Viernes 19de Abril de 2024CORRIENTES17°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$848,5

Dolar Venta:$888,5

Viernes 19de Abril de 2024CORRIENTES17°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$848,5

Dolar Venta:$888,5

/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Valdés y el tarro de pochoclos

Por Emilio Zola

Especial

Para El Litoral

Desde que el mundo es mundo y la política se ejercita como arte estratégico para producir cambios en beneficio de las masas, el tejido de alianzas y la construcción de acuerdos son el sustrato indispensable sobre el que serán edificados los gobiernos democráticos, a partir de estándares de legitimidad que se alcanzan mediante distintos mecanismos en un vasto puzzle donde las piezas difíciles son las que coronan la oferta electoral con el plus de su prestigio personal.

Allí, en el abrevadero de los sortilegios que tantas veces proporcionó Corrientes a la política nacional, posan sus expectativas los precandidatos presidenciales de Juntos por el Cambio con la idea fija de sumar al gobernador Gustavo Valdés a la nómina que presentarán para competir en primarias.

La expectativa de los dos principales exponentes de la alianza opositora es incorporar como aspirante a la Vicepresidencia al ituzaingueño, cuyas acciones cotizan en alza desde que la partidocracia tradicional fue desgarrada por la irrupción del inasible Javier Milei.

Tanto Patricia Bullrich como Horacio Rodríguez Larreta hicieron escala en Salta y Mayo para endulzar los oídos del jefe provincial, quien recibió a los dos contendientes con la cortesía que lo destaca pero sin producir definiciones. Si algo caracteriza al jefe del Ejecutivo provincial es su pericia para administrar los tiempos, método en el que se graduó como especialista a partir de la complejísima herencia recibida de una regencia personalista, verticalista y subyugante como la que en su momento ostentó Ricardo Colombi.

Años le llevó al gobernador elaborar una transición que lo encumbrara en el sitial de conductor provincial sin lastimar la sensibilidad de un caudillo que en sus años más intensos había mandado al cadalso nada menos que a su primo, el Colombi que en la década pasada se atrevió a ensayar una emancipación fallida cuyos efectos pusieron en riesgo la integridad de la formación gobernante.

Quien no haya aprendido de aquellos errores (fundamentalmente los cometidos por la intentona arturista) no podría actuar en la vida institucional de una provincia donde los derechos de piso se pagan en cuotas de largo plazo y las sucesiones se elaboran desde el ápeiron sagrado de ciertas leyes no escritas, modelos sincretistas de conducta que rigen el devenir madurativo de los elegidos para ejercer el poder en la República del Taragüí.

Valdés logró lo que otros no pudieron porque fue hábil con los tiempos y con las formas. Tato Romero Feris en los 90, así como Arturo en los 2000, quebraron códigos relacionales con sus respectivos mentores y pagaron caro el haber roto el cascarón antes de lo que el ciclo orgánico de la gestación política marca para alcanzar espacios sin profanar investiduras patriarcales que solo pueden ser trasvasadas en el marco de procesos donde la sutileza se conjuga con la astucia.

Es allí, sobre la baldosa agonal de lo que precipita y decanta según los designios de una negociación tan parsimoniosa como milimétrica, donde proceden los cambios que le permitieron a Encuentro por Corrientes reemplazar a un general analógico por un nuevo comandante curtido en plena revolución digital, diestro en el nuevo lenguaje de las redes en tanto principal vía de contacto con una generación de votantes que, por lo menos en el plano provincial, no necesita referenciarse en Milei para expresar su rechazo al modelo diletante de los “castrati” albertistas y la “dominatrix” Cristina.

El impacto nacional del líder de la Libertad Avanza no germinó en Corrientes, donde sus acólitos se reducen a una microscopía de teóricos. Y una de las razones de que así haya sido es la performance ecuménica del primer mandatario provincial, catalizador de expectativas en todo el arco ideológico y cada vez más sólido en el segmento millennial gracias a movimientos vanguardistas que marcan la agenda local a cada instante con medidas de fondo como la ley del voto joven, pero también mediante gestos focalizados como la puesta en servicio del primer patrullero eléctrico del país.

Esa versatilidad para jugar en toda la cancha es lo que vienen a buscar Rodríguez Larreta y Bullrich. Es lo que les gustaría tener para elevar la calidad de representación federal de sus respectivos ensambles, en una clara demostración de lo gravitante que el liderazgo de Valdés se tornó para los estrategas nacionales de Juntos por el Cambio.

Pero como ya quedó visto en distintas oportunidades, el titular del Ejecutivo correntino no da pasos en falso. Nunca rompió, sino que dejó fluir los acontecimientos hasta heredar. Construyó por sedimentación y mantuvo en el mismo espacio partidario a todos los sectores de una coalición conformada por una veintena de fuerzas partidarias, con la habilidad de homogeneizar lo heterogéneo. Como si se tratase de mezclar agua y aceite para fabricar margarina, Valdés emulsionó el frente gobernante de forma tal que cada molécula fundacional encontró su lugar.

No hay que ser prestidigitador para adivinar que el gobernador difícilmente acepte el convite de la Vicepresidencia en este momento histórico del país. Con dos años y medio por delante al frente del Ejecutivo, tiene pista suficiente para alistar su propia carrera de fondo sin apearse de solapas ajenas. Le sirve (por supuesto) que vengan al pie, pero también le resulta de suma utilidad mantener la neutralidad en un escenario donde el radicalismo (su partido, no olvidarlo) seguirá siendo un consorte.

La proyección de futuro que adquirió Gustavo Valdés en los últimos años es tan holgada que da para que se siente con el tarro de pochoclo para ver desde la primera fila el show de las definiciones sin preocuparse por su propio rol, asegurado por una realidad incontrastable: en el lote de los popes radicales su figura escala posiciones con la naturalidad de los predestinados. Para el correntino, lo mejor está por venir.

El otro elemento de la realidad que se recorta en el horizonte es la condición de indispensabilidad que adquirió la Unión Cívica Radical para garantizar las chances cambiemistas (ya sea de Larreta o de Bullrich) en el corto plazo. El factor Milei deja en evidencia que las posibilidades realmente serias de acceder al Sillón de Rivadavia no pasan por el voto bronca o el carisma leónico del sorprendente libertario, sino por la superestructura territorial de un partido centenario que, como la UCR, fortelece las fortalezas y debilita las debilidades.

Lo antes dicho parece un juego de palabras redundantes, pero no es más que la verdad. Sin presencia radical el poder de fuego de Juntos por el Cambio se reduciría drásticamente frente a la topadora Milei. Tal como están las cosas, el candidato que surja de las Paso (sea Larreta o sea Bullrich) irá sostenido por un radicalismo que proporciona no solamente aparato, sino reserva ética y apego institucional.

Se trata de un radicalismo que formó nuevos cuadros, renovado generacionalmente y perfilado para encabezar proyectos a futuro. Hoy podrá ser Gerardo Morales el estoico llamado a candidatearse para ceder la primera butaca. Pero… ¿Hasta cuándo la sangre radical aceptará papeles de reparto? ¿El partido de Alem perdió el apetito de instalar a sus mejores hombres y mujeres en el escalafón superior de los deciden los destinos de la Patria? Sin dudas que no. ¿Está Valdés entre esos mejores? Sin dudas que sí.

 

¿Te gustó la nota?

Ocurrió un error