JORGE ZIMERMAN, MEDICO ONCOLOGO
Los servicios de Oncología deben ser los más duros de un hospital. El cáncer sigue siendo uno de los diagnósticos más difíciles y temidos por un paciente y las caras de las decenas de personas que se amuchan en las salas de espera lo reflejan. El doctor Zimerman nos recibe en el pasillo, antes de que golpeemos la puerta de su oficina. No para, habla con sus colaboradoras, saluda a los médicos, revisa papeles y continúa con la charla.
Está orgulloso del trabajo que hace. Muestra, satisfecho, los logros que se han alcanzado en el departamento y las mejoras logradas para el tratamiento de los pacientes con una de las enfermedades más difíciles y -lamentablemente- cada vez más comunes. Sin embargo, él dice que quiere más y asegura estar dispuesto a seguir luchando.
Jorge Zimerman es uno de los oncólogos más reconocidos de Corrientes y uno de los principales referentes en la especialidad en la provincia. Actualmente, se desempeña como jefe del Departamento de Oncología del Hospital Vidal y preside el Comité de Tumores del Ministerio de Salud Pública. También es el profesor titular de la cátedra de Oncología de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional del Nordeste, presidente de la Sociedad de Oncología de Corrientes y representa a la provincia ante el Instituto Nacional del Cáncer.
En esta entrevista con El Litoral, repasó su historia personal, contó cuál es la situación de la provincia en materia de detección y tratamiento del cáncer y adelantó cuáles son sus planes para seguir mejorando la asistencia a los pacientes enfermos.
-¿Cómo nace su interés por la Oncología?
Desde que estaba en el secundario decidí que quería ser médico y empecé la facultad en la Universidad Nacional del Nordeste, donde cursé hasta quinto año. Por motivos personales, decidí mudarme a Buenos Aires para hacer el último año y me recibí en la Universidad de Buenos Aires. En ese año me empecé a interesar en la Oncología. Se hablaba mucho de eso en Buenos Aires y era una especialidad relativamente nueva. Aunque tenía una invitación para ir a trabajar a Madrid, quería quedarme y me acerqué a Alfredo Lifschitz, un brillante cirujano a quien admiraba mucho, que estaba a cargo del área de Oncología del Hospital Vidal. Enseguida me abrieron las puertas y empecé a trabajar acá.
-¿Cómo era el servicio que existía en ese entonces y cómo es el que tienen ahora?
El servicio por ese entonces funcionaba en dos salas del área de clínica médica. Después el hospital se refaccionó, en la década del ‘80 y fuimos a un área que ahora ocupa Urología. Después hubo un traslado al por entonces Hospital “Santa Rita”, otro al sector trasero del Vidal y finalmente se logró el espacio donde estamos ahora, en el que tenemos oficinas, sala de reuniones, un hospital de día para hacer quimioterapia ambulatoria y salas de internación femeninas y masculinas. En aquel entonces éramos entre 7 y 9 médicos. Ahora somos 17. Hasta el año pasado tuvimos residencia y este año decidimos suspenderla momentáneamente, pero habilitamos una concurrencia, así que seguimos formando nuevos especialistas, porque siempre faltan recursos humanos. Este es el único departamento de Oncología que existe en la provincia. Tenemos Oncología clínica -con un equipo de 6 médicos-, Oncología quirúrgica y radioterapia. Eso quiere decir que tenemos los tres componentes que se necesitan para trabajar en la especialidad. Ahora en Goya se inauguro un servicio, muy anhelado y con razón. En Curuzú Cuatiá también existe uno y los médicos van desde acá, aunque no con la periodicidad que nos gustaría. Ojalá en cada pueblo de la provincia tengamos servicios. Lamentablemente, el gran problema es el recurso humano. No hay suficientes oncólogos en el país, como tampoco hay radioterapeutas ni técnicos. Por eso acá llegan pacientes de toda la provincia y años atrás incluso atendíamos a gente de toda la región.
-¿Cómo manejan el tema de los insumos, particularmente de los medicamentos, que son muy complejos y costosos? ¿Tuvieron algún problema por los nuevos regímenes de importaciones?
No. Sabemos que una de las mayores preocupaciones de los pacientes son los medicamentos oncológicos. Nosotros los tenemos y los de mejor calidad. Tenemos todo lo necesario, pero somos unos inconformistas permanentes, siempre queremos más porque creo que los correntinos nos merecemos lo mejor".
-¿Cuál es la situación del cáncer en la provincia y en el país? ¿Hay recursos suficientes para tratarlo?
En América Latina hay deficiencias en las que no cae nuestro país. Tenemos muy buenos oncólogos. Por ejemplo, a nivel regional, las estadísticas revelan que hay muchos niños que no tienen un tratamiento eficaz ni tampoco la medicación que necesitan. Eso no pasa en Corrientes, donde los chicos son una de nuestras principales preocupaciones. El Servicio de Oncología del Hospital Pediátrico es excelente y siempre le proveemos de todo lo que necesita. A veces son drogas muy caras, pero lo que hacemos es buscar que todas las entidades públicas puedan acceder a esos medicamentos. Eso hace que en nuestra provincia hayamos logrado un porcentaje de sobrevida y curación que casi alcanza el nivel de los europeos. Ese es un gran orgullo. Este año estamos en un porcentaje de curación y sobrevida del 65%, cuando en América Latina los niños no tienen esas oportunidades. En Europa es del 70 y 75%.
-¿Y cómo se alcanzaron estos logros? ¿A qué lo atribuye?
Lo atribuimos al trabajo en equipo, a los excelentes profesionales y a los medicamentos. Todo esto es un conjunto de cosas. En Oncología, todo lo que se hace mal la primera vez, está mal para siempre. Algo siempre se puede hacer después, pero no es lo mismo que si se hace bien de entrada. Por eso tenemos un Comité de Tumores académico y todos los viernes, a las 10, nos reunimos acá con gente del Hospital Llano y de otros servicios del Vidal. Tratamos caso por caso, conversamos y discutimos -duramente a veces- para determinar cuál va a ser el tratamiento adecuado para ese paciente. Acá no decimos “en todos las mamas se hace esto”, “en todos los úteros, aquello”. No, es caso por caso. La Oncología es la más multidisciplinaria de las especialidades que existen, por lo que no podemos concebir que no exista un Comité de Tumores.
-El cáncer es una enfermedad que se extendió y fue mutando a través de las últimas décadas. Desde los 70, cuando empezó a ejercer, hasta ahora ¿qué cambios notó?
La Oncología va cambiando sus conductas y tratamientos permanentemente, todos los días hay cosas nuevas. En cuanto a la enfermedad, hace dos o tres años teníamos un millón de fallecimientos en el mundo a causa de cáncer de pulmón. Para 2025 la cifra va a estar entre 8 y 10 millones. El cáncer aumenta en todo el mundo, pero los países en vías de desarrollo, vamos a tener la mayor incidencia. El 80% de esas muertes van a estar en nuestros países. Hoy hay muchos casos, pero se estima que en los próximos años puede haber entre un 75 y un 100% más. Mientras tanto, Europa tiene cifras que van del 0 al 25%. Estados Unidos tiene todavía mejores estadísticas. Sus informes anuales indican que tienen una disminución en la mortalidad de entre un 2 y un 4%, dependiendo de las patologías. Eso lamentablemente no pasa en América latina. Aquí, por culpa del tabaco, mil millones de personas van a fallecer y no es un número exagerado.
-¿El cáncer de pulmón sigue siendo el más común?
Sí, es la primer patología a nivel global y nosotros lo verificamos acá también. En Argentina pulmón, próstata y colon son los casos más frecuentes en hombre. Mama, colon y útero son los que se diagnostican con más frecuencia entre las mujeres. A nivel provincial, en mujeres, está pasando algo particular. En el sistema público siempre se detectan más casos de cáncer de útero que de mama, pero desde el año pasado estamos viendo lo inverso. En el último trimestre de 2011 tuvimos 82 casos de mamas y 64 de cuello uterino. En lo que va de este año, entre enero y octubre, se diagnosticaron 110 de cáncer de mama y 56 cánceres de útero. Eso significa que algo está pasando en nuestra población, porque las causas de mama y útero son muy distintas. Eso refleja que hay cosas que están mejorando. El cáncer de cuello uterino se ve mucho en niveles socioeconómicos más bajos, donde hay inicio de las relaciones sexuales más temprano, en los que existe una multiplicidad de parejas -que pueden generar la portación del virus del HPV- y donde se registra una multiparidad. Todo eso disminuye la inmunidad de esa mujer y permite el desarrollo del cáncer. Afortunadamente, eso se está revirtiendo. El cáncer de mama, en cambio puede venir más por actores genéticos u ocasionales, no tiene antecedentes tan concretos como el de útero.
-¿Cuáles son los nuevos tipos de cáncer que se ven?
Hay una mayor cantidad de ciertos tipos de cáncer que no son nuevos, pero que se investigan más o incluso la gente se controla más. Ese es el caso del cáncer en cabeza y cuello, que incluye múltiples variedades de tumores en la boca, lengua, piso de boca, tiroides, linfomas, entre otros. El cáncer de boca avanza muchísimo. Las primeras causas son el cigarrillo y el alcohol. Si una persona fuma y toma alcohol tiene 40 veces más oportunidades de tener un cáncer en la boca 15 años más joven que una que no consume alcohol ni tabaco. También hay investigaciones actuales de Estados Unidos que indican que la primera causa del cáncer de boca es el HPV, que se trasmite por sexo oral.
-En otros sectores de la salud, como en algunas especialidades pediátricas, existe un gran porcentaje de la población que, pese a tener obra social, se vuelca al sector público porque en el privado no hay servicios tan especializados. ¿Qué pasa en el área de oncología? ¿Hay un buen desarrollo de la especialidad en el sector privado o lo público lleva la delantera?
En Corrientes hay un buen desarrollo de la oncología, tanto en el sector público como en el sector privado. Somos los mismos profesionales. En lo personal, me jugué la vida por el sector público. En el comité de tumores se tratan los casos de los pacientes del público y del privado. Hay buena atención en los dos lugares. Muchas veces traemos del sector privado al público, pero nunca un paciente del público debe ser derivado al privado por falta de especialistas o recursos. Nuestra inclinación humana, por supuesto, siempre está hacia las personas sin recursos que son las que tratamos en el hospital. Es hacia ellos que está destinado nuestro proyecto del Instituto de Oncología.
-Ahí es a donde quería llegar. ¿En qué quedó el proyecto del Instituto de Oncología para Corrientes?
Cuando escribimos la ley, lo hicimos pensando en la gente pobre, porque como dije antes, creo que los correntinos nos merecemos las mejores cosas. La ley se presentó en la Legislatura y fue aprobada por unanimidad en Diputados. Todavía recuerdo cuando se aprobó finalmente en Senadores. Estábamos pocas personas. Fue una de las emociones más grandes de mi vida. Entiendo que todo eso tiene sus tiempos. No todo lo que queremos se puede hacer en dos días. Es un tema complejo y será difícil su construcción. Ya está escrito, ahora lo que necesitamos en la Dirección de Arquitectura. Sé que todo lleva tiempo, pero tengo fe y todas mis esperanzas puestas en que eso va a ser una realidad. En lo concreto, hay un adelanto oficial. Nos informaron que vamos a tener un acelerador lineal para 2013. Eso es un equipo similar a una bomba de cobalto, que se utiliza en patologías específicas, como tumores cerebrales en niños o ciertos tumores de mama. Es una máquina espectacular. También nos anunciaron la compra de una cámara Gama, que se usa para centellogramas óseos, entre otras cosas. Además de eso, me dijeron desde el Ministerio de Salud Pública que había otra sorpresa para nosotros en 2013. Veremos cuáles es esa sorpresa. Estamos muy ilusionados. Salvo que me echen, yo no pienso irme de acá sin que el Instituto sea una realidad.
Cuidados paliativos
Uno de los orgullos del departamento de Oncología hospitalario que dirige Jorge Zimernan es el Servicio de Cuidados Paliativos. Se trata de un espacio que cuenta con cinco camas para la internación de las personas con cuadros irreversibles.
“Cuando no podemos curar, lo menos que debemos hacer es dar calidad de vida a nuestros pacientes”, dice el médico, mientras nos muestra las salas y explica las tareas que se realizan allí. Médicos, psicólogos y asistentes sociales trabajan para que los enfermos terminales puedan sentirse mejor.
Muchos de los sectores de internación de los pacientes oncológicos son de acceso restringido, por lo que no pueden tener demasiado contacto con sus familiares. En las salas de cuidados paliativos está permitido el acceso de los seres queridos, que juegan un papel fundamental a la hora de colaborar en el bienestar de los pacientes. El espacio también cuenta con boxes independientes para los casos que necesitan aislamiento.
Por un problema de refrigeración, el servicio se mantuvo cerrado durante las últimas semanas, pero desde el Vidal están dejando todo listo para ponerlo en funcionamiento nuevamente.
CECILIA FERNANDEZ CASTAÑON