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/Ellitoral.com.ar/ Deportes

Argentina se instaló en los cuartos de final

El equipo albiceleste se impuso 2 a 1. A lo largo de los 90 minutos controló el partido pero sufrió en los instantes finales. Lionel Messi abrió la cuenta a los 35 minutos del primer tiempo. Julián Álvarez aumentó el marcador a los 12 del complemento. El rival llegó al descuento con un remate de Craig Goodwin a los 32 del segundo tiempo. 

Argentina confirmó su favoritismo previo, venció ayer a Australia por 2 a 1 y se instaló en los cuartos de final del Mundial Qatar 2022 en un partido disputado en el estadio Ahmad bin Ali ante más de 40.000 fanáticos ilusionados con la consagración.

El capitán Lionel Messi, en el partido número 1.000 de su carrera profesional, mostró el camino de la clasificación a los 35 minutos con su tercer tanto en esta edición, que lo dejó a uno de Gabriel Batistuta (10), máximo goleador argentino en la historia de la competencia.

Julián Álvarez amplió la ventaja a los 12 minutos del segundo tiempo y Australia descontó con el gol de Craig Goodwin  a los 32 de la misma etapa.

Argentina accedió por séptima vez a cuartos de final desde 1986, cuando el torneo adquirió el actual formato, y se enfrentará a Países Bajos, el viernes próximo desde las 16:00 en Lusail.

Con disciplina táctica y rigor físico, Australia puso en claro las cosas desde un comienzo: no sería un partido fácil, tal como lo presintió el DT Lionel Scaloni. Al fin y al cabo se trataba de un cruce mundialista de octavos de final.

Argentina buscó sentar las condiciones por jerarquía, pero no tuvo oportunidades de poner a un futbolista de frente a la jugada y con espacios para progresar.

Messi estaba entonces rodeado de camisetas amarillas, de espaldas y a un toque para no exponerse a las duras entradas australianas, de las que fue víctima dos veces, obra de Keanu Baccus y el gigante Harry Souttar.

“Papu” Gómez se encerraba en la derecha, Julián no encontraba su lugar en la cancha y los mediocampistas argentinos se complicaban con la presión australiana, como había ocurrido en el debut con Arabia Saudita.

Pasados los 20 minutos, cuando el aliento del público argentino bajó su intensidad -producto de la dificultad del juego-, Australia se acomodó definitivamente en la cancha y provocó dos tiros de esquina, una vía clave en su estrategia para ganar el partido.

Los oceánicos alinearon en su formación a cuatro futbolistas con talla superior a 1,85 metros e intimidaban con su porte cada vez que colocaban su fuerza aérea en cercanías del arco de “Dibu” Martínez.

La mayor complejidad para Argentina sería llegar al primer gol, el que podía alterar el escenario, pero el equipo no alcanzaba ni siquiera a rematar al arco porque en el único intento, a los 16 minutos, “Papu” Gómez lo hizo muy desviado.

El primer disparo al cuadrante australiano, de hecho, fue el gol de Messi, el cual llegó de una segunda jugada de tiro de esquina. Mac Allister lo ubicó en el área con un pase rasante, Otamendi la frenó y Leo, de frente al arco, con su zurda quirúrgica puso la pelota en el palo derecho de Ryan.

Todavía quedaba mucho partido y Australia no cambió su postura en la cancha, pero el gol le brindaba al seleccionado de Scaloni la posibilidad de elaborar juego con paciencia, sin la presión de ese enemigo tortuoso que a veces significa el reloj.

El DT argentino sorprendió con el cambio de Lisandro Martínez por “Papu”, que implicaba la formación de una línea defensiva de tres o cinco, según interpretaciones. La intención estaba clara: ampliar la cancha con la subida de Molina y Acuña y generar espacios internos para llegar al área australiana.

Con esa nueva disposición, Argentina consiguió el segundo tanto, que tuvo un autor silencioso: De Paul. En una salida de arco del rival, el futbolista de Atlético de Madrid los corrió a todos y provocó el error de Ryan, capitalizado por un atento Julián.

La fiesta albiceleste quedó servida: una hinchada enloquecida en las tribunas y un equipo a sus anchas: “Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar, quiero ganar la tercera, quiero ser campeón mundial...”.

Sin embargo, un remate del ingresado Craig Goodwin que se desvió en Enzo Fernández le puso al partido una cuota de dramatismo inesperada.

Sin más argumentos que los demostrados antes del descuento pero con la motivación lógica de quedar apenas un gol abajo, los oceánicos se pusieron dos veces de cara al empate.

Un cruce salvador de Lisandro Martínez y una tapada de “Dibu” en el descuento provocaron palpitaciones en los argentinos, luego de dos chances increíblemente perdidas por Lautaro.

El pitazo del polaco Szymon Marciniak generó la explosión del Ahmad bin Ali, escenario de un festejo interminable entre el público y los jugadores. Argentina está otra vez entre los ocho mejores.

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