Leyó algunos de los textos que fueron seleccionados entre publicaciones suyas en medios nacionales y su blog Linkillo, que resultaron en en el libro Textos de ocasión. A partir de ahí comenzó un interesante debate entre los presentes. De su bitácora online, consideró que es una suerte de archivo, un lugar donde “guardo fragmentos de escritura y puedo experimentar”, incluso con el “pacto de credibilidad” entre el autor y el lector. “No hay que creer todo lo que uno lee”, sostuvo.
“Las nuevas tecnologías, en ese punto, son interesantes o pueden resultar un fiasco, pero hay que investigar hasta qué punto nos sirven, pues son herramientas democráticas”, explicó y apuntó que “el papel supone la destrucción de bosques, de árboles” y lanzó una fuerte crítica: “La mayoría de las cosas que se publican no merecen que un árbol caiga. Los libros electrónicos, al menos, están salvando árboles”.
En la misma línea definió que “hay una extremada velocidad de transformación técnica y el escritor no puede ser inmune a esto”.
También pidió revisar “la disociación entre cultura y educación” y trató de ser optimista al sostener que “la técnica puede ser neutra”, pero que para ello “tenemos recursos para construir una cultura más democrática”. Entonces reclamó por la falta de políticas educativas culturales.
Al cerrar con una nueva lectura de las que suele ser un protagonista, insistió con el pacto de credibilidad y cerró: “Es cierto, es absolutamente verdadero. O no. No tienen por qué creerme”.