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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Ioscor y Provincia: una política sanitaria de pantalones largos

“Tenemos la responsabilidad de cuidar a los correntinos y lo     estamos haciendo con plata de los correntinos"

Gustavo Valdés, gobernador de Corrientes

                   Argentina vive un brote epidémico de dengue sin precedentes, con más de 180.000 casos y 130 fallecimientos. Se ha convertido, como es notorio, en un problema de salud pública.

                   Ya no sólo es el norte el lugar dónde pulula el mosquito, se ha trasladado a gran parte del país, por lo que el problema adquiere ribetes nacionales y amerita la preocupación y la ocupación de las autoridades sanitarias federales.

                   Existe una vacuna contra el dengue, la Tak-003 o Qdenga, aprobada por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) en abril de 2023. La produce el laboratorio japonés Takeda y, según informó el organismo, al momento de su autorización ya contaba con la aprobación de la Unión Europea, Reino Unido y la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria de Brasil (Anvisa). Se trata de una vacuna con dos dosis.

                   Y aquí tenemos la gran diferencia, entre la reacción de las autoridades provinciales, el gobernador Gustavo Valdés y su Ministro de Salud Ricardo Cardozo, y la actuación del presidente Javier Milei y su Ministro de Salud de la Nación Mario Ruso.

                   La obra social provincial (IOSCOR) aprobó hace algunos días la cobertura del 50% del costo (tiene un alto precio) para sus afiliados. Un esfuerzo económico trascendente, ya que se trata de la cobertura de más de cien mil afiliados, evidentemente una porción importante de población total.

                   El lunes, el gobernador de la Provincia, hizo otro tanto. Anunció la compra de 200.000 dosis, como primer paso para inocular a la población más expuesta y en las zonas de mayor circulación del virus.

                   Hechos, no palabras ni justificaciones. Al dengue se lo detiene con hechos, y la vacunación es uno de ellos. Es cierto, quizás no pueda detener el brote actual, ya que son dos dosis separadas por tres meses, y la plena inmunización se adquiere a los diez días de la segunda, pero sin dudas que sirve, y mucho, para neutralizar aquello que vendrá a partir del mes de octubre/noviembre de 2024.

                   Pasó como con el acierto estratégico del gobierno provincial de instalar el Hospital de Campaña durante la epidemia de Covid, que ha quedado instalado como el ejercicio de una política de estado ante las enfermedades que asolan de manera global a gran parte de los ciudadanos.

                   La Nación, en cambio, se debate entre sus propias inconsecuencias y justificaciones. El ministro Mario Russo, a pesar de considerar a la vacuna como “eficiente” y “segura”, se esconde en una abstracta justificación: no estaría asegurado que la obligatoriedad de la vacuna detendría la epidemia.

                   Russo se limita a aconsejar la no utilización de pantalones cortos y ropa oscura. Parece un chiste, pero no lo es. En cambio, es la prueba de que su política sanitaria no pasa de los pantalones cortos.

                   Utilizó para la autojustificación de su inmovilismo y desidia, el caballito de batalla con que el gobierno justifica sus propios yerros y omisiones: echarle la culpa a la casta.

                   Mientras tanto, al presidente le preocupan otras cosas menos mundanas: la macroeconomía, sus viajes para dar conferencias sobre su ideología libertaria, y pocas otros temas. De la salud de la población, que se encargue el mercado.

                   Quedó en evidencia una y otra postura. Una provincia, jaqueada por los descuentos y la merma de ingresos, no hesita en promover una política pública de responsabilidad. Una nación, que aprieta financieramente a los estados provinciales, mira para otro lado en un tema grave de salud pública, porque lo único importante es cerrar las cuentas públicas, así sea a costa de la salud ciudadana.

                   Felicitaciones a Ioscor y a la Provincia, por colocarse los pantalones largos en la materia, aún en tiempos de escasez de recursos.

                   Para la Nación, un “mutis por el foro” como la mejor reacción civilizada, ante un gobierno que no logra trascender de sus propios pantalones cortos, atado siempre al carro del ajuste fiscal.

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