Por Alberto Galeano, de Télam
Al igual que Winston Smith, el personaje de la novela 1984 que se rebela contra el Gran Hermano, Edward Snowden sacudió con sus denuncias las estructuras del espionaje estadounidense en varios países del mundo.
Para muchos de sus compatriotas Snowden es simplemente un traidor. Pero para otros es un patriota que abrió un debate sobre el poder de la Casa Blanca para controlar la libertad de los individuos en los comienzos del siglo XXI.
Con sus revelaciones sobre el control de las llamadas telefónicas por parte de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA por sus siglas en inglés), que afectaron a líderes mundiales como la jefa del Gobierno alemán, Angela Merkel, Snowden se convirtió en una de las figuras de 2013 y en un hombre perseguido por la justicia.
Sus revelaciones, que fueron publicadas por The Washington Post y The Guardian, entre otros diarios, se sumaron a la filtración de miles de documentos realizada anteriormente por el sitio web WikiLeaks.
Por este último caso, la justicia condenó a 35 años de prisión el soldado estadounidense Bradley Manning, quien luego pidió ser considerado como una mujer llamada Chelsea.
Si bien Washington no utiliza una “telepantalla” para controlar a los individuos, como en la ficción de George Orwell que habla del Gran Hermano (el jefe que todo lo ve), las denuncias de Snowden provocaron una enorme desconfianza entre los aliados más cercanos de Washington en Europa, como es el caso de Alemania.
También tuvieron repercusión en Brasil, donde resultó principalmente afectada la presidenta Dilma Rousseff.
Luego de que varios países rechazaran recibir a Snowden, Rusia le concedió asilo temporal por un año, el 1ro. de agosto pasado. Hasta esa fecha, el ex contratista de la NSA pasó 39 días en el Aeropuerto de Moscú, donde llegó procedente de Hong Kong.
Como era de esperar, las denuncias de Snowden generaron un escándalo en Estados Unidos, donde se creó una comisión encargada de fiscalizar los programas de espionaje.
Poco tiempo después, esta comisión recomendó al presidente estadounidense, Barack Obama, que las agencias de inteligencia no deben almacenar los registros de llamadas telefónicas, sino que sólo deben acceder a ellos en casos especiales.
“Para ser un fugitivo, Snowden está atrayendo un buen número de simpatizantes”, opinó Fraser Nelson, editor de The Spectator (revista semanal), en un artículo en el diario británico The Telegraph.
Nelson, sin embargo, señaló que “la decisión de exponer los secretos de su país y buscar asilo de un gobierno represivo como el Kremlin, lo convierte en un campeón defectuoso de la libertad”.
Más allá de que su figura genera polémica, Snowden fue muy claro cuando señaló que los niños que nazcan hoy en día van a crecer sin la concepción de privacidad.
“Nunca sabrán lo que significa tener un momento privado, un pensamiento sin grabar, sin analizar. Y eso es un problema, porque la privacidad importa, es lo que nos permite determinar quiénes somos y quiénes queremos ser”, señaló Snowden.
En su obra, Orwell describe a la “policía del pensamiento” como una especie de Gestapo nazi, o KGB soviética, que se encargaba de controlar las conversaciones telefónicas de los individuos.
Snowden denunció que a través de un programa llamado Prisma, la NSA obtuvo acceso directo a los programas de Google, Facebook, Apple y otros gigantes de la Internet estadounidense.
Sin embargo, el juez federal del distrito sur de Nueva York William Pauley afirmó que la recopilación de datos telefónicos por parte de la NSA es “legal y justifica su uso para prevenir posibles ataques terrorista en territorio estadounidense”.
Una semana atrás, sin embargo, un juez federal de Washington DC expresó que la vigilancia de los ciudadanos era “probablemente inconstitucional” y “orwelliana”.
Lo cierto es que Estados Unidos acusa a Snowden de revelar documentos que son propiedad del Gobierno, por lo que podría ser condenado a un máximo de diez años de prisión.
“En términos de satisfacción personal, para mí la misión ya está cumplida. Ya he ganado”, indicó Snowden, de 30 años, en declaraciones a The Washington Post.