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El Carabajalazo y la Fiesta del Violinero colapsaron el club Ciclista Olímpico

Por El Litoral

Domingo, 23 de agosto de 2015 a las 01:00
MUSICA. Las peñas de la calle Alberti, como era de esperar, estuvieron siempre completas.
DESCANSO. La gente llegaba al predio en grupo y podía disfrutar de una fiesta eterna con la chacarera.

FERNANDO BARRETO
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El “cumpleaños de la abuela” revoluciona toda La Banda, “tierra de poetas y cantores”. La familia Carabajal organiza el festejo de doña Luisa en el barrio Los Lagos pero se extiende a diferentes puntos de la ciudad para que los turistas (que colapsaron la hotelería) puedan vivir 24 horas con la música del pago.
Sobre la calle Alberti funcionaron algunas peñas, que como era de esperar, siempre estuvieron completas. En el “Quincho”, por ejemplo, estuvieron Peteco y Roxana (sobrina del primero), dos de los máximos referentes de los Carabajal, que permitieron vivir la chacarera pero con mayor intimidad. El clima que se generó fue especial, mucho tuvo que ver la sencillez de los artistas y de toda la familia que se distribuye para atender a todos los visitantes, aun con las limitaciones propias de un lugar no preparado para un evento de tamaña dimensión, y acercar las exquisiteces de la gastronomía local. “Durante todo el año esta es nuestra casa y ahora la abrimos a ustedes para disfrutar de algunas canciones”, contó Peteco al momento de abrir su actuación con el sonido de su violín.
Uno de los puntos fuertes, dentro de una semana con las emociones a flor de piel, se vivió el último sábado en el club Ciclista Olímpico de La Banda. Allí tuvo lugar el “Carabajalazo” con la actuación de prácticamente toda la familia vinculada al folklore.
Estuvieron los consagrados. La apertura fue a cargo de Los Carabajal, grupo que está cumpliendo 48 años de vida y tiene como máximo referente a Musha, acompañado por Kali y Walter junto a Blas Sansierra. Después llegó la potencia y el carisma de  Roxana. Luego fue el turno del dúo: Cuti y Roberto.  Mientras que el cierre estuvo a cargo de Carlos Oscar, o simplemente Peteco.
La renovación del cancionero llegó con los menores de la familia, que fueron actuando intercalándose con sus mayores. Aquí se destacó Mariela, que presentó varios temas de su autoría.
Entre todos se encargaron de distribuirse los clásicos a lo largo de más de 7 horas. Incluso Roxana pidió disculpas por repetir un tema, “aunque es otra versión” señaló en forma aclaratoria cuando cantó “Dejame que me vaya” para cerrar su presentación. 
El clima que se conjugó entre los músicos y el público fue de alto impacto. La cancha de básquet del “negro bandeño” se convirtió en una enorme pista de baile para marcar los pasos de las chacareras, gatos y algunas zambas con una coreografía que dio la impresión de que fue ensayada durante años, aunque muchas de las parejas se conformaron en el momento.
Por otra parte, para el domingo quedó reservada “La fiesta del violinero”, una peña creada por Néstor Garnica (considerado uno de los mejores ejecutantes del violín dentro del folklore en los últimos tiempos) que tuvo como sede nuevamente a la entidad que disputa la Liga Nacional de Basquetbol. La respuesta del público, esta vez con más jóvenes, fue masiva. El estadio estuvo completo y ya no hubo lugar para los bailarines simplemente porque no había sitio disponible.
Dentro de la enorme grilla de artistas, además del cierre a cargo de Garnica, pasaron Horacio Banegas, el dúo Orrella - Lucca, Marcelo Toledo y Proyección Salamanca. Las emergentes figuras también pudieron mostrar sus cualidades, como sucedió con los Hermanos Nuñez, que fueron ovacionados.

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