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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Homenajes que sí, homenajes que no

La pluralidad está mostrando dos caras de una misma moneda. La de los homenajes de carácter oficial.

Hay un perfil alentador en el Congreso de la Nación, como en el Senado, que decidió otorgar  la Mención de Honor al Valor Científico a una docente e investigadora de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Nordeste, doctora María Silvia Leoni.

O como la Mención de Honor al Valor Científico al docente de la escuela rural del Paraje Sarandí, departamento de Esquina, Sergio Bordón.

Sin embargo, también hay distinciones con rigor de escándalo. Estamos ya tristemente acostumbrados al reciclaje de figuras que han perdido en la propia memoria todo registro de su vergonzoso pasado.

En 2021, ya no podía sorprender que La Cámpora inaugurara una unidad básica en homenaje al exvicepresidente Amado Boudou, condenado a cinco años y diez meses de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. Le pusieron por nombre “Compañero Amado”.

Más recientemente, en un momento calificado de histórico por sus seguidores, Boudou se presentó en el Senado en oportunidad de conmemorarse diez años de la sanción de la ley de identidad de género. Fue recibido con una ovación, al grito de “¡ídolo!, ¡grande, Amado!”. El senador nacional por Chubut Carlos Linares (FDT) llegó incluso a hablar de persecución: “Un tipo encarcelado por pensar diferente al gobierno de Mauricio Macri”, sostuvo sin rodeos. Memorias gravemente afectadas por renovados afanes para distorsionar la realidad y construir más relato. Cristina Kirchner es un ejemplo acabado de esa deformación.

En toda esta parafernalia también fue homenajeado el exministro de Salud de la Nación, Ginés González García, quien renunció envuelto en una controversia de fuste por la vacunación anticovid.

En la Argentina hubo más de 130.000 fallecidos por covid-19, en buena parte como producto de la falta de vacunas.

Tampoco habrá que olvidarse de  los padres organizados en VacunaMe (@vacuna_me), que no lograron que sus hijos con algún tipo de discapacidad recibieran la vacuna en tiempo y forma, ni los pacientes de patologías de riesgo o con comorbilidades, porque las dosis que la ideología imperante ordenó distribuir no estaban autorizadas para niños.

Boudou y González García, como muchos otros, se jactan presuntuosos de no tener nada de qué arrepentirse. Hay en ello una irresponsabilidad con mucho de provocación que no solo han destruido la confianza ciudadana.

La corrupción mata. Lo atestiguan las vidas cegadas por las tragedias de Cromagnon, de la estación ferroviaria de Once y del vacunatorio que desvió para los parientes y amigos de funcionarios dosis que estaban destinadas a argentinos de a pie que transitaban situaciones límite.

Dime a quién homenajeas y te diré de qué careces. No conocen la vergüenza. Si alguna vez la tuvieron, la han perdido. Por acción u omisión, cometen delitos amparados en fueros mal entendidos, alimentando un relato pernicioso, armando jueguitos para la tribuna. Disfrazados de patriotas, se organizan ellos mismos los honores mientras la sociedad asiste, asqueada, a tanto tributo a la corrupción.

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