José Luis Zampa
La noticia del Torino que a las cinco horas de haber sido adquirido por un coleccionista terminó partido en dos, con la trompa arrancada de cuajo, generó un intenso y prolongado debate en las redes sociales en razón de una recurrente especulación: la versión no confirmada según la cual el auto, fabricado en 1967 pero restaurado hace pocos años, tenía su estructura inferior debilitada por la corrosión y que solo así podía explicarse que el tercio delantero del vehículo haya sido rebanado limpiamente por el otro protagonista de la colisión. El legendario deportivo de cuño nacional, más concretamente una de sus versiones más apreciadas, coupé 380, perdió literalmente la totalidad de sus componentes delanteros, desde los guardabarros hasta los paragolpes, incluido motor, ruedas, suspensiones y por supuesto: los largueros del llamado “falso chasis” o trineo, sobre el que reposa la mecánica junto con todos los periféricos que hacen al funcionamiento del auto.
Las fotografías que se viralizaron en Facebook son elocuentes. El Torino, pintado en un bello rojo bermellón y equipado con accesorios exclusivos como las llantas deportivas “Ñandú”, quedó prácticamente entero desde la pedalera hacia atrás, con el parallamas, el habitáculo y el alojamiento del parabrisas (que se voló) encuadrados conforme la geometría de fábrica. Pero todo lo que iba adelante desapareció como si hubiera sido seccionado por una guillotina.
¿Fue por culpa del óxido? ¿Los bajos del auto estaban tomados por la herrumbre? Las imágenes que muestran los restos de la trompa no indican con claridad que así haya sido y por eso las descartamos de este análisis, ya que del tremendo impacto sufrido por el Torino surge la siguiente afirmación: no es necesario que un vehículo esté carcomido por la podredumbre para que experimente consecuencias devastadoras como las observadas en este episodio, cuyo saldo fue solamente de daños materiales, ya que los conductores involucrados no sufrieron más que el susto. No es la primera vez que un auto, al protagonizar un siniestro de estas características, resulta dividido en dos partes como consecuencia de factores interdependientes: la alta velocidad y el ángulo del impacto. En este caso (como en otros que veremos más adelante), el Torino fue golpeado prácticamente a 90 grados en plena cinta asfáltica por un Chevrolet Cruze cuyo desplazamiento continuó unos 100 metros posteriores al golpe, hasta padecer un vuelco parcial sobre su lateral izquierdo. No está claro por qué motivo el vehículo clásico se interpuso en la trayectoria del Cruze. Se dice que fue por esquivar un perro, también se habla de que el conductor evitó un bache, pero más allá de esos detalles, lo cierto es que el auto moderno impactó en el punto exacto para despojar al Torino de sus partes delanteras pero sin afectar el habitáculo, con lo cual se dio lo que comúnmente llamamos “desgracia con suerte”, dado que los ocupantes salieron caminando.
Haya estado podrido el Torino o no, las consecuencias sufridas en la zona frontal de su carrocería son las esperables en un golpe como el que experimentó, ocurrido sin dudas a más de 100 kilómetros por hora. El hecho de que haya perdido por completo la trompa con el motor, el capot y todo lo demás, sorprende pero no constituye un caso único, ya que hay sobrados antecedentes que pueden ser constatados en Internet.
Citemos algunos ejemplos. En 2018 un Audi R8, superdeportivo de altísimas prestaciones y sumamente equipado con dispositivos de seguridad, resultó partido al medio por una van en la ruta italiana que conecta Castelbello Ciardes con Laces, en la región de Bolzano. Al igual que el Torino, el Audi perdió su mecánica completa, junto con todos los componentes traseros, ya que el motor va montado detrás de la cabina, donde el único ocupante quedó preservado e ileso.
En el otro extremo de la escala de precios, un popular Volkswagen Gol Power sufrió exactamente el mismo daño al ser embestido por una camioneta sobre la ruta nacional 12, a la altura de la ciudad de Capioví, en la provincia de Misiones. Toda la zona delantera del Gol fue separada de la carrocería, incluido por supuesto el motor y la caja de cambios. Este hecho ocurrió en 2016 y la consecuencia fue lamentable, por cuanto el conductor resultó fallecido.
En el tercer caso buscamos un auto que sí estuviera falto de mantenimiento y afectado seriamente por el óxido: un Ford Falcon modelo 1974 que fue embestido por una camioneta Dodge Journey a más de 100 kilómetros por hora en una ruta de Cutral-Có, en 2015. Y tal como era de preverse, el Falcon se partió por la mitad, mientras su conductor sufrió lesiones graves. De tales episodios podemos obtener datos comparativos para llegar a la conclusión de que, en impactos tan severos, cualquier automóvil, aun estando en perfectas condiciones, padecerá daños irreparables como consecuencia de la brusca desaceleración, la inercia y la fuerza devastadora que un cuerpo ejerce sobre otro de idéntica dimensión al toparse ambos en pleno movimiento, a velocidades similares, pero en sentidos opuestos.
Comprado en Alta Gracia
El Torino 380 que perdió su trompa había sido adquirido en Alta Gracia, Córdoba, y su nuevo dueño viajaba con destino a Buenos Aires. La finalidad del auto era ser vehículo de colección, participante de eventos de clásicos y de competencias históricas. Pero la fatalidad se cruzó en su camino y el auto terminó como se sabe. Sin embargo, dada la cotización que el modelo adquirió en el mercado de antiguos (el 380 es uno de los más codiciados) es probable que intenten reconstruirlo con alguna estructura multitubular u otra adaptación que le devuelva funcionalidad al monocasco. Es una misión compleja pero no imposible, dado que la carrocería quedó en aparentes condiciones de ser rescatada desde la línea del parabrisas hacia atrás. El tiempo dirá.