La Universidad Austral realiza, desde el año pasado, un sondeo entre los ingresantes sobre sus hábitos de estudio, logrando interesantes conclusiones que en estos momentos son motivo de análisis y discusión en distintos foros.
En 2003, ese estudio abarcó a 258 (85 por ciento del total) alumnos de primer año, de seis carreras: comunicación, ingeniería informática, ingeniería industrial, derecho, medicina y enfermería.
En un primer paneo de las respuestas obtenidas se extrajeron estas conclusiones: no siguen un horario de estudio y se distraen fácilmente; empiezan a estudiar cuando se acerca el examen,tienen dificultades para leer con rapidez; intentan hacer todo lo que dice el profesor y no hacen preguntas en clase; tienen problemas para distribuir el tiempo cuando rinden examen por lo que algunos, incluso, no llegan a contestar todas las preguntas.
Según los resultados, el 75 por ciento de los recién llegados no sigue un horario de estudio y no está al día con las materias. Entre el 51 y el 67 por ciento, según la carrera, afirma que no le queda tiempo para repasar los días previos al examen, En cuanto a las técnicas de estudio propiamente dichas, muchos no hacen una lectura de conjunto previa, tienen problemas para leer con rapidez (entre el 65 y el 87 por ciento); no consultan el diccionario cuando tienen dudas; leen “pronunciando” las palabras y no utilizan esquemas de contenido (del 27 al 70 por ciento). Entre el 50 y el70 por ciento no acostumbra a preguntar en clase. Sin embargo en altos porcentajes, los estudiantes afirmaron que pueden encontrar fácilmente las ideas principales de un texto, que utilizan el subrayado como técnica y que leen detenidamente las preguntas de un examen antes de contestarlas. La mayoría, además, afirma tomar apuntes para luego releerlos y entenderlos, aunque el 40 por ciento reconoce que intenta escribir “todo lo que diga el profesor”.
A pesar de la escasa conciencia de los problemas, la mayoría de los chicos sabe que estudiar de memoria está mal: el 90 por ciento asegura que no lo hace. Otros aspectos positivos incluyen que más del 77 por ciento subraya las ideas principales de un texto y más del 78 por ciento acostumbra a relacionar lo que estudia con lo que ya sabe.
Para no quedarse en el diagnóstico, en la Universidad Auistral están comenzan a usar estos resultados en tres perspectivas: por un lado, cada estudiante trabajó su propio cuestionario con su tutor. A su vez, los tutores recibieron capacitación especial para atacar puntuales dificultades y finalmente se hicieron reuniones con los docentes de cada carrera.
Esta interesante experiencia, que tendría que repetirse en otras casas de altos estudios, marca una positiva tendencia a desentrañar problemas que hasta ahora eran totalmente ignorados.
En 2003, ese estudio abarcó a 258 (85 por ciento del total) alumnos de primer año, de seis carreras: comunicación, ingeniería informática, ingeniería industrial, derecho, medicina y enfermería.
En un primer paneo de las respuestas obtenidas se extrajeron estas conclusiones: no siguen un horario de estudio y se distraen fácilmente; empiezan a estudiar cuando se acerca el examen,tienen dificultades para leer con rapidez; intentan hacer todo lo que dice el profesor y no hacen preguntas en clase; tienen problemas para distribuir el tiempo cuando rinden examen por lo que algunos, incluso, no llegan a contestar todas las preguntas.
Según los resultados, el 75 por ciento de los recién llegados no sigue un horario de estudio y no está al día con las materias. Entre el 51 y el 67 por ciento, según la carrera, afirma que no le queda tiempo para repasar los días previos al examen, En cuanto a las técnicas de estudio propiamente dichas, muchos no hacen una lectura de conjunto previa, tienen problemas para leer con rapidez (entre el 65 y el 87 por ciento); no consultan el diccionario cuando tienen dudas; leen “pronunciando” las palabras y no utilizan esquemas de contenido (del 27 al 70 por ciento). Entre el 50 y el70 por ciento no acostumbra a preguntar en clase. Sin embargo en altos porcentajes, los estudiantes afirmaron que pueden encontrar fácilmente las ideas principales de un texto, que utilizan el subrayado como técnica y que leen detenidamente las preguntas de un examen antes de contestarlas. La mayoría, además, afirma tomar apuntes para luego releerlos y entenderlos, aunque el 40 por ciento reconoce que intenta escribir “todo lo que diga el profesor”.
A pesar de la escasa conciencia de los problemas, la mayoría de los chicos sabe que estudiar de memoria está mal: el 90 por ciento asegura que no lo hace. Otros aspectos positivos incluyen que más del 77 por ciento subraya las ideas principales de un texto y más del 78 por ciento acostumbra a relacionar lo que estudia con lo que ya sabe.
Para no quedarse en el diagnóstico, en la Universidad Auistral están comenzan a usar estos resultados en tres perspectivas: por un lado, cada estudiante trabajó su propio cuestionario con su tutor. A su vez, los tutores recibieron capacitación especial para atacar puntuales dificultades y finalmente se hicieron reuniones con los docentes de cada carrera.
Esta interesante experiencia, que tendría que repetirse en otras casas de altos estudios, marca una positiva tendencia a desentrañar problemas que hasta ahora eran totalmente ignorados.
