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La cultura de la milanesa

Por El Litoral

Sabado, 09 de diciembre de 2006 a las 21:00
Los argentinos somos así. Si no tenemos una comida en medio -cualquiera fuese ella- no tenemos motivaciones para nada. Las alegrías y las tristezas, los triunfos y las derrotas se celebran con comidas varias, de acuerdo a las diversas regiones que tiene el país, de las que Corientes y el NEA son irrefutables testimonios en favor del asado, el chicharrón, el mbaipù, el locro y el chipá.
Pero siempre tomamos a esas características, como simples expresiones del costumbrismo, aunque enraizadas todas en la cultura, ya que debemos coincidir en que la cultura abarca absolutamente todo. Lo que nunca pensamos es que en nuestra paìs se hayan originado comidas que hoy gozan de difusión mundial, inclusive al ser calificadas con nombres que provocan equìvocas.
En el portal de “Perfil” se informa que la Legislatura porteña busca darles reconocimiento a los platos argentinos más tradicionales a través de un proyecto impulsado por la diputada kirchnerista Inés Urdapilleta que busca incluirlos dentro del patrimonio cultural de la Ciudad de Buenos Aires.
‘Vos viajás afuera y lo que más extrañás son los olores y sabores. Eso también es cultura‘, remarcó Miguel Angel Mojo, asesor de la diputada.
Entre los platos más destacados se encuentran la milanesa a la napolitana, los sorrentinos, la pizza con fainá, la fugazzeta, el famoso queso y dulce y el vermú. Se espera que el listado del patrimonio alcance las veinte comidas antes de fin de año.
‘ Hay quien tiene una concepción más elitista que confunde la cultura con lo meramente artístico. Esto tiene algo muy lindo, y es que en cualquier cocina se puede difundir cultura, no necesitás más que una ollita y una hornalla‘, explicó Mojo.
Sobre la milanesa napolitana el funcionario aseguró: ‘No es de Milán, ni de Nápoles. En los años cuarenta, frente al Luna Park, estaba el restaurante El Napolitano, donde hacían una milanesa con jamón, queso y salsa. Es indudablemente porteña, ahí radica su origen, y le quedó el nombre‘.
Lo mismo sucede con los sorrentinos, que no son conocidos en Italia. Fueron una creación de un restaurante de Corrientes que se llamaba Sorrento.
La idea es que este proyecto se materialice en una serie de protocolos que contengan los fundamentos y la historia de cada plato. ‘La acción busca rescatar algo que nos representa tanto como la literatura, la pintura u otras disciplinas‘.
Ahora vendrá el efecto reflejo. Cada provincia buscará reivindicar sus propios platos típicos, y luego, en síntesis, se llegará a una expresión nacional que, sin dudas será muy amplia y diferenciada, ajustada a cada gusto, como ya le ocurre a nuestras tradicionales empanadas, que tienen “nacionalidades” propias.
La cuestión no deja de ser interesante, pero habría que preguntarse si ello es prioridad en estos momentos en que el país se debate entre diversos conflictos internos y externos y donde hay temas que reclaman definiciones y los seguimos pateando hacia adelante.
Para solucionar el tema, deberìamos convocar a una gran comilona nacional...

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