Por Juan Carlos Raffo
Especial para El Litoral
Es el único acontecimiento nacional de trascendencia en el que Corrientes no estuvo representada. Es que el Protectorado de los Pueblos Libres que constituía con Entre Ríos, Misiones, Santa Fe, parte del Uruguay y Córdoba, la mantenía enfrentada, aunque no era su propósito, con Buenos Aires y el resto del país. Toda la responsabilidad fue de José Gervasio de Artigas y su capricho personal.
La historia real de nuestra argentina pone los puntos sobre la “ies” con respecto a este oriental que termina haciendo un flaco favor a las Provincias Unidas del Río de la Plata, poniendo en riesgo la emancipación y deshilachando su propia figura que en los inicios de los sucesos de Mayo, se había ganado un lugar de admiración y respeto.
Dejó al descubierto su compleja personalidad con su franca declaración de guerra al poder nacional. En Corrientes, con la mayoría de nuestros hombres incorporados a regimientos nacionales en Buenos Aires, en el Norte y con San Martín, quedamos casi huérfanos para defendernos de Artigas cuando se alzó contra el gobierno patrio y abrió un nuevo frente de lucha, desatando una guerra civil en el Litoral.
Admiramos al prócer uruguayo en todo lo bueno y constructivo que hizo por la libertad de su país y del nuestro. Es decir cuando actuó como patriota. Pero no tiene nuestra simpatía y no podemos pasar por alto los correntinos, en honor a la verdad histórica, ciertas actitudes que han dejado un saldo negativo, como cuando abandona el sitio de Montevideo con 2.000 hombres, el 14 de enero de 1814, favoreciendo los planes del enemigo común. Se va Artigas dejando desguarnecida el ala izquierda de la línea, porque no se accedió a sus caprichos de carácter político. Lo que es peor en los momentos más difíciles en la lucha contra los españoles: se alza contra el gobierno patrio y avanza sobre Entre Ríos, Santa Fe y Corrientes.
La convocatoria al Congreso - La elección de la ciudad de Tucumán se debía a los ingentes problemas que había debido enfrentar la Asamblea del Año XIII por la negativa de los federales de someterse a la influencia porteña. De hecho, en las famosas instrucciones del año 1813, los representantes orientales habían exigido que el gobierno no se estableciese en la ciudad de Buenos Aires. Ya empezaba Artigas a tramar su plan secreto.
De todos modos se eligió reunir el Congreso en Tucumán, una ciudad muy lejos de la influencia de Artigas, explicando que era porque ésta quedaba aproximadamente en el centro del ex Virreinato, además de estar protegido por el Ejército del Norte, cuyo cuartel general estaba en esa ciudad.
Las sesiones se iniciaron el 24 de marzo de 1816, con la presencia de 33 diputados. Para las sesiones se alquiló una casa, propiedad de Francisca Bazán de Laguna, que sería declarada Monumento Histórico Nacional en 1941.
Los diputados y provincias detalladas en la siguiente lista:
Por Buenos Aires: Tomás Manuel de Anchorena, José Darragueira, Esteban Agustín Gascón, Pedro Medrano, Juan José Paso, Cayetano José Rodríguez y Antonio Sáenz.
Por Catamarca: Manuel Antonio Acevedo y José Eusebio Colombres.
Por Córdoba: José Antonio Cabrera, Miguel Calixto del Corro, Eduardo Pérez Bulnes y Jerónimo Salguero de Cabrera y Cabrera.
Por Charcas: José Severo Malabia, Mariano Sánchez de Loria y José Mariano Serrano.
Por Chichas: (pueblo indígena que habitó el altiplano correspondiente al actual suroeste de Bolivia) José Andrés Pacheco de Melo y Juan José Feliciano Fernández Campero.
Por Jujuy: Teodoro Sánchez de Bustamante,
Por La Rioja: Pedro Ignacio de Castro Barros.
Por Mendoza: Tomás Godoy Cruz y Juan Agustín Maza.
Por Mizque: (pequeña ciudad de Bolivia) Pedro Ignacio Rivera.
Por Salta: Mariano Boedo, José Ignacio de Gorriti y José Moldes.
Por San Juan: Francisco Narciso de Laprida y Justo Santa María de Oro.
Por San Luis: Juan Martín de Pueyrredón.
Por Santiago del Estero: Pedro León Gallo y Pedro Francisco de Uriarte.
Por Tucumán: Dr. Pedro Miguel Aráoz y Dr. José Ignacio Thames.
Dieciocho de ellos eran abogados; nueve de ellos, sacerdotes, y dos más eran frailes, mientras que los otros cuatro eran militares.
Varios territorios de las provincias del Alto Perú, que habían pertenecido al Virreinato del Río de la Plata, no pudieron hacer llegar sus representantes por haber sido reconquistados por los realistas. Tal fue el caso de La Paz, Cochabamba, Santa Cruz de la Sierra y Potosí. Durante la tercera expedición auxiliadora al Alto Perú habían sido electos los diputados por Chichas, Charcas y Mizque, pero sólo algunos de ellos llegaron a incorporarse.
El Congreso de Tucumán: La crisis del sistema republicano se extendía en Europa y volvían a florecer las monarquías. Un inglés inventa en 1816 el calidoscopio y en Tucumán se abre el Congreso, desde donde el diputado de Mendoza, Godoy Cruz, le escribe a San Martín diciéndole: “la independencia no es soplar y hacer botellas” y recibe algo más que una respuesta: “Mil veces más fácil es hacer la independencia que el que haya un soldado americano que haga una sola botella”.
Ese año declaramos la independencia y Corrientes no estaba representada. En Buenos Aires se faenaban 300 cabezas por día, se descubre que mediante el arsénico los cueros duran indefinidamente y ya no se tiran más, aumenta su valor y la región se enriquece repentinamente.
San Martín cruza los Andes en 1817 y Chile lo recibe victorioso. En Tucumán, merced al sacerdote Colombres, nace la industria del azúcar y empieza a circular el primer papel moneda emitido en el país. Del puerto de Buenos Aires partía el primer barco argentino al mando de Hipólito Bouchard, con 460 toneladas, 450 hombres y 62 cañones.
El Congreso argentino cierra sus deliberaciones en Tucumán y pasa a sesionar en Buenos Aires. Si bien Tucumán garantizaba la paz y las buenas relaciones entre las provincias, por otro lado estaba demasiado cerca del enemigo realista y demasiado lejos del Director Supremo que gobernaba en Buenos Aires.