Desde la Comisaría 6ª de Resistencia, donde fue trasladada el 5 julio pasado, Marcela Acuña, imputada como coautora del homicidio de Cecilia Strzyzowski; le escribió por primera vez una carta a su marido, Emerenciano Sena. Allí, asegura que el dirigente social no está involucrado con el crimen de su nuera: “Siento que te fallé por cubrir a César y no puedo vivir con eso, si no salís no sé qué va a pasar conmigo”. Así, volvió a acusar a su hijo del asesinato.
El manuscrito, que ya forma parte del expediente, fue escrito el 14 de julio pasado y tiene una extensión de una carilla y media. En el mismo, Acuña reafirma su amor hacia Emerenciano Sena y le pide disculpas por no haberle contado que encubrió el femicidio. Además, le sugiere que tome “valeriana” para “tranquilizarse”.
Al igual que en sus otros escritos, la imputada como coautora del femicidio de su nuera de 28 años, se victimiza y apunta contra el fiscal Jorge Cáceres Olivera. “El fiscal me hostiga y me saca horas y días de visita. No puedo salir al patio. Me baño con agua fría, todo es parte del hostigamiento. Pero me la banco, escribo, hago actas que hago firmar a los oficiales y voy juntando. Algún día las haré públicas”, sostiene.
A diferencia de las anteriores, la nueva carta de Marcela Acuña está escrita en una hoja lisa y arranca así: “Te quiero mucho Emerenciano, te pido que tengas la valentía de siempre, la que enseñaste y que hoy me mantiene firme en mis convicciones y en el amor. ¿Sabés? Me siento muy triste, pienso en César, en todo lo que estará pasando y sufro mucho, pero dejo en manos de Dios y la Virgen, que me lo cuiden hasta que pueda salir de aquí”. Y sigue: “Si salís antes no lo abandones, está muy solo y tengo miedo que atente contra su vida. Solo quiero decirte que todos los días los tomes como una victoria contra la muerte, sonreí, reza, soñá, movete, y aliméntate, tu pastilla tomala con la comida, con la cena, no antes ni después. Mandé a Caro a buscarte valeriana, es buena para tranquilizarte, digestiva y relajante, no abuses. Tomá antes de dormir, después de la cena o almuerzo”.
En la carta, Acuña le cuenta a Sena que se levantó “mareada”, pero que no quiere decir nada para evitar que la lleven al hospital y la paseen “como una delincuente”. Luego, le explica que si sigue en pie es gracias a él. “Sos mi horizonte, te quiero en libertad, aunque yo no salga, vos sos mi líder. Siento que te fallé por cubrir a César y no puedo vivir con eso, si no salís no sé qué va a pasar conmigo. Mi fuerza sos vos y ayudar a mi hijo”, dijo.
“Aquí estoy más o menos, el fiscal me hostiga y usa a los policías, me hace lo de César, me saca horas y días de visita, no puedo salir al patio, uso restringido el celular, no me permiten tener silletas, me sacaron cordones de mis buzos. Llamo 10 veces para ir al baño, no me dejan entrar el MP3 con auriculares que tiene música, es apropósito para que escuche gritos toda la noche. Me baño con agua fría, todo es parte del hostigamiento. Pero me la banco, escribo, hago actas que hago firmar a los oficiales y voy juntando. Algún día las haré públicas”, narra.
Hacia el final, le pide: “Esto no es el final, es el nuevo comienzo. No bajes los brazos, no te rindas. No duermas la siesta, así dormís de noche. Escribí, copiá, así mejorás tu ortografía. Ojalá pronto llegue tu libertad, la merecés. Yo no. Yo lo cubrí a César, lo protegí, te oculté para no involucrarte y salió todo mal. Mucha gente inocente está presa, empezando por vos. Esa carga también me mata por encubrir a mi hijo”.