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“Tirar bengalas acá es criminal”

Por El Litoral

Domingo, 02 de enero de 2005 a las 21:00
En la edición del viernes 31, en página 21 del diario porteño La Nación como complemento de la crónica central de la tragedia aparecía una nota firmada por el periodista Carlos Beer, que había estado el día anterior en el boliche del Once donde habría de desatarse el horror.
Lo que sigue es la nota del periodista porteño:
Anteanoche. 22.50. El grupo Callejeros está por comenzar a tocar su segundo recital de los tres programados para despedir el año. El lugar elegido es República Cromagnon, una discoteca ubicada a dos cuadras de la estación de Once, que el rock le ganó a la bailanta: antes se llamaba "El Reventón" y era un boliche de cumbia.
Parece ser la voz de Omar Chabán, dueño del lugar y de la mítica discoteca Cemento, la que, en un gesto inusual para un recital de rock, realiza un efusivo discurso de 10 minutos antes de que la banda salga a escena. Dice, grita y hasta insulta: "Chicos, no tiren bengalas ni petardos. Tengamos la noche en paz. Esto es un recital de rock y tiene que ser una fiesta. El techo está acondicionado para que se escuche mejor la música y tiene una acústica especial que es inflamable. Y el humo de las bengalas es cancerígeno. El que tira petardos tiene instinto criminal, es un asesino hijo de p… Tirar bengalas acá es criminal". Hubo silbidos e insultos hacia el orador. La respuesta fue la obvia en ese grupo de poco más de 3000 jóvenes, con una edad promedio de 20 años. "El que no salta es un botón", canta la mayoría a coro.
Interiormente, la duda llegó y recorrió mi cuerpo como un escalofrío: ¿y si en verdad pasaba algo? ¿Cómo salir de allí? No había respuesta lógica. El lugar tiene una amplia entrada, por la que también se sale. Para llegar a ella, los que están en un costado del escenario deben recorrer unos 50 metros dentro del lugar. En medio del recital, hacer ese trayecto implicó pedir varias veces permiso para abrirse paso. Imposible hacerlo ordenadamente en caso de una emergencia: imagine un incendio en un cine, usted está en las primeras filas y la única salida es la puerta de acceso. La desesperación gobierna en esos casos...
El show de casi dos horas y media transcurrió casi con normalidad. Hubo una decena de bengalas dentro del recinto, pese a que en la puerta hubo un cacheo a cada uno de los concurrentes. También algunos petardos que retumbaron en forma violenta. Más que cuando lo hacen en la calle.
Hay una explicación, aunque resulte difícil de entender: el rock argentino está cada día más futbolero, con grupos que llenan estadios. En ámbitos al aire libre, las bengalas parecen pintorescas, simpáticas. En lugares cerrados son riesgosas. Muy peligrosas. Pero para el rock y los fanáticos de cualquier banda no hay un espacio u otro. Sólo pasión. Y la pasión a veces deja los riesgos a un lado. Hubo una advertencia que seguramente se habrá repetido anoche: "Es un acto criminal".
Mientras estas líneas se acaban, a tan sólo cinco cuadras de República Cromagnon, se escuchan las sirenas pasar por la avenida Pueyrredón rumbo al Sur. Es la música sobre la letra de aquella advertencia. Se reproducen las imágenes del día anterior, y también la pregunta: ¿cómo reaccionar en caso de una emergencia? Tan sólo 24 horas después, muchos no encontraron la respuesta.

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