Señor Director:
Soy una señora de 73 años, poseo un título universitario extendido por la Unne; y quiero contarles que durante toda mi vida de estudiante, en la niñez, la adolescencia y la juventud -siendo nuestra ciudad no tan extendida- me desplazaba caminando cuando niña y en bicicleta ya un poquito mayor, de un lugar a otro, sin ningún impedimento, circulaba por calles de mucho tránsito y en otras más, muchas de ellas asfaltadas y otras no. Gracias a Dios durante ese período de mi vida no tuve ningún tipo de accidentes; es claro que no siempre usé la bici, también con mis padres tomábamos el “coche de alquiler”, así llamados en esa época y lógicamente que caminé y mucho en esa etapa de mi vida.
Con mi hermano mayor íbamos caminando a la escuela primaria y también a los estudios complementarios de la tarde sin ningún inconveniente, transité nuestra bella ciudad de a pie para ir a la escuela secundaria, a la Academia de Bellas Artes y a la Cultural Inglesa y hasta para ir al puerto ya universitaria, si bien a veces lo hacía en colectivo ida y vuelta, pero muchas, muchísimas veces caminando sola o acompañada. Hasta para ir a los bailes en “El Hotel Buenos Aires”, “El Monumental”, el Club San Martín y el Club de Regatas, siempre de a pie con mis amigos, ya sea por recreación, necesidad o estudios, caminaba o usaba la bicicleta.
Ahora que soy un poco mayorcita, la recomendación médica es que debería caminar y realmente me encuentro ante un grave trastorno: observo que nuestras veredas no están cuidadas ni controladas en la gran mayoría del ejido urbano, nadie las inspecciona ni observa los defectos de éstas, ¿y a quiénes me refiero?, me estoy refiriendo a los inspectores de la Municipalidad de la Ciudad de Corrientes.
Ninguno, o la mayoría de los ocupantes de cada vivienda, sea propia o alquilada, no respeta que sus veredas tengan el mismo nivel que el de sus linderos, de cualquiera de los lados, no se emparejan en toda la cuadra. Y sigo enumerando: hay algunos usuarios de propiedades cuyas veredas tienen los 2,80 m de ancho, hasta el comienzo de la línea de edificación, lo que es correcto, pues es el ancho que deberíamos respetar por ser el reglamentario con el objeto de facilitar la circulación del peatón, pero hay veces que se las encuentra obstaculizadas por la construcción de una rampa para el ingreso de un automóvil, obstruyendo por cierto el tránsito normal de cualquier caminante; también vemos que a algunas veredas le construyeron una escalerita para el acceso a la vivienda, o están rotas, con los mosaicos flojos, levantados, destruidos. Esos casos no están escritos en ninguna normativa, aunque existen en la realidad.
¡Y no hablemos de las rampas necesarias para las personas discapacitadas! Porque en la aprobación por parte del Municipio debe tener un valor sumamente importante.
Sólo pensamos en lo que a mí me conviene o lo que yo uso y transito, y no pensamos en los otros, que también podríamos ser nosotros y allí estaríamos despotricando hacia el ente regidor de las medidas necesarias y obligatorias.
En la Biblia (Deut. cap. 5 y 6. - Mt.22-37;39) encontramos que se debe tratar al prójimo como queremos que nos traten y casi nunca lo hacemos.
Espero que estas líneas no causen encono en algunos de los lectores, o en los políticos y que lleguen hasta los ojos, conocimientos, cerebros y corazones de las personas que continuarán rigiendo las leyes municipales y provinciales de nuestra tan amada ciudad, a la cual estamos muy orgullosos de pertenecer y siendo mi único objetivo alertar y señalar lo que está mal y no funciona.
Me despido con el mayor respeto hacia todos ustedes.
Arq. Felisa Croiter de Bendersky
Correntina de nacimiento y usuaria de todas las vías de comunicación de nuestra ciudad.