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/Ellitoral.com.ar/ Especiales

El campeón del tenis que nunca quiso mirar sus propios partidos

“No volví a ver el video contra Federer ni mi Copa Davis. Creo que de a poco me doy dando cuenta de lo que pude hacer”, dice bajito, como si se disculpara. Recién retirado, el Yacaré habló de todo: desde la pasión por la celeste y blanca que lo llevó a jugar casi siete horas en una cancha, hasta su relación especial con Maradona y su “karma” con los Juegos Olímpicos. Aseguró que le gustaría ser capitán del equipo argentino algún día. 

Por Patricio Monzón Battilana/

Lic. en Comunicación Social (Unne)

Especial para El Litoral

Fotografías: Melanie Browne

Los pronombres son elementos curiosos de la lengua. Tan pequeños que no llegan a ser palabras y, sin embargo, pueden decir tanto. Leonardo Mayer, ex Nº 21 del mundo y campeón de la única Copa Davis de Latinoamérica en 2016, no siempre habla de sí mismo en primera persona.

Por momentos, pareciera que su exitosa carrera singlista y doblista no le hubieran pasado a él, sino a “uno”; por otros, de a poco logra dimensionar sus hitos tras 18 años en el circuito, tres títulos ATP, siete subcampeonatos, 17 Challengers y 20 finales.   

Porque sea su épico partido de seis horas y 43 minutos contra el brasileño João Souza, el más largo de la historia de la Davis, o su peleada derrota contra el legendario suizo Roger Federer, siempre responde con la misma serenidad, atípica en tenistas.

Con sus palabras, Leo convierte en cotidianas a situaciones excepcionales, lo que a priori se percibe —o prejuzga— muy difícil en deportistas de elite como él. Cerca suyo, pareciera real la frase hecha de que una persona común puede llegar a donde sea con esfuerzo.

Días después de jugar su último partido en el ATP Challenger de Corrientes, el Yacaré nos recibió en un salón del Corrientes Tenis Club (CTC). “Me doy cuenta lo cálido que es el correntino en apoyarme, te felicita por todo, es espectacular”, comparte, emocionado.

Buscado a cada minuto para fotos, autógrafos o palabras de agradecimiento, uno de los mejores tenistas de la historia argentina y latinoamericana se hizo un tiempo para hablar de todo, sus alegrías y sus dolores, su pasado y su futuro.  

—Llegaste a jugar 39 veces el cuadro principal de un Grand Slam. ¿Cómo te impacta ese número y qué es lo que más extrañás de esos torneos?

—La verdad es que son muchas veces, es una muy buena cantidad de Grand Slams. La vida que se llevaba era linda, irreal. Te dan todo, vivís en un mundo aparte, en hoteles increíbles, los lugares, las canchas. Hay un montón situaciones que son muy lindas, pero bueno, hay momentos que se terminan y hay que acostumbrarse a lo que toca ahora.

—Dijiste varias veces que en la Davis no tenías miedo de perder, y eso se notó a lo largo de tu carrera, como cuando sorprendiste al equipo sueco contra Johansson en 2010, en una cancha rapidísima. Pero vos ¿cuándo te diste cuenta? ¿Hubo algún punto en específico?

—A partir de ahí empezaron esas ganas de jugar la Copa Davis y sentir lo que era. Antes había ido de sparring y lo iba masticando, viendo como es, pero cuando uno empieza a jugar es cuando se da cuenta si realmente le gusta esa presión o no.

—Prácticamente forzaste el cambio de formato de esa competencia centenaria después tu épico partido contra Souza en 2015, que estableció un desempate en el quinto set. ¿Qué es lo primero que se te viene a la mente cuando lo recordás?

—Lo primero es que nunca más voy a jugar un partido así (risas). Nunca más quiero llegar a ese punto de cansancio.

—Casi te moriste, lo dijiste varias veces (NdR: fue al hospital ni bien terminado el partido)

—Al límite. Fue muy épico, contra Brasil, íbamos 1-2 abajo y había un montón de condimentos más respecto de otros partidos. Hubo gente que me dijo “yo salí de Mar del Plata con tu partido y llegué a Capital y lo seguía mirando”. Eso es una locura. Impresionante lo que jugué y cómo aguanté, imagínate el límite que llegué y lo entrenado que estábamos para jugar ese partido.

—Igual, más allá del entrenamiento profesional, ¿quién juega casi siete horas?

—A ver, en el entrenamiento no estás listo para ese partido, pero si no estabas entrenado, no lo podías hacer, te caías antes. Ahora que no estoy más entrenado, me doy cuenta. Creo que la pasión, la garra de los dos, porque Souza también se bancó lo mismo y jugamos y no pasaba nada. No había ninguna discusión, era amor a la camiseta esa vez.

—De ambos lados de la cancha...

—De ambos lados, realmente, porque si ves el partido, fue aliento hipercorrecto de los dos, nadie se enojó con nadie.

—En tu último punto hiciste una derecha paralela impresionante, ¿de dónde sacaste la fuerza?

—A veces hay un poquito más.

—También tuviste un partido épico con Federer en Shangái 2015. Él todavía la recuerda como una de las mejores remontadas de su carrera ¿Hablaron de eso años después?

—Él seguramente lo recuerda de buena manera, y yo de mala, típico (risas). No lo hablamos más, pero me queda como un buen recuerdo, realmente. Haber jugado con Federer, muchas veces y bien, es porque he tenido un buen nivel. Eso ahora me doy cuenta cuando lo veo de lejos. Ahí en el momento uno está muy caliente y es mi carrera y quiero ganar, uno vive de eso, entonces no importa si era Federer u otra persona.

—Incluso te invitó a entrenar una semana en Suiza...

—Fue una muy linda invitación antes de que me retire. Igual, ya me había ganado varias veces, no me iba a estudiar, ya sabía cómo jugaba.

—Aparte de tu brillante carrera, también fuiste un excelente doblista, semifinalista del Abierto de Australia. ¿Nunca pensaste en dedicarte a tiempo completo? Lo hicieron varios contemporáneos tuyos, como Horacio Zeballos (NdR: hoy Nº 3 del mundo)

—Me gusta y divierte mucho el dobles. Siempre jugué con compañeros con los que me llevaba muy bien, sino, no jugaba. He jugado Copa Davis también muchas veces en dobles, pero la verdad es que yo soy muy singlista y me iba a costar mucho, porque el esfuerzo es el mismo que un singlista. Si sos de Sudamérica, las giras son largas igual, aunque juegues un poco menos en cancha, e igual son exigentes los viajes.

—E igual tenés que entrenar como si fueras un singlista

—Sí, hay que estar listo, porque un montón de veces jugás contra dos singlistas que están mucho más entrenados y hay que estar a la altura de la situación.

—Respecto de Sudamérica, comentaste que para un tenista europeo es mucho más fácil seguir jugando hasta los 38 años, porque tiene una gran infraestructura. Termina un torneo y vuelve a su casa, descansa un mes y recarga pilas. Pero para vos, ¿cómo fue esa transición de salir de Corrientes a jugar Futures y Challengers? Porque la mayoría de las camadas son porteñas, o de Provincia de Buenos Aires

—Casi, casi, casi te digo que es lo mismo que los europeos contra nosotros cuando jugamos ATP. Vos tenés que irte a Buenos Aires, sino vivís ahí cuando empezás el entrenamiento de alta competencia, es muy difícil. Cuando uno empieza a viajar, hay muy pocos vuelos del exterior para el interior del país, entonces siempre es un viaje más hasta acá, y no hay muchos jugadores para entrenar. 

Hay que irse a vivir a Buenos Aires, no queda otra, y aguantarte que te quede lejos la familia. Todos son esfuerzos que hacen los deportistas que a veces no se ven desde la tele y hay algo más: si el tenista pierde, se queda solo. La contención de la familia, los amigos y la gente más querida es muy importante.

—Y que estén todos cerca...

—Imaginate que estén todos cerca. Nosotros vamos a una gira un mes y no tocamos nuestra casa, y el europeo pasa, capaz, de los 30 días, ocho, diez en su casa; duerme en su cama, desayuna, ve a los hijos, la novia, los padres, los amigos. Uno se llena de buenas energías, te recuperas de cada derrota, y el otro (NdR: el sudamericano) está en el mismo hotel, solo con el entrenador y va costando la recuperación. En los años te va sacando más energía.

—Doble, triplemente meritorio lo que hiciste entonces, comenzando desde acá...

—Obviamente que de acá es el primer esfuerzo. A ver si te aguantás la primera parte, de Corrientes a Buenos Aires. Y de ahí viene la más difícil, que es de Buenos Aires al mundo.

—Dieciocho años de carrera, casi dos décadas. ¿Cada cuánto podías volver a tu casa entre giras?

—Se volvía cada un mes, mes y medio. Yo le calculaba entre seis y ocho meses afuera; ocho si no me lesionaba, seis si me lesionaba. A veces, vivíamos cuatro meses en periodos en nuestra casa, repartidos en el año. En eso tenés un mes y medio de pretemporada, después tres semanas de vacaciones y dos meses más en Buenos Aires.

—Sin pretemporada, tenías dos meses para descansar en todo el año.

—No, no, nunca descansamos, volvemos a casa.

—Tus vacaciones solo eran tres semanas al año entonces, terrible...

—Uno va forjando la personalidad para hacer eso, y si no te bancas, es difícil aguantar la vida del tenista.

—En estos últimos años habrá sido fundamental el nacimiento de tus hijos y el acompañamiento de tu esposa...

—Me acompañaron desde que Valentino tiene cuatro meses (NdR: su primer hijo, después llegaron los mellizos Camilo y Pedro). Eso hizo que mi carrera se extienda y sea mucho más linda esa última parte. Hay veces que no se puede, pero en este caso, se podía.

—Qué lástima que justo coincidían tus mejores rankings con los de tus compatriotas para las convocatorias de los Juegos Olímpicos.

—Ese fue el karma mío, no poder ir a una Olimpiada. Te juro que me queda en la mente haberme perdido tres. Eso sí que me duele en el alma. Tres convocatorias, tres buenos rankings (NdR: Londres 2012, cuando era 62º del mundo en singles; y Río de Janeiro 2016, 85º. En ambas ocasiones, el cupo de cuatro jugadores y dos parejas por país ya había sido completado para Argentina. En Pekín 2008, era 115º y podría haber clasificado por la deserción de jugadores de mayor ranking, como sucedió en Tokyo 2021).

—En singles y en dobles...

—Sí, sí. Y algo me pasaba. Ahora lo único que pienso es que se ve que no me tenía que tocar a mí. Hacía todo para estar ahí, y la verdad que dejaba más de lo que se podía para tratar de llegar, y bueno, no se dio.

—Pero si se te dio, por tu esfuerzo, ser uno de los cuatro jugadores que ganaron la Copa Davis no solo en la historia argentina, sino de toda Latinoamérica...

—Ahí está, viste, me sacó una, pero me dio otra (risas). También le metí mucho esfuerzo, usé todas mis herramientas en el momento que tenía que jugar, entrenador, kinesiólogo, psicólogo, todo lo mejor me llevaba, aparte del equipo de Copa Davis, que también te ayuda.

—Sos oficialmente el primero de los ganadores de la Copa Davis en retirarse. ¿Te imaginás el primero en ser capitán en un futuro? ¿Te gustaría?

—Sí, sí, me gustaría ser capitán, hay que aprender igual muchas cosas. Ahora estoy trabajando con el equipo argentino, Guille Coria (capitán actual, NdR) me invitó a que participe y vamos a ir aprendiendo de él. En su tiempo va a llegar eso, así que vamos a ir muy de a poco.

—¿Quiénes eran tus ídolos tenísticos cuando empezaste tu carrera?

—Primero, Sampras, cuando era bien chico; después, Gaudio, que lo veía por la tele; y Federer la última etapa. Después ya me enfrenté contra él, ya no lo tenés más como ídolo, pero lo admiras igual.

—¿Qué te gustaba de ellos?

—Viste que todos son de revés a una mano. El de Gaudio era espectacular. Todos usaban raqueta Wilson, mi misma raqueta.

Sampras no me hubiera esperado, con su juego clásico de saque y red.

En esa época eran así todos, él o Agassi. Mi papá era de Sampras y yo también, típico que uno acompaña ahí.

—Cuando Gaudio perdió 6-0, 6-0 una semifinal del Masters contra Federer, la prensa le preguntó qué pasó y respondió que se tenía que matar para perder 6-2, 6-2. ¿Alguna vez te sentiste así dentro de la cancha contra alguien, Federer u otro?

—(risas) Lo que pasa es que Gastón era muy rápido para hablar en la prensa, lo decía en chiste, obviamente. Pero sí, a veces hay partidos en los que no jugás bien y tenés que poner mucha garra y actitud para sacar un par de games. Obviamente yo también he ganado partidos así muy fáciles. No me acuerdo contra quién, pero seguro me ha pasado de no poder creer lo que estaba jugando el otro o lo mal que estaba jugando yo.

—¿Pudiste conocer a algún ídolo de otro ambiente gracias a tu carrera?

—La verdad que ahora no me acuerdo.

—El Diego, por ejemplo. Siempre iba a apoyarte a la Davis.

—Al Diego, muchas veces, y encima era fanático de los correntinos. Sabía todo de mí. Cuando me hablaba, sabía todo de mi carrera, qué hice, qué no, dónde jugué, dónde iba a jugar. El máximo ídolo es el Diego, obviamente.

—¿A Leo no lo llegaste a conocer?

—A Messi la verdad que no, pero bueno, al Diego sí, de última (risas).

—Aparte te adoraba, en tus partidos de la Davis se ponía loco, estuvieras acá o en el exterior. 

—Sabía mucho de deportes, lo que siempre digo. Vos le preguntabas de cualquier deporte y te tiraba los nombres, pero no solamente de los mejores, viste, como el que va tocando de oído. Él sabía los que seguían, si eran de Corrientes, si eran de afuera. Era un privilegiado, una cabeza tenía para saber. 

—Este año tu idea era terminar el secundario a distancia. ¿Cómo van esos planes?

—Este año no pude empezar todavía. Nos estamos acomodando con los mellizos y con Valentino en esta nueva etapa. Es difícil terminar el circuito del tenis y vivir en tu casa. Si después de dos semanas siempre me iba ¿y ahora? Hay que acostumbrarse a vivir así. La verdad es que estoy disfrutando muchísimo de mi mujer y de llevar mis nenes al colegio, ir a buscarlos, llevarlos a fútbol, a tenis, a lo que sea. Lo que me está pasando ahora con los mellizos yo no lo pude hacer con Valentino, que me acompañó mucho, pero yo estaba jugando o concentrando. Ahora estoy disfrutando mucho a la familia.

—Ahora que empezaste a vivir en tu casa, ¿qué actividad nueva te gustaría descubrir en tu tiempo libre?

—Soy muy fanático de la pesca, mi idea es en algún momento empezar a pescar por todo Sudamérica, afuera, ver como son otras pescas (NdR: en otros continentes), y obviamente venir más a Corrientes para salir a pescar en familia. El automovilismo es la otra pasión que tengo, me gustan muchísimo los autos de carrera.

—Como Nalbandian, que compite en campeonatos argentinos de rally...

—Sí, bueno, el corre y yo miro de afuera (se sonríe). 

—Pero te puede ayudar a meterte en ese circuito también...   

—No, cuando más grande soy, me da un poco más de miedo. Hay que aprender eh, no es fácil. Tengo varios amigos que son pilotos y me dicen para que alguna vez pruebe, pero les digo “no, yo te miro desde afuera, me encanta lo que hacen”. Soy fanático de afuera.

—Bueno, pero si dejaste la vida siete horas en una cancha…

—Sí, bueno, pero acá te equivocas y te matas, en la cancha sabía que no me iba a matar (risas).

—Cualquier persona te googlea y lo primero que lee es “Bicampeón de Hamburgo”, “Campeón de la Copa Davis”, “Ganador del partido más largo de la historia de la Davis”. Pero para vos, cuando tenés un tiempo para pensarte, ¿quién es Leo Mayer?

—Uf... es difícil. Todavía no tuve ese momento. Creo que de a poco me doy dando cuenta de lo que pude hacer en el tenis. Va tan rápido que uno no sale de ese nivel de aceleración que tiene el circuito. Te doy un ejemplo, todos los chicos que están jugando acá (NdR: el Challenger de Corrientes), ya mañana se van a Buenos Aires y entrenan en el nuevo club donde van a jugar el siguiente. No pueden ni frenar y ver esto, que ya está lo otro. Creo que de a poco me estoy viendo, lo que he logrado. Te juro que me mataste, es una muy buena pregunta que seguramente en varios años te la puedo responder, ahora me cuesta un poco. Ojalá que me vea en unos años y diga “yo soy este” y “esto fui”.

—En unos años repetimos de vuelta.

—Sí, sí, para ver “en qué lugar estuve”.

—Mientras nos despedimos, Leo nos firma un ejemplar del libro “Así ganamos la Davis”, del excapitán Daniel Orsanic, con epílogos escritos por sus compañeros del equipo triunfante. “Sabés que nunca me leí mi parte. Leí la de todos, menos la mía”, comenta al pasar, en alusión a las páginas del subcapitán Hood, Juan Martín Del Potro, Guido Pella y Federico Delbonis, íntimo amigo suyo.

—¿Por qué?

—Porque nunca leo mis cosas. 

—¿Por qué?

—Porque soy así. Alguna vez me voy a leer mis cosas. Y nunca vi, tampoco, los videos míos. Por ejemplo, el de Federer nunca lo volví a ver. Nunca miré mi Copa Davis.

—Pero si compartiste en tu Instagram el punto cuando ganaste tu segundo Hamburgo.

—Sí, sí, lo que nunca vi es toda la transmisión de la hora u hora y media. Algún día la voy a ver y reflexionar para atrás. El otro día compartí ese punto, pero nunca vi el partido de Federer completo. Nunca me miré. Algún día me voy a mirar yo.

“Ahora soy un jubilado del tenis y empieza mi carrera como entrenador”

Un torneo de nivel Challenger volvió a Corrientes luego de su única parada en 2015, una oportunidad única para despedir oficialmente al tenista más exitoso de su historia. Mayer optó por jugar dobles junto a Ignacio Monzón, una gran promesa local. 

Tras ganar el primer partido contra el también correntino Valentín Velázquez y el dominicano Nicolas Hardt por 6-4, 6-2, perdieron 6-1, 7-6(5) en cuartos de final contra los hermanos peruanos Arklon y Conner Huertas del Pino. La derrota marcó el final de la extensa carrera de Leo. 

Días después, fue declarado Ciudadano Ilustre por el Concejo Deliberante en la cancha que lleva su nombre, Estadio Leonardo Mayer. Sus ahora excolegas del circuito lo despidieron con un video sorpresa, incluyendo el cálido saludo de Rafael Nadal, al día de hoy, el tenista más exitoso del deporte blanco.

—Tuvieron un muy buen torneo con Ignacio; lesionado y todo, terminaron ganando el primer partido. Al día siguiente perdió en singles y, sin embargo, entró a la cancha con vos y lo dejó todo.

—Nacho se aguantó el esguince, yo le dije que no tenía ningún compromiso, porque la lesión fue grave, pero él quiso jugar. Se bancó y jugó mucho mejor que yo contra los peruanos, fue un gran partido. Nos fuimos un poquito mal porque tuvimos un montón de puntos de oro y no sacamos la ventaja y bueno, es así el tenis. El nivel se emparejó mucho, a veces es muy difícil ganar. 

Pero la pasamos bien, él se divirtió también, era difícil para él meterse en cancha porque era mi última vez. Yo sabía de la presión de él de querer rendir mucho para tratar de ayudarme a mí, que no estoy muy entrenado y hace mucho no juego. Obviamente que superó todas las expectativas y se fue muy contento.

Yo le hago notar que, a veces, cuando uno juega de local, cuesta mucho, porque uno siente que tiene que ganar porque es la única chance que va a tener, que la gente lo venga a ver. Yo le digo “no, bajá la ansiedad, vos jugá de la mejor manera posible, si igual que la gente que te quiere, te va a seguir queriendo, no te va a dejar de querer porque no ganes un partido en Corrientes, si tu carrera es larga”.

—El 22 de junio de 2021 se cumplió un año de tu último partido oficial antes de volver a Corrientes. ¿Qué cambió en tu vida desde entonces?

—Lo principal es que soy un jubilado del tenis (risas). Ahora empieza mi carrera como entrenador. Intentaré dar lo mejor, hay que aprender mucho todavía, la carrera es más larga que la de jugador. Hay que aprender de la experiencia mía, de preguntar, de lo que ha dejado cada entrenador. Ojalá lo pueda hacer bien.

—Qué lindo que pudiste despedirte en tu primer club y en polvo de ladrillo, porque tus últimos partidos habían sido en césped, ¿cómo los recordás?

—Obviamente que me tocó jugar la última vez en Wimbledon, igual un buen torneo, pero sí, se dio que fue en césped, podía haber sido en cancha rápida, la verdad que eso uno no espera mucho, es lo que va tocando en el momento. La superficie no cambia mucho, más el lugar, eso es lo más importante.

—¿Vas a estar en la próxima serie de la Copa Davis?

—Ahora se juega en grupos de cuatro países y toca Bolonia, Italia. Ojalá que pueda ir, vamos a intentar (NdR: Argentina comparte grupo con Croacia, Suecia y el equipo local, del 14 al 18 de septiembre).

—Estás acompañando a Burruchaga durante esta gira, ¿es un arreglo temporal?

—Él entrena en la academia de Mariano Hood y Mariano Monachesi. Me pidieron si podía acompañarlo en esta gira y obviamente que les dije que sí. Me llevo muy bien con ellos, me ayudaron muchísimo en mi carrera y es un placer acompañarlo a Román. 

—Aparte está pegando un salto impresionante en el nivel Challenger, semis en singles y dobles acá en Corrientes.

—Viene jugando bien y la verdad que tiene muchas ganas. Acá estuve de jugador y coach. El tenista tiene que mejorar hasta el último día de su vida. Trato de que incorporen eso, todos los días tienen que aprender algo nuevo.  

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