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La flamante jubilada cumplió 108 años

Por El Litoral

Domingo, 07 de enero de 2007 a las 21:00
Ceferina Valdés, festejó ayer sus 108 años. Junto a toda la familia, la abuela celebró un año más de vida, y la gratitud de poder hacerlo en óptimas condiciones, lúcida, independiente en sus movimientos y con buena salud.
La anciana es goyana, vive en Riachuelo, y ayer estuvo en la ciudad, en la casa de una de sus nietas, para festejar su cumpleaños. Allí la acompañaron algunos de sus hijos, nietos y bisnietos, ya que según dijeron, el resto de la familia no se encuentra en la provincia.
Todos ellos estaban felices de poder compartir un nuevo aniversario junto a Ceferina y por eso quisieron agasajarla con un asado y -por su puesto-, la torta. “Elegimos este menú, porque a ella le gusta mucho la carne y el chorizo”, contaron a El Litoral.
Con el rostro cubierto de arrugas que notan el paso del tiempo, pero con el semblante fresco, la centenaria aún pude gozar de sus sentidos. “Oye poco, pero puede ver, comer y caminar por si sola”, señaló Patricia, una de sus nietas. “Es una mujer totalmente sana, no toma ningún medicamento gracias a Dios”, agregó, haciendo alarde de su aptitud física.
Ceferina, tiene 13 descendientes, 54 nietos y 24 bisnietos. Vivió con su marido Feliciano Arce, hasta que su muerte los separó. “Eran eternos enamorados”, recordaron sus hijas.
La anciana habla muy poco. Pero ante la pregunta obligada de cuál es el secreto de vivir tantos años: respondió que tener una vida sana.
“Ella se alimentaba con la leche que ordeñaba con sus manos. Hacían tortas fritas, y consumían todo tipo de comida casera”, contaron sus hijas.
“Además, por ejemplo, nunca utilizó maquillaje, y por eso cuenta con una piel privilegiada, que pese a sus años, parece mucho menos”, alargaron.
Además, duerme temprano y por consiguiente se levanta temprano “y que no le falte su cigarro”, confesó su familia.
Asimismo, reconocieron que la longevidad es una dádiva de generación en generación, ya que los padres de Ceferina, vivieron hasta las 109 y 110 años.
En este sentido vale destacar que por su parte, doña Valdés, debe ser una de las únicas personas del siglo XIX viva. En su memoria lleva todos los recuerdos de los cambios sociales, económicos, y políticos del que fue testigo.
Hace poco más de 20 años, la abuela reside en Riachuelo, donde es conocida y querida porque mediante a sus dones naturales “cura” a la gente, dolores de cabeza, empachos y otro tipo de malestares corporales.
Según testimoniaron, con los años se volvió un tanto caprichosa, y hay cosas en la que se pone firme y no hay como hacerle cambiar de opinión.
En su domicilio, comparte sus días con una de sus hijas, Alejandrina, con quien dijeron son inseparables. “Se sientan en el patio y conversan”, indicaron.

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