencia que cada vez “mejora” sus técnicas, marchas de médicos, y las ganas fervientes por llegar a Presidente en la contienda que se avecina, mediciones y tanteos de por medio.
La pelea desesperada de los gremios por cubrir la canasta familiar, la ansiedad por el Bono de Fin de Año, no obstante, por esas contradicciones argentinas, de las quejas y las sorpresas de cuánto las cosas han subido, hacen planes de vacaciones, lo que antes era por micros o aviones, hoy descubrieron que el tren es el medio más barato y conveniente si se trata del país. Por lo tanto hagamos cola, y vayamos sacando pasajes, no importa las horas insumidas para pasar por ventanilla y trasladarnos, el asunto está como dice el dicho popular: “que haya pobreza, pero que no se note”.
Es como dice el periodista y escritor argentino, radicado en España, Martín Caparrós en su artículo “La Argentina agazapada” que escribiera para el diario “El País”: “El efecto Patria tan mentado, que el fútbol impulsa como nadie, se apodera de una sociedad rota, dividida en demasiados trozos. Y, por supuesto, los que la rompen tratan de aprovecharse de eso”. Así, rotos y tristes nos sentimos. Burlados y violados, desencajados por tanta corrupción de prioridades, donde siempre mina lo menos importante, cosas del populismo que transforma la gravedad en fiesta. El dolor en alegría. Pero sin transformar absolutamente nada, como el limón y la aspirina que a pesar de la predisposición no logra bajar la fiebre.
Pero como el conejo saliendo de la galera, la gente en su locura de esperanza como fuera, hace fuerzas porque ganemos el Mundial de Fútbol que, no solo va a mejorar el estado de ánimo sino que transformados en gran equipo, todos los problemas quedarán solucionados para siempre. En la demencia galopante, nos hacemos de dólares Qatar, nos metemos en un crédito y vamos a vivar a la Selección.
Cómo todo se transforma. En la urgente necesidad, en la desesperada remontada, cualquier cosa mitiga nuestras cuitas, hasta de creernos lo imposible. La Argentina es un país futbolero, pero de allí cifrar nuestro destino a un Mundial mientras el resto de países vecinos crecen y crecen, eso solo tiene una explicación, la improvisación, el desorden, el sinsentido de prioridades, jamás asumir de nuestras culpas, las exageradas y prolongadas peleas del poder por el poder mismo.
El mundo ha cambiado, nosotros seguimos haciendo “fulbito” en el campito. No hemos crecido. Petro, de Colombia, preclaro dijo: “Rechazar la democracia liberal lleva a la dictadura; ha pasado en Latinoamérica”. El propio Papa Francisco, deja claro por si alguien aún duda: “No nos dejemos engañar por el populismo ni sigamos a falsos mesías”.
Ya que creemos que el fútbol lo solucionará todo como por arte de magia, convengamos algunos párrafos del hermoso libro de Eduardo Galeano “El fútbol a sol y sombra”. “A medida que el deporte se ha hecho industria ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar (...) Por suerte todavía aparecen en las canchas, aunque sea muy de vez en cuando, algún descarado cara sucia que se sale del libreto y comete el disparate de gambetear a todo el equipo rival, y al juez, y al público de las tribunas, por el puro goce del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad”. Sirve de metáfora, pero también para comprender que es un juego, y que un país es un compromiso serio donde miles de almas sufren una arremetida sin fin.
Por eso me quedo, con lo que cantábamos cuando veníamos de jugar, siendo muy pequeños, y que también lo recuerda Galeano: “Ganamos, perdimos, igual nos divertimos”. Pero en la vida como en el fútbol tenemos que honrar el esfuerzo y el deber ineludible de hacer lo correcto. El poder se gana con hechos, no con discursos ni agachadas de leguleyos.