Actos por separado, posturas encontradas ante la firma con el FMI, grupos de chat con ausentes y encuentros de “mesa chica” sin una de las tres patas que componen la jefatura. Así es la actualidad de la CGT, que a exactos cuatro meses de haberse reunificado con el mayor volumen interno desde el retorno de la democracia funciona rota de facto y sin horizonte próximo de acuerdo.
La discordia, que viene de antaño pero terminó por aflorar una vez más en los últimos días, amenaza con causarle un nuevo dolor de cabeza a Alberto Fernández que atisbaba en la central obrera un aliado sin fisuras para encarar la gestión postpandemia y postacuerdo por la deuda.
“El primer cuatrimestre de la nueva conducción, que se cumplió ayer, encuentra a la CGT sin haber reunido todavía a su consejo directivo, el máximo órgano ejecutivo y con solo una vaga promesa de que esa instancia debutará con su nueva integración recién entre la semana que viene y la siguiente”, indicó un informe de Mariano Martin en el diario Ámbito. “La inacción formal contrasta con la agenda cargada que planteó la coyuntura desde entonces”, añade el informe y explica que esta semana se reunió en dos ocasiones —y en distintas versiones— la “mesa chica” de la CGT sin hacer partícipes a Pablo Moyano y a sus aliados.
(JML)
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