Los pilotos de Fórmula 1 de la actualidad son considerados robots integrados a máquinas técnicamente perfectas, capaces de desarrollar velocidades increíbles cuyos rendimientos son gravitantes para lograr buenos resultados. No se trata de quitarles mérito a Max Verstappen o Lewis Hamilton, que sin dudas son ases del volante, pero en comparación con las condiciones en que corría Juan Manuel Fangio podría decirse que nunca podrán protagonizar las proezas logradas por el argentino y otros grandes de su época.
La razón es que los medios tecnológicos de los que disponía Fangio eran abismalmente inferiores a los desarrollos que, con el correr del tiempo, logró la automoción en general y la Fórmula 1 en particular. Es por ese motivo que el oriundo de Balcarce, cinco veces campeón del mundo, es considerado el mejor piloto de todos los tiempos tanto por los especialistas en estadística como por muchos de sus colegas, seguidores y aficionados.
Fangio compitió en F1 desde 1950 a 1958. Se retiró con 46 años y medio, con lo cual difícilmente algún piloto de la actualidad pueda alcanzar ese récord del corredor más longevo en actividad y en lograr un título, ya que consiguió su última corona a los 45 años con Maserati.
El argentino fue campeón en 1951, 1954, 1955, 1956 y 1957. Y lo más sorprendente de todo es que lo hizo con cuatro marcas diferentes, algo que tampoco pudieron hacer quienes lo sucedieron en lo más alto de la categoría. Michael Schumacher logró dos campeonatos con Benetton y cinco con Ferrari. Lewis Hamilton aquilata un palmarés similar, ya que cosechó su primer lauro con McLaren y luego obtuvo seis títulos más con Mercedes Benz.
Queda claro que en los laureles obtenidos por el quíntuple pesó más el piloto que el auto. En cambio, los multicampeones que vinieron años después se encontraron con equipos que llegaron a monopolizar los triunfos de la Fórmula 1. Si bien tanto Schumacher como Hamilton contribuyeron con el desarrollo de sus respectivos monopostos, lo cierto es que precisaron permanecer en la misma escudería para seguir ganando.
El “Chueco” fue campeón con Alfa Romeo, con Mercedes Benz, con Ferrari y con Maserati. Y lo fue enfrentando a verdaderos pesos pesados de la época en que los autos no eran más que chasis con motores delanteros, frenos de tambor y un cockpit que se reducía a un asiento tapizado con cuerina desde el que podía verse completamente el torso del conductor, aferrado a un volante de cuatro rayos que había que sostener con una fuerza descomunal en cada curva.
¿Carga aerodinámica? ¿Qué era eso en los autos de Fangio? No había ni alerones. Lo mismo vale para otros adelantos como el efecto suelo, la sujeción del piloto en el habitáculo, la ergonomía, la seguridad de los cascos y los buzos antiflama (que directamente no existían).
Las máquinas con que competían (y se accidentaban gravemente) los pilotos de los años 50 eran fierros antediluvianos que podían desarrollar prácticamente la misma velocidad que los actuales, pero que eran mucho más difíciles de gobernar tanto en los frenajes como en las curvas, chicanas y sobrepasos.
De hecho Fangio sufrió un grave accidente en el Gran Premio de Monza, en 1952, que casi le cuesta la vida y lo alejó de las pistas durante una temporada y media. Se repuso completamente recién en el 54, cuando ganó su primer título con la famosa Flechas de Plata de Mercedes. Su compañero de equipo era el gran Stirling Moss, un inglés talentosísimo que no pudo jamás alcanzar el número uno en la máxima categoría porque, precisamente, compartió generación con el argentino.
Lo cierto es que conducir un F1 en tiempos de Fangio, Froilán González, Stirling Moss, Peter Collins y Mike Hawrthon (por citar algunos pilotos de aquellos años de tanto vértigo y peligro) no se parecía en nada a los procederes que deben desplegar los pilotos actuales, con cajas secuenciales asistencias electrónicas, butacas específicamente diseñadas y una velocidad final que, pese a todos esos adelantos, no es mucho más alta que las de hace 70 años. Juan Manuel Fangio dominó con su Mercedes en todas las pistas donde le tocó actuar con velocidades punta que rondaron los 300 kilómetros por hora.
Hoy en día, las unidades de potencia de los F1 de la temporada 2023 (que combinan motores a combustión con eléctricos) están en el orden de los 330 kilómetros por hora.